viernes, 18 de abril de 2025

Agripa, la mano derecha de Augusto ( 20ª parte )

 


Viene de aquí :

  Con sus peticiones, Marco Antonio esperaba intimidar al rey  parto demostrando que no estaba deseoso por retirarse. Además, creía que podía engañar al pueblo romano alardeando de haber obtenido una gran victoria recuperando los trofeos y a los supervivientes de la derrota de Carrae.

 Fraates IV recibió a los mensajeros de Antonio con sarcasmo y amenazas. Prometió no obstaculizar la retirada romana y concluir la paz, pero rechazó las peticiones del comandante romano respecto a la restitución de los prisioneros y los estandartes del masacrado ejército de Licinio Craso.

"Muerte de Marco Licinio Craso", obra de Lancelot Blondeel.
 

  Marco Antonio vio entonces que era inevitable aceptar las condiciones del rey Fraates, que aparentemente garantizaban las intenciones no hostiles del enemigo, a cambio de renunciar a continuar el asedio de Fraaspa y comenzar inmediatamente la retirada.

 Los legionarios estaban cansados ​​y pidieron el regreso a casa, mientras que la inminente llegada del invierno sin duda empeoraria la situación de abastecimiento de la fuerza expedicionaria romana en partía.

  A finales de octubre, Antonio decidió regresar. Orgulloso y combativo, tomó esta decisión con decepción y amargura, y renunció a comunicar personalmente la noticia a sus legionarios, dejando esta ingrata tarea a Cneo Domicio Enobarbo.

Denario de  plata de Cneo Domicio Enobarbo.
 

 La popularidad y el prestigio de Marco Antonio no sufrieron como consecuencia de este hecho, y los legionarios comprendieron la humillación y decepción del comandante, manteniendo con el plena confianza y una lealtad absoluta.

  El rey parto había intentado engañar a Marco Antonio pretendiendo permitir a su oponente retirarse sin luchar. Pero, en realidad, como en el caso de la batalla de Carrae, lo que pretendía Fraates I era perseguir y atacar sistemáticamente al ejército romano y provocar su completa destrucción a lo largo del camino de retirada en el territorio desértico.

  De hecho, Marco Antonio, confiando en las promesas de Fraates IV, había planeado inicialmente retirarse con su ejército por el camino llano y abierto utilizado durante el avance inicial. Fue gracias a la insistencia y al consejo de parte de sus oficiales que tomó otra decisión.

 También algunos pobladores locales advirtieron  a Antonio de los peligros del camino del desierto, que podría dar a los partos la oportunidad de atacar en masa a las tropas de infantería romanas con su caballería mientras marchaban. Recomendaron a Antonio seguir el sendero oriental, más corto, que pasaba por un territorio accidentado y montañoso, rico en centros habitados y vegetación.

  Así,  tras algunas dudas, Marco Antonio decidió seguir el consejo de los lugareños y emprendió la retirada por el difícil camino de la montaña. La fuerza expedicionaria romana se alejó entonces de Fraaspa, abandonando intactas todas las máquinas de asedio que se habían construido, que fueron inmediatamente tomadas y destruidas por la guarnición .

  Marco Antonio dirigió la larga y dolorosa retirada de su ejército con gran energía y habilidad. Como en otras circunstancias de su larga carrera militar, en particular durante la guerra de Módena, el líder dio la mayor prueba de sus habilidades militares precisamente en la situación más crítica. Fue sobre todo gracias a su tenacidad y a su capacidad para mantener la cohesión y la moral de sus soldados que las legiones concluyeron con éxito su retirada y evitaron, a pesar de sufrir pérdidas significativas, el destino que corrió el ejército de Licino Craso en el 53 a. C.

  Los dos primeros días de retirada por el difícil camino escogido transcurrieron sin mucha dificultad y sin encontrar oposición por parte del enemigo. Marco Antonio, tranquilizado por el comienzo favorable de la marcha, creyó inicialmente que los partos respetarían el acuerdo, pero al tercer día los romanos encontraron los primeros problemas: La carretera estaba parcialmente inundada por las aguas de un río que los partos habían desviado deliberadamente para frenar la marcha de los romanos.

 Advertido, Marco Antonio desplegó su ejército en formación de  batalla, esperando el inminente ataque parto, reforzando sus legiones con infantería ligera , arqueros y honderos.

  La caballería parta apareció, en masa, e intento rodear al ejército romano, pero fueron repelidos por arqueros y honderos, y después dispersados por una carga de la caballería celta de Marco Antonio.

 

 Después de esta primera batalla, Marco Antonio cambió el orden de marcha de su ejército, adoptando una prudente formación en cuadrado con honderos desplegados en la retaguardia y también en los flancos para proteger a las legiones en todas direcciones.

 La caballería se mantenía preparada para actuar, pero sin alejarse demasiado en la persecución del enemigo.

 Durante cuatro días más los romanos pudieron, gracias a esta formación compacta, continuar sin mayores obstáculos. Los partos parecían cautelosos y temerosos de atacar. Sin embargo, al quinto día, la imprudente iniciativa personal de un tribuno militar, Flavio Galo, provocó una grave crisis y causó grandes pérdidas a los romanos.

 Tras obtener el consentimiento de Marco Antonio, Flavio Galo atacó a los partos con la infantería ligera de la retaguardia y con una parte de la caballería. Tras el éxito inicial, en lugar de retirarse se mantuvo firme  y se negó a obedecer las órdenes y los mandatos directos del legado Marco Ticio de regresar a la línea. Así, Flavio Galo pronto se encontró rodeado con sus hombres por el ejército parto y tuvo que pedir refuerzos urgentemente.

  Los primeros intentos de proporcionar ayuda, realizados por Publio Canidio de forma poco coordinada, lanzando al combate pequeños grupos uno detrás del otro, no tuvieron éxito y las unidades enviadas fueron repelidas, y los soldados de Galo comenzaron a retirarse en derrota.

Infante parto , Castillo de  Zahaak, Iran.
 

  Solo la intervención personal de Marco Antonio con toda la III legión logró salvar la situación y salvar parte de las tropas rodeadas.

 Las perdidas fueron graves; 3000 romanos murieron y mas de 5.000 resultaron heridos. El tribuno Flavio galo, que fue gravemente herido por cuatro flechas, murió poco después de la batalla.

  Marco Antonio intentó, a pesar del progresivo empeoramiento de la situación, mantener la moral de sus soldados; Mostró preocupación por la suerte de los legionarios y se interesó por los heridos y, con su manera amistosa y camaradería, conservó su confianza y aseguró su constante obediencia.

 Los partos, tras su victoria contra el tribuno Flavio Galo, creyeron haber debilitado la resistencia de los romanos y durante la noche permanecieron en las proximidades del campamento enemigo, dispuestos a atacar y saquear el campamento.

  El rey Fraates IV no estaba presente con las tropas, pero envió a su guardia personal para reforzar el ejército.  Al amanecer, más de 40.000 jinetes partos estaban presentes en el campo, pero Marco Antonio supo elogiar la tenacidad y el coraje de sus soldados y por la mañana hizo que las legiones abandonaran el campamento en formación compacta para enfrentarse al enemigo.

Guerreros partos, en el Arco de  Septimo Severo, en Roma.
 

(Continuara…)

martes, 15 de abril de 2025

Oda Nobunaga, unificador de Japón ( 10ª parte )

 

Hideyoshi Toyotomi.

Viene de aquí:

  Desde sus cuarteles generales en Nagoya, Hideyoshi recibió  disgustado la noticia del fracaso de su ofensiva.

  No conocía las dificultades logísticas por las que pasaba su ejercito de  invasión en Corea, y culpo de la derrota a la falta de entusiasmo de sus generales, anunciándoles que el mismo marcharía a Corea para tomar el mando de sus ejercitos, asegurando un triunfal retorno a Japón.

  Pero su viaje a Corea se fue retrasando desde julio de 1592 hasta principios de 1453, cuando envió a  dos representantes a Seúl para recordar a sus generales que pronto estaría en Corea con más de 200.000 soldados de refuerzo y sus mejores generales.

  La anunciada  llegada de los refuerzos a Corea fue vista por el alto mando japonés con cierta aprensión. Si no podían alimentar convenientemente a los soldados japoneses que ya se encontraban allí, ¿ cómo iban a poder alimentar a 200.000 mas ?

  Así que enviaron una carta a Hideyoshi rogándole aplazara su llegada a Corea por la critica escasez de suministros,  al menos hasta mediados de mayo.

  En Pusan, en donde Hideyoshi Tenia previsto desembarcar, también habia escasez de suministros, y no se esperaba que la cosecha de trigo fuera buena.

  Los generales japoneses en Corea estaba en una disyuntiva. No podían permanecer en Seúl o Pusan esperando indefinidamente a que al situacion de  la escasez de suministros se arreglara por si sola. Tampoco podían marchar hacia el norte, con buena parte de sus tropas hambrientas y extenuadas. Así que el único curso de acción posible era marchar hacia el sur.

.Los generales japoneses enviaron un mensajero al comandante de las tropas chinas en Corea, el general Li Rusong , expresando el deseo de llegar a un acuerdo. Li Rusong, que tenía exactamente el mismo deseo, replicó que estaba de acuerdo, siempre y cuando las tropas japonesas evacuaran Seúl y marcharan hacia el sur ( algo que los generales japoneses ya tenían previsto hacer).

Li Rusong.
 

 Hideyoshi fue informado de las negociaciones, y dio su autorización escrita para la retirada, ya que asi conseguiria  sacar a los chinos de Corea.

  Mientras, el rey Seonjo y sus cortesanos habían abandonado la ciudad de Uiju, en la frontera chino-coreana, para dirigirse hacia Seúl.

  A primeros de marzo llegaban a Sukchon, a 50 kilómetros de Pyongyang, y en abril llegaban a a Haeju, a medio camino entre Pyongyang y Seúl.

  Habiendo sido relegados al rol de jugadores de bajo nivel por japoneses y chinos, el rey Seonjo y sus ministros habían sido mantenidos al margen de las negociaciones entre chinos y japoneses. Durante algunas semanas, los coreanos siguieron esperando que los chinos renunciaran a pactar un acuerdo con los japoneses y volviera a verse en acción el ejército chino en las tierras coreanas, para expulsar a los japoneses primero de Seul, despues de Pusan, y finalmente de toda Corea.

  El rey Seonjo envió entonces órdenes a Yi Sun Shin, almirante de la flota coreana de la provincia de Cholla, para interceptar la flota del enemigo y hundirla, ya fueran navios de guerra o de transporte de grano. Si el almirante Yi Sun Shin lo conseguía, Corea aun podría lograr la victoria total sobre los japoneses que habían hollado el suelo de  su patria.

 

  El 8 de marzo, Yi Sun Sin zarpaba, llevando su flota hacia el este, a un canal entre la isla de Joje y la costa continental de Corea, donde ya habia derrotado a la flota imperial japonesa en la batalla de Hansan Do, en agosto del año anterior.

  Allí se reunió con la flota de la provincia de Kionsang , liderada por el almirante Won Kiun, considerado por Yi Sun Shin como un incompetente almirante, además de cobarde y alcohólico.

  Nada más llegar la flota de Yi Sun Shin , Won kiun anuncio sus intenciones de atacar a la flota japonesa de inmediato, aunque Yi Sun pudo calmar momentáneamente a su  colega.

 

  Durante los dos días siguientes, y debido a  las intensas lluvias, la flota combinada coreana permaneció anclada en las cercanias de la isla de Koje. Cuando el tiempo mejoró, la flota zarpó hacia el este, hacia la isla de Kadok, donde los japoneses habían construido defensas para mantener sus barcos a salvo y poder utilizarlos para proteger las rutas hacia Pusan.

 Los siguientes días, Yi Sun envió pequeños grupos de navíos a la vista de las posiciones enemigas, esperando llamar la atención de  los navíos para incitarlos a salir a mar abierto., en donde esperaba el grueso de  la armada coreana, que contaba con al menos dos gobukseon , dos navios tortuga.

 

  La espera y la paciencia coreana dieron sus frutos, y veinte días después de su llegada a la zona, 10 navíos japoneses mordieron el anzuelo, zarparon de la isla de Kadok y se internaron en mar abierto, en busca de la flota coreana.

  Los navíos japoneses fueron rodeados, y la superior artillería y la pericia de los arqueros coreanos aniquilaron a las tripulaciones japonesas.

  Tras la debacle sufrida, los japonés fueron más cautelosos, ningun barco mas volvio a  salir, y se dedicaron a reforzar sus posiciones defensivas para proteger a sus barcos, que siempre permanecian cerca de la costa , cubiertos por su artillería.

 Asi, Yi Sun decidio sustituir su tradicional método de provocar emboscadas, por algo más agresivo : un ataque combinado , desde tierra y desde el mar al mismo tiempo.

  Primero ordenó a Kim Song Il, gobernador de la provincia de Kiongsang enviar todas las tropas que tuviera para atacar las posiciones defensivas japonesas en la costa, para que los japoneses se vieran obligados a mover su artillería terrestre, lo que dejaría desprotegidos a su barcos.

  Pero Kim Song Il no podía cumplir con lo requerido, ya que tenia pocas tropas, a penas las suficientes para proteger su propio castillo. Pero, a cambio, pudo ofrecer los servicios de las tropas del general Kwak Chaeu, el "general de la tunica roja",  líder de un pequeño grupo de  guerrilleros, más habituados al saqueo y al robo que al combate.

Kwak Chaeu.

 Yi Sun decidio entonces no contar con mas ayuda, y decidió sustituir el ataque terrestre por una operación anfibia con monjes guerreros y milicianos civiles que conocían la costa.

  Los siguientes tres días, el viento impidió a la flota coreana salir a mar abierto. Al amanecer del día 24 desde su llegada a la zona, Yi Sun saco a la flota para iniciar la operacion.Dos grupos de  barcos llenos de monjes guerreros y milicianos armados se separaron de la  flota, y se dirigieron hacia ambos flancos de la ciudad de Ungchon, , donde se encontraban las posiciones defensivas japonesas más fuertes.

 

  Monjes y milicianos desembarcaron al este y al oeste de Ungchon, provocando el desconcierto de los defensores, que enviaron varios barcos a repeler los desembarcos. Pronto, buena parte de la flota japonesa se encontraba en mar abierto, presentando a Yi Sun la oportunidad que esperaba.

  Yi Sun ordeno a los remeros de su flota remar a la máxima velocidad, y pronto el grueso de la flota  coreana caía sobre los navios japoneses que se encontraban en mar abierto, usando su artilleria a placer, y miles de flechas  para incendiar las velas de los navios enemigos.

  Yi Sun había reservado una cincuentena de sus navíos más ligeros y de menor calado  para atacar a los navíos japoneses que no habían dejado sus amarraderos del puerto de Ungchon, y no tenían ninguna posibilidad de escapar.

  Mientras, las operaciones de los monjes y milicianos desembarcados continuaban durante todo el dia y parte de la noche, hasta que los defensores   huyeron en desbandada, dejando un altísimo número de muertos y heridos.

  El 5 de abril, el almirante Yi Sun recibía noticias del norte , del comandante en jefe de las tropas chinas en Corea, que le informaba que debía retirarse hacia Pyongyang, y que la prevista ofensiva hacia el sur del ejercito chino no seria posible tan pronto como se esperaba.

  Eran malas noticias para el almirante Yi Sun,que había esperado que la ofensiva china obligaría a los japoneses a retirarse de Corea en su flota, así que la batalla decisiva que Yi Sun esperaba, tendría que esperar.


 

(Continuara…)