Adelantándose a la llegada de Alejandro
a Susa, Dario había huido a la planicie persa,lo que hoy conocemos como Iran propiamente dicho, una comarca completamente desconocida para los viajeros de occidente.
Alejandro había interrogado a los
nobles persas, por ejemplo, a Abulites, a
quien había mantenido en su cargo de sátrapa. Todos le dijeron lo mismo. Con
total seguridad, Dario se había refugiado en Persopolis, la capital de verano
de los grandes reyes persas, ciudad fundada por Darío I en el año 513 a.c., a unos 60 kilómetros al noroeste de la actual
ciudad de Chiraz.
Ruinas de Persepolis.
Aunque se había sentado en el
trono persa y había sido aclamado como tal, Alejandro se veía obligado a
conquistar las dos capitales aquemenidas, Persepolis y Pasargarda, y, de
paso, conquistar la legendaria capital de los medos, Ecbatana, (actual Hamadan).No
se sentiría realmente rey de toda Asia si no terminaba por completo con los
monarcas persas.
En los primeros días de enero de
330 a.c., Alejandro deja Susa y se dirige
a Persepolis.Su ruta pasa por el país de los uxios, algunas de cuyas tribus,
las que vivian en la llanuras, ya se habían sometido Alejandro en Susa.
Pero las tribus uxias de las
montañas eran otra cosa. Indómitos a la dominación persa, controlaban los
desfiladeros que permitían atravesar los montes Zagros ,el camino mas corto que unía
Susa con Persepolis.
Trazado del camino Real persa,entre Susa y Persepolis.
Toda persona que desease pasar
por el desfiladero debía pagar un tributo a los uxios.Comerciantes, mercaderes,
funcionarios del gobierno persa, el mismo ejército persa debía pagar un tributo.
Los uxios de las montañas,
dirigidos por Mádates,un antiguo general del ejercito persa, mandaron un
mensaje a Alejandro, indicándole que no
se le permitiría pasar por los desfiladeros a no ser que pagase exactamente el mismo
tributo que anteriormente había pagado el ejercito persa en su camino de Persepolis a Susa,un par de años atrás.
Alejandro recibió a los mensajeros
uxios cortésmente, y les envió de vuelta con la promesa de que en un par de días,
su ejército se presentaría en la entrada del desfiladero y pagaría a los uxios con justicia.
Nada más abandonar los emisarios
uxios el campamento de Alejandro, este convocó a su caballería de compañeros, a
los hipapistas y a unos 8.000 soldados de infantería ligera.
Al caer la noche se dirigieron hacia
los desfiladeros de los montes Fars, a través de un terreno rocoso y difícil,
distinto a la ruta tomada por los emisarios uxios para volver a su territorio.
El ejército llego en plena noche a una aldea situada a muy corta distancia de la entrada del desfiladero.
Allí no hay más que mujeres, niños y ancianos, puesto que los hombres habian marchado hacia el desfiladero para impedir el paso de Alejandro si intentaba romper su promesa.
El ejército de Alejandro
sorprendio a los habitantes durmiendo, y matan a todos, ancianos, mujeres y niños.
Luego prenden fuego a sus cabañas, graneros y establos.
Desde allí, se dirige a paso ligero a los desfiladeros,
intentando llegar antes que los guerreros uxios.Envia a Cratero a apostarse
con los arqueros en las cimas de los montes cercanos.
Cuando los guerreros uxios llegaron
a ocupar los desfiladeros, se encontraron con la desagradable sorpresa de
encontrarse al ejercito de Alejandro enfrente y, apostados en las colinas de alrededor,
los arqueros de Cratero.
Los guerreros uxios se dieron a
la fuga, sin entablar siquiera combate: buena parte de ellos murió a manos de los soldados de Alejandro que los
perseguían, otros trataron de huir por las colinas, donde se toparon con la
infantería ligera de Cratero.La matanza fue tremenda.
Los supervivientes suplicaron a Alejandro
la paz. En un pricipio, Alejandro estuvo tentado de exterminar por completo a
la tribu. Pero sus generales pensaban que sería muy conveniente tener los pasos de las montañas protegidas por un pueblo amigo.
Finalmente, Alejandro se
convenció y dio permiso a los uxios para preservar sus aldeas y territorios, a
cambio de un tributo anual de 100
caballos, 500 bueyes y 30.000 corderos.
Y el territorio de los uxios pasó
a formar parte de la satrapía de Susiana.
Para Alejandro, la escaramuza con
los uxios de las montañas había sido una pequeña piedra en el camino: lo peor
estaba por llegar. La ruta que se abría ante el
por los desfiladeros era larga y estaba erizada de dificultades. Decidió
dividir sus tropas: envió a Parmenion por el camino real, que unía Susa con Persepolis pasando por las ciudades de Kazerun y Chiraz, con los carros, la caballería
tesalia, la infantería pesada y los mercenarios.
Alejandro comandaría a la
infanteria macedonia, la caballería de los compañeros, los arqueros y los exploradores,
acortando camino por las montañas.
Debería recorrer más de 300 kilómetros
a través de los montes Zagros, montañas cuya altura oscilaba entre los 2.000 y los 5.000 metros,
en su mayor parte cubiertas de nieve perpetua y hielo, cuyos senderos
resultaban desconocidos para los guías locales que había contratado.
Con una temperatura que por las
noches descendía a menos de 20 grados bajo cero, la empresa parecía prácticamente imposible.Pero al igual que el verano anterior había podido cruzar el desierto
sirio , lo consiguió.
A los seis días de marcha, el ejército
macedonio llego a un desfiladero que los geógrafos antiguos conocían por “desfiladero
de las puertas persicas”, al noroeste del actual Yasuj. Era la llave que
conducía a la llanura persa.
Entrada a las puertas persicas.
Alejandro se encontró el
desfiladero bloqueado por un muro de piedras, tras el cual esperaba un ejército
persa de 800 jinetes y 40.000 hombres, al mando del sátrapa Ariobarzanes,
totalmente decido a impedirle el paso.
Enfrentado a este inesperado obstáculo,
Alejandro monto su campamento a una hora de marcha del desfialdero, y decidió
asaltar la muralla construida por los
persas al amanecer.
Al día siguiente, el ejercito macedonio
se adentro en el desfiladero. Recibieron una autentica lluvia de flechas, jabalinas y piedras lanzadas con hondas,
mientras desde lo alto del desfiladero los persas lanzaban sobre los macedonios
grandes bloques de piedra.
Atacado de frente y por ambos flancos,
Alejandro se retiro a su campamento, llevando consigo algunos prisioneros
capturados.
La situación era critica: aquel
desfiladero era el único paso que llevaba hasta la llanura persa, y si no
conseguía franquearlo rápidamente, la otra parte de su ejecito, mandado por Parmenion, que debía llegar a Persepolis al mismo tiempo que el, podría ser
masacrado allí.No podia perder mucho tiempo.
El futuro de la expedición iba a
jugarse delante de las Puertas Pérsicas. La cuestión era como iba a franquearlas.
(Continuara...)
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