En el museo capitolino de Roma, edificado sobre el antiguo
templo de jupiter, se encuentran los fasti triumphales, unas placas de piedra
en las que están inscritas los triunfos que fueron otorgados por el senado
romano a los cerca de doscientos
generales romanos, desde el triunfo de Rómulo sobre los caeninenses en
el 752 a.c. hasta el triunfo obtenido
por el cónsul gaditano Lucio Cornelio Balbo en africa, en el año 19 a.c.
Fasti triumphalis.
Cada línea de estas inscripciones tiene un formato fijo, que
incluye el nombre y filiación completa, el cargo que ostentaba en el momento en
el que consiguió el triunfo, el año en el que se había conseguido el triunfo (años
desde la fundación de roma, at urbe condita), el pueblo al que había derrotado o
la provincia donde había obtenido la victoria, y la fecha en que se había
celebrado la pompa o procesión de la victoria en Roma.
El triunfo era el momento de mayor gloria que un ciudadano
romano podía obtener, celebrándolo delante de sus conciudadanos y sus enemigos vencidos,
también presentes en la ceremonia.
El origen de la ceremonia no está muy claro.Los propios
romanos creían que la palabra triunfo provenía de la palabra griega thriambos,
el himno que se cantaba en las procesiones en honor al dios Dionisio.
En la roma republicana, era el general vencedor quien
comunicaba al senado su gran victoria, enviando una misiva en la que solicitaba
la concesión de un triunfo. Si el senado lo consideraba oportuno, decretaba una
acción de gracias pública (supplicatio) y se reunía en el templo de Apolo, para
decidir si la victoria cumplía los
requisitos necesarios para merecer el triunfo.
La victoria debía haberse conseguido en batalla, y no con negociación.
Debía conseguirse en victorias sobre un enemigo exterior, no se concedían
triunfos en victorias en guerras o enfrentamientos civiles.Tampoco se
conseguían triunfos si la victoria era sobre enemigos que los romanos
consideraban indignos, como piratas o esclavos. Marco Licinio Craso no obtuvo
ningún triunfo por derrotar a Espartaco, solo obtuvo una ovatio, un premio
menor.
El general victorioso debía poseer al menos el cargo de
cónsul o pretor, lo que implicaba que debía ser de edad superior a 40 años, ya
que esa era la edad mínima para optar a dichos cargos.
Solo a partir del siglo II a.c. se extendió ese derecho al
triunfo a procónsules o propretores.
La victoria y la ceremonia debían celebrarse dentro del
mismo año de ejercicio de cargo, lo que hacía que cada vez fuera más difícil
conseguir un triunfo, con la expansión del imperio romano las distancias se
hacían cada vez más grandes y era más complicado llegar a roma para celebrar el
triunfo obtenido.
La victoria debía obtenerse en la misma provincia en la que el
pretor o cónsul había sido destinado, y la batalla debía librarse tras haber consultado
los augurios.Asi el merito de la victoria se repartia entre el general victorioso y los dioses.
Otro requisito es que en la batalla, debain haber muerto más de 5.000 enemigos, además de tener un número reducido
de bajas propias.
Ese no fue el caso de Cayo Papirio Maso, quien en el año 231 a.c. conquisto Corcega, pero el altísimo número de bajas propias impidió que le fuera
concedido el triunfo, aunque se le permitió realizar una procesión triunfal por
el monte albano.
Dado que estaba prohibido que las legiones entraran armadas
a la ciudad de roma, los soldados debían permanecer desarmados fuera de las murallas.
Allí escuchaban la arenga de su general y recibían su parte del botin,cuyo
tamaño dependía de lo generoso que fueses sus mandos superiores.
En alguna ocasión,la celebración del triunfo corrió peligro
por la avaricia de algún general, que repartía poco botín con sus soldados,
llevandoles al borde del motin.Pompeyo estuvo a punto de ser asesinado por sus
soldados al repartir el botín de su primera campaña en Siria. En la celebración
de su siguiente triunfo, en la campaña contra Mitriades del 61 a.c, aprendió
de su error y concedió a cada legionario 6.000 sestercios, prácticamente la
paga de seis años de servicio.
Tras la arenga y el reparto del botin, la comitiva ya formada
entraba en Roma por la porta triumphalis.
La procesión la encabezaban magistrados de menor nivel. Tras
ellos, el senado en pleno. Músicos con trompetas, carros con el botín capturado,
con los objetos colocados de manera que el pueblo pudiera admirarlos.
Tras ellos, decenas de flautistas que precedían a los bueyes
blancos destinados al sacrificio, con los sacerdotes encargados del sacrifico
tras los animales.
A continuacio,los estandartes y enseñas militares capturadas y
las armas de los jefes vencidos. Tras ellos marchaban encadenados los prisioneros,
con los de mayor rango al frente.
En la mayoría de las ocasiones, los jefes y reyes enemigos capturados
eran ejecutados en el transcurso de la procesión, al llegar al Capitolio. La
procesión esperaba pacientemente el fin de las ejecuciones.
Tras los vencidos llegaban los vencedores, precedidos por
lictores con las lanzas engalanadas con laurel. Y por fin aparecía la cuadriga
del triumphator, con el general ataviado como si fuera un rey o un dios. Una
toga púrpura orlada de oro (toga picta), una corona de laurel y un cetro,
debía recorrer la ciudad en una cuadriga sin que sus pies tocaran el suelo.
Otra vez Pompeyo, en la celebración de su primer triunfo,
tuvo problemas, ya que quiso asombrar a la ciudadanía romana enganchando cuatro
elefantes a su cuadriga. Pero la cuadriga no cabía por la porta triumphalis,
asi que tuvo que echar pie a tierra y esperar que le volviesen a poner los
caballos. (Plutarco, Pompeyo ,capitulo XIV)
Y en el triunfo de Julio Cesar sobre los galos del año 46 a.c.,
se rompió el eje de la cuadriga que le llevaba y estuvo a punto de caer al suelo,
teniendo que esperar a la reparación de su vehículo. (Suetonio, vida de los
doce cesares, Julio Cesar, capitulo 37.)
Detrás de la cuadriga del vir triumphalis cabalgaban los
hijos mayores, legados, tribunos y équites.Finalmente, cerrando la procesión,
desfilaban las tropas desarmadas, portando sus estandartes adornados con hojas
de laurel.
Cuando el cortejo llegaba al templo de jupiter, se
sacrificaban los animales, se ofrecía el botín al dios y se colocaba una corona
de laurel en su estatua.
Y entonces, una persona que acompañaba al triumphator en la cuadriga,
normalmente un esclavo, colocaba sobre su cabeza una corona dorada,
susurrandole al oído “mira atrás, recuerda que eres un hombre”.
Luego se celebraba un banquete en el templo, y al término de
este, el triumphator y su familia regresaban a su casa, acompañados de antorchas
y músicos.
Todo el proceso duraba normalmente un solo dia, aunque en
las ocasiones en que el botín era enorme y el ejército muy numeroso podía transcurrir
dos o incluso tres días de celebración.
Para el triunfo menor u ovatio, el general entraba en la
ciudad a pie, vistiendo la toga blanca orlada de purpura, sin cetro y llevando
una corona de mirto en lugar de laurel. No lo acompañaba el senado ni las tropas,
y se sacrificaba una oveja en vez de un toro.
A finales de la republica, los requisitos para la obtención
de un triunfo empezaron a ser violados constantemente. Por ejemplo, a
finales del siglo III a.c., a Escipion se le negó un triunfo por expulsar a los
cartagineses de Hispania, porque no ostentaba el cargo de cónsul o pretor necesario,como era lo estipulado
.Pero a Pompeyo,200 años despues, se le adjudico un triunfo sin haber sido nunca cónsul o pretor.
Las celebraciones pasaron a ser mas fastusosas, incluso extravagantes,
pasando a ser mas una demostración de riqueza que una constatación de valía militar
y valor.
El emperador Augusto cambio la tendencia y todos los
triunfos se obtenían bajo los auspicios del emperador, los pocos triunfos que se
obtenían casi siempre se concedían a miembros de la familia imperial.
Claudio en Britania en el año 44, Tito en Jerusalén en
el 70, y Trajano sobre los dacios en el
118.En vez de celebrar triunfos, los emperadores victoriosos preferían construir
arcos conmemorativos, más duraderos que la celebración del triunfo.
Arco de Tito.
El último triunfo romano posiblemente fuera el que el
emperador Justiniano concediera al general Belisario tras reconquistar África a
los vándalos en 534 d.c.Pero la tradición no despareció del todo, se mantuvo
adormilada durante la edad media y renació con fuerza en el siglo XV.Los condottieri
italianos entraban en las ciudades recién conquistadas de manera muy similar al
triunfo romano, los emperadores Habsburgo igual, incluso Napoleón el día de su coronación
hizo algo muy parecido.
Y a día de hoy, la celebración de éxitos deportivos consiste
en pasear por la ciudad mostrando el trofeo a la ciudadanía, para después ofrendarlo
a las autoridades locales y religiosas, llevando el trofeo a la catedral.
Y la celebración termina llevando el trofeo a la diosa Cibeles
o al dios Neptuno.
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