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Con sus peticiones, Marco Antonio esperaba intimidar al rey parto demostrando que no estaba deseoso por retirarse. Además, creía que podía engañar al pueblo romano alardeando de haber obtenido una gran victoria recuperando los trofeos y a los supervivientes de la derrota de Carrae.
Fraates IV recibió a los mensajeros de Antonio con sarcasmo y amenazas. Prometió no obstaculizar la retirada romana y concluir la paz, pero rechazó las peticiones del comandante romano respecto a la restitución de los prisioneros y los estandartes del masacrado ejército de Licinio Craso.
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"Muerte de Marco Licinio Craso", obra de Lancelot Blondeel. |
Marco Antonio vio entonces que era inevitable aceptar las condiciones del rey Fraates, que aparentemente garantizaban las intenciones no hostiles del enemigo, a cambio de renunciar a continuar el asedio de Fraaspa y comenzar inmediatamente la retirada.
Los legionarios estaban cansados y pidieron el regreso a casa, mientras que la inminente llegada del invierno sin duda empeoraria la situación de abastecimiento de la fuerza expedicionaria romana en partía.
A finales de octubre, Antonio decidió regresar. Orgulloso y combativo, tomó esta decisión con decepción y amargura, y renunció a comunicar personalmente la noticia a sus legionarios, dejando esta ingrata tarea a Cneo Domicio Enobarbo.
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Denario de plata de Cneo Domicio Enobarbo. |
La popularidad y el prestigio de Marco Antonio no sufrieron como consecuencia de este hecho, y los legionarios comprendieron la humillación y decepción del comandante, manteniendo con el plena confianza y una lealtad absoluta.
El rey parto había intentado engañar a Marco Antonio pretendiendo permitir a su oponente retirarse sin luchar. Pero, en realidad, como en el caso de la batalla de Carrae, lo que pretendía Fraates I era perseguir y atacar sistemáticamente al ejército romano y provocar su completa destrucción a lo largo del camino de retirada en el territorio desértico.
De hecho, Marco Antonio, confiando en las promesas de Fraates IV, había planeado inicialmente retirarse con su ejército por el camino llano y abierto utilizado durante el avance inicial. Fue gracias a la insistencia y al consejo de parte de sus oficiales que tomó otra decisión.
También algunos pobladores locales advirtieron a Antonio de los peligros del camino del desierto, que podría dar a los partos la oportunidad de atacar en masa a las tropas de infantería romanas con su caballería mientras marchaban. Recomendaron a Antonio seguir el sendero oriental, más corto, que pasaba por un territorio accidentado y montañoso, rico en centros habitados y vegetación.
Así, tras algunas dudas, Marco Antonio decidió seguir el consejo de los lugareños y emprendió la retirada por el difícil camino de la montaña. La fuerza expedicionaria romana se alejó entonces de Fraaspa, abandonando intactas todas las máquinas de asedio que se habían construido, que fueron inmediatamente tomadas y destruidas por la guarnición .
Marco Antonio dirigió la larga y dolorosa retirada de su ejército con gran energía y habilidad. Como en otras circunstancias de su larga carrera militar, en particular durante la guerra de Módena, el líder dio la mayor prueba de sus habilidades militares precisamente en la situación más crítica. Fue sobre todo gracias a su tenacidad y a su capacidad para mantener la cohesión y la moral de sus soldados que las legiones concluyeron con éxito su retirada y evitaron, a pesar de sufrir pérdidas significativas, el destino que corrió el ejército de Licino Craso en el 53 a. C.
Los dos primeros días de retirada por el difícil camino escogido transcurrieron sin mucha dificultad y sin encontrar oposición por parte del enemigo. Marco Antonio, tranquilizado por el comienzo favorable de la marcha, creyó inicialmente que los partos respetarían el acuerdo, pero al tercer día los romanos encontraron los primeros problemas: La carretera estaba parcialmente inundada por las aguas de un río que los partos habían desviado deliberadamente para frenar la marcha de los romanos.
Advertido, Marco Antonio desplegó su ejército en formación de batalla, esperando el inminente ataque parto, reforzando sus legiones con infantería ligera , arqueros y honderos.
La caballería parta apareció, en masa, e intento rodear al ejército romano, pero fueron repelidos por arqueros y honderos, y después dispersados por una carga de la caballería celta de Marco Antonio.
Después de esta primera batalla, Marco Antonio cambió el orden de marcha de su ejército, adoptando una prudente formación en cuadrado con honderos desplegados en la retaguardia y también en los flancos para proteger a las legiones en todas direcciones.
La caballería se mantenía preparada para actuar, pero sin alejarse demasiado en la persecución del enemigo.
Durante cuatro días más los romanos pudieron, gracias a esta formación compacta, continuar sin mayores obstáculos. Los partos parecían cautelosos y temerosos de atacar. Sin embargo, al quinto día, la imprudente iniciativa personal de un tribuno militar, Flavio Galo, provocó una grave crisis y causó grandes pérdidas a los romanos.
Tras obtener el consentimiento de Marco Antonio, Flavio Galo atacó a los partos con la infantería ligera de la retaguardia y con una parte de la caballería. Tras el éxito inicial, en lugar de retirarse se mantuvo firme y se negó a obedecer las órdenes y los mandatos directos del legado Marco Ticio de regresar a la línea. Así, Flavio Galo pronto se encontró rodeado con sus hombres por el ejército parto y tuvo que pedir refuerzos urgentemente.
Los primeros intentos de proporcionar ayuda, realizados por Publio Canidio de forma poco coordinada, lanzando al combate pequeños grupos uno detrás del otro, no tuvieron éxito y las unidades enviadas fueron repelidas, y los soldados de Galo comenzaron a retirarse en derrota.
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Infante parto , Castillo de Zahaak, Iran. |
Solo la intervención personal de Marco Antonio con toda la III legión logró salvar la situación y salvar parte de las tropas rodeadas.
Las perdidas fueron graves; 3000 romanos murieron y mas de 5.000 resultaron heridos. El tribuno Flavio galo, que fue gravemente herido por cuatro flechas, murió poco después de la batalla.
Marco Antonio intentó, a pesar del progresivo empeoramiento de la situación, mantener la moral de sus soldados; Mostró preocupación por la suerte de los legionarios y se interesó por los heridos y, con su manera amistosa y camaradería, conservó su confianza y aseguró su constante obediencia.
Los partos, tras su victoria contra el tribuno Flavio Galo, creyeron haber debilitado la resistencia de los romanos y durante la noche permanecieron en las proximidades del campamento enemigo, dispuestos a atacar y saquear el campamento.
El rey Fraates IV no estaba presente con las tropas, pero envió a su guardia personal para reforzar el ejército. Al amanecer, más de 40.000 jinetes partos estaban presentes en el campo, pero Marco Antonio supo elogiar la tenacidad y el coraje de sus soldados y por la mañana hizo que las legiones abandonaran el campamento en formación compacta para enfrentarse al enemigo.
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Guerreros partos, en el Arco de Septimo Severo, en Roma. |
(Continuara…)