La derrota militar a manos de los
japoneses en la guerra de 1904-1905 había puesto al descubierto las graves
deficiencias de las fuerzas armadas rusas, y el programa de modernización
iniciado entonces tardaba en dar sus frutos.
La guerra ruso-japonesa también había
provocado una primera revolución popular que había puesto al régimen zarista al
borde del colapso.
En 1912, el régimen se enfrentaba
a un nuevo movimiento insurreccional y a una ola de disturbios nunca vista antes.
Todo comenzó el día 4 de abril,
cuando las tropas zaristas habían abierto fuego contra los mineros huelguistas
de las minas de oro de Lena, en Siberia, matando a 170 mineros e hiriendo a más
de 350.
La masacre de Lena.
Había vuelto a ocurrir lo que había
sucedido en la masacre del Domingo Sangriento en 1905, a las puertas del Palació de
invierno de San Petersburgo, cuando una marcha pacífica había sido violentamente
disuelta por los soldados del zar, causando cerca de 1.000 muertos.
Domingo Sangriento.
Más de medio millón de trabajadores
industriales marcharon en apoyo y recuerdo de las víctimas de la represión
zarista en Lena, y comenzó una oleada de huelgas en todos los centros
productivos del país, que culminaron en abril de 1914 con la gran huelga
general en San Petersburgo.
Una manifestación convocada por
los bolcheviques en solidaridad con los trabajadores petroleros de Bakú termino
en un baño de sangre cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego sobre ella. En toda la ciudad,
obreros y estudiantes colocaron barricadas y se produjeron autenticas batallas
campales contra los policías y los soldados.
La monarquía zarista se había
forjado entre los siglos XV y XVII, príncipes moscovitas luchando para lograr
la supremacía sobre príncipes de otras zonas, nobles boyardos y campesinos
libres.
La dinastía Romanov había formado
un estado centralizado, que había surgido obligado por tres factores principales:
las luchas internas, la amenaza de poderosos imperios en sus fronteras ,y un
sistema agrícola muy primitivo, que a menudo no podía hacer nada por evitar la
hambruna.
Un territorio enorme, con muy malas
comunicaciones, y con un clima cálido en verano pero muy frio en invierno.
Grandes extensiones del país eran totalmente improductivas en el aspecto agrícola,
con grandes zonas de tundra helada y bosques de taiga en el norte.
La mayoría de lo que se cultivaba
en la zona central del país tenía una baja calidad, sobre terrenos arcillosos y arenosos,
ciénagas y pantanos, con suelos ácidos con bajo contenido en nutrientes y
humus.
En la franja sur el suelo era mejor,
los bosques se abrían a grandes extensiones de la estepa, pero con poca lluvia
y una primavera de corta duración, además de una técnica agrícola muy poco desarrollada,
proporcionaba unas cosechas que a duras penas podían aliviar la pobre situación
del campesinado.
Pocas ciudades en un terreno tan amplio,
comunicaciones rudimentarias y una sociedad civil dispersa y fragmentada, la
pobreza de la agricultura rusa y el atraso de su infraestructura significaban
que solo un régimen brutal y cruel podía acumular los excedentes necesarios
para sostener la enorme estructura del régimen zarista.
Rusia se había convertido a
finales del siglo XVII en una de las más grandes potencias de Europa.Pero a
mediados del siglo XIX, comenzó a quedarse atrás. La derrota en la guerra de Crimea de 1853-1856, librada en su
propio territorio contra los invasores franceses y británicos dejo al descubierto
las graves carencias de la industria militar rusa.
Una logística militar
prácticamente inexistente, uniformes inadecuados, armas antiguas, comunicaciones entre la retaguardia
y el frente nulas, etc.
Mientras parte de Europa se
estaba industrializando, Rusia no lo hacía: la brecha entre las naciones de Europa
occidental y la Rusia zarista se fue ampliando.
El poderío militar de las grandes
potencias se media entonces por el número de líneas de ferrocarril, el calibre
de los cañones que poseían y el número de ametralladoras.
Para tener todo eso, Rusia debía
primero tener las minas de carbón, acerías e ingenieros para producirlo.
Entre 1882 y 1900, las dos
terceras partes del presupuesto ruso se dedicaron al desarrollo industrial,
sobre todo al desarrollo de líneas de ferrocarril. Los kilómetros de líneas férreas
se duplicaron en menos de 15 años. La producción de hierro fundido se triplico en 10 años, y la
tasa de crecimiento industrial supero el 8% anual, superior al de cualquier estado importante de la época.
Esa enorme inversión permitió la construcción de grandes fábricas con tecnología
de lo más moderno.
Mientras en EEUU las empresas con
más de 1.000 trabajadores significaban el 18% de la mano de obra industrial, en
Rusia significaban el 41%.
Pero a pesar de ese intenso desarrollo.,
la infraestructura del país seguía
siendo muy escasa comparada con la de Alemania, que tenía una densidad de
trenes circulando a la vez 30 veces superior a la rusa.
Incluso el imperio austro-húngaro
tenía una densidad de circulación de trenes 18 veces superior a la rusa, al
comienzo de la 1 guerra mundial.
Cuando estallo la 1 guerra
mundial,habia mas de 3 millones y medio de trabajadores en las fabricas y las minas,
las dos terceras partes de ellos ubicados en solo tres regiones de Rusia ; San Petersburgo,Moscu y Ucrania.
Por lo tanto, la mayor parte del
proletariado industrial estaba grandemente concentrada. La mayoría de los
trabajadores eran jóvenes, muchas eran mujeres y la mayoría tenía grandes y
duraderos vínculos familiares con el campo, del que la práctica totalidad había
emigrado recientemente para huir del hambre y pasar a trabajar en las fábricas.
En las fábricas, las condiciones
de trabajo eran durísimas.Generalmente, los salarios eran insuficientes para
mantener una familia normal. Las jornadas de trabajo de 12 horas eran lo usual.
Y la tasa de accidentes graves era del 11 % en las minas y del 5 % en las
fabricas.
Todas las protestas de los
trabajadores eran reprimidas a base de multas y se llegaba al castigo corporal
en muchas ocasiones.
Los trabajadores vivian en los
suburbios de las ciudades, en condiciones extremas de insalubridad en casas que se
caían a trozos, con estufas que a menudo no funcionaban, con enormes cantidades
de ratas y cucarachas pululando por las habitaciones.
La inminente guerra podría
prevenir una nueva revolución, o provocarla. Seguramente dependería si la
guerra era corta, una guerra geográficamente localizada.
Lo que el zar y sus consejeros
tenían muy claro es que el imperio ruso, y quizás el propio régimen, no podría
soportar otro intento revolucionario como el de los años 1905 y 1908.
La derrota a manos de los japoneses, la revolución de 1905 y la anexión
por parte del imperio austrohúngaro de Bosnia en 1908 había puesto al imperio
ruso en una posición de debilidad que la mostraba claramente como un imperio en
declive.
Por eso, la crisis de los Balcanes,donde Rusia tenía enormes intereses políticos y económicos, exigía una
respuesta dura por parte del régimen zarista.
Rusia y Austria-Hungria, arrebatandole los Balcanes a Turquia.
(Continuara...)