Zenobia,la reina encadenada.
En 1874, el Dr. William Wright
encabezo una modesta expedición que recorrió las llanuras del centro de Siria
en busca del olvidado reino de la reina Zenobia. El 1 de junio,acompañado por
una escolta armada que le protegía de los bandidos beduinos, el Dr. Wright
llegaba a la vista de las antiguas ruinas de Palmira.
Eran las ruinas del santuario al
dios Bel.Wright divisó en el interior del templo varias chozas habitadas por
árabes nomadas.En su libro “Una crónica sobre Palmira y Zenobia”, editado en
1895, Wright se quejaba amargamente
sobre la interferencia humana sobre las ruinas:
“dondequiera que vayamos
encontramos restos de suciedad y mal olor provocado por humanos. Miseria y
atmosfera pestilente, así es ahora el estado de tan magnífico templo “
Santuario del dios Bel en Palmira,en la actualidad ( si no lo han destruido ya los salvajes del IS )
1700 años antes, el templo al
dios Bel había sido uno de los mas extraordinarios
edificios que habían convertido a Palmira en una de las esplendidas ciudades
del oriente medio. Situada en el centro de una ruta comercial que transportaba
artículos de todo tipo entre los puertos del Mediterráneo oriental y los
lejanos países de más allá del golfo Pérsico, Palmira había crecido y se había
enriquecido bajo control del imperio romano.
Fue entre los muros del lujoso
palacio real de Palmira en donde, en el siglo III de nuestra era, la reina
Zenobia aprendió lo que significaba el poder y como utilizarlo.
Teatro romano de Palmira.
Séptima Zenobia, la forma latina
del nombre arameo Bat Zabbai,” sus ojos eran negros, su cara morena, y su
belleza era en general increíble. Tan blancos eran sus dientes que algunos podían
pensar que tenia perlas en vez de dientes. Su voz era clara y potente,
severa si la necesidad lo demandaba, o era clemente y bondadosa, cuando su sentido
de la justicia lo requería”.
Así hablaba de la reina Zenobia
un autor romano anonimo de la época de Constantino I, (Siglo IV. Aprox.) , en los Scriptores Historiae Augustae, una
compilación de biografías de emperadores romanos y usurpadores del periodo
entre el año 117 y el año 284 del imperio romano.
Podría haber sido la extraordinaria belleza de Zenobia lo que había llamado
la atención del rey Séptimo Odenato de Palmira, pero lo que mantuvo a la pareja unida durante su reinado conjunto
seguramente fue el fuerte carácter y la inteligencia de la reina, que se negaba
a permanecer en palacio y siempre acompañaba a su real esposo en sus campañas
militares.
Muy pronto, Zenobia aprendió la realidad de la política y la guerra.
Según otro autor de la Historiae Augustae, en ocasiones la reina caminaba
varias millas al ritmo de la infantería, cazaba con la caballeria, se reunía en
consejo de guerra con los generales del rey, y en ocasiones bebía con los
enviados persas o armenios para tratar de sonsacarles información relevante. El
sequito de la reina estaba compuesto de varios ancianos eunucos y alguna joven sirvienta,
siempre con los oídos abiertos y la boca cerrada.
Además de su nativo idioma arameo, la reina Zenobia hablaba perfectamente egipcio y
era capaz de leer griego y latín.
Por su parte, Séptimio Odenato, el marido de la reina Zenobia, era un
exitoso oportunista, que siempre tenía la suerte de estar en el momento justo en
el sitio adecuado. Cuando el emperador Valeriano fue apresado por el rey persa Sapur
I en el año 260, la posibilidad de que el imperio romano de oriente cayera en
manos de la dinastía persa sasánida se fue acrecentando.
Odenato, pertenencientea una rica familia de Palmira y receptor del
cargo imperial de consularis (que habían servido como cónsules en las
provincias del imperio, pero no habían sido nombrados por el senado como tales),
asumió la defensa de toda la provincia romana de Asia contra la amenaza persa
sasánida. Si lograba su objetivo, su posición en la zona se fortalecería en
gran medida, y pasaría de ser un gobernador provincial a convertirse en poco
menos que un emperador de su propio
reino de las provincias del oriente medio.
Con la fortuna familiar a su disposición, Odenato reunió un potente ejército,
sumándolo a los restos de las legiones romanas de Siria. Con Zenobia cabalgando a su lado, en el año 260 las tropas de Odenato
marcharon hacia el rio Eufrates, en donde derrotaron al ejército persa y
reconquistaron la ciudad de Nibisis.Despues, persiguieron al derrotado rey Sapor I, llegando hasta Ctesifonte, en las orillas del rio Tigris.
Habiendo asegurado la zona de Mesopotamia, el siguiente paso de Odenato
consistió en limpiar su camino al poder de molestos aspirantes, terminando con la rebelión del
usurpador Titus Fulvius Iunius Quietus en la ciudad de Emesa.Al usurpador Iunius Quietus apenas le dio tiempo a
acuñar moneda, pero poco mas pudo hacer contra el poderoso ejército de Palmira.
Moneda acuñada por Iunius Quietus.
El agradecido nuevo emperador del imperio romano de oriente, Galieno,
hijo del asesinado emperador Valeriano, concedió a Odenato el titulo de
restitutor totius orientis, gobernador de todas las provincias romanas del este,
desde Asia menor hasta Egipto, un cargo que anteriormente solo podían ostentar
los emperadores. En respuesta, y para dejar bien claras sus intenciones,Odenato
se proclamo a si mismo rey de Palmira.
Durante siete años, Odenato gobernó su reino con mano de hierro.
Humillo a los ejércitos sasánidas una y otra vez, mientras el imperio romano se
concentraba en defender sus fronteras europeas contra las invasiones
barbaras.Pero en el año 267, Odenato murió asesinado.
Según los autores de la Historiae Augustae, quien dirigió la
conspiración para el asesinato de Odenato fue su esposa, la reina Zenobia.
El motivo seria que Zenobia tenía miedo que Hairan, el hijo mayor de Odenato fruto del primer matrimonio del rey, pudiera sucederle.Segun los mismos
autores, Hairan era un adolescente mimado y un tanto cobarde, a quien la reina
prestaba muy poca atención.
El asesino de Odenato fue su sobrino Maeonius, que murió poco después apaleado por la guardia de la reina.
Aunque evidentemente no hay ninguna prueba que relacione a la reina con el asesinato de su marido, la
súbita desaparición del mimado y cobardica niño Hairan deja pocas dudas de la implicación
de la reina.
Poco después del asesinato, con el cadáver del rey recién incinerado,
Vabalato (tambien llamado Atenodoro), el hijo más joven de Zenobia,que solo tenia un año de edad, fue proclamado sucesor al trono de Palmira.
Pero no tenía la edad suficiente para reinar, así que la responsabilidad paso
a la reina Zenobia ,que paso a actuar como regente del reino.
Zenobia y Vabalato.
La nueva reina regente tenía una personalidad muy fuerte. Poco después de
su llegada al trono, sus consejeros le hicieron llegar una misiva de un egipcio
llamado Timagenes,un poderoso líder militar, que hacía saber a la reina la
debilidad de la presencia romana en Egipto en aquellos momentos, y que sería
una buena oportunidad para controlar el país del Nilo.
El mayor peligro para Zenobia era que si atacaba para hacerse con el
control de Egipto, colocaría a su reino en guerra abierta con el imperio romano.
Tras largas discusiones con sus consejeros, que temían el enfrentamiento
abierto con Roma, la reina decidió que las riquezas de Egipto merecían el
precio que debía pagarse por ellas.
Una historia fascinante...
ResponderEliminarMi amigo el (EI) destruyo varias ruinas de Palmira según la unesco, lamentable.
ResponderEliminary gracias por la informacion.
Fascinante historia y muy oportuna para conocer parte de lo que estos fanáticos de Del (EI) están empeñados en destruir
ResponderEliminarFascinante historia y muy oportuna para conocer parte de lo que estos fanáticos de Del (EI) están empeñados en destruir
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