viernes, 26 de abril de 2013

Sanidad militar en el ejercito romano. (2ª parte )





    
 Los médicos militares romanos utilizaban una gran variedad de sustancias y drogas para atenuar el dolor.Opio, beleño (que contenía escopolamina) raíz de mandrágora (que contenía atropina), etc, se utilizaba profusamente en los hospitales de campaña romanos, y siguió utilizándose hasta la aparicion de la anestesia general en 1846.

  El instrumental médico utilizado por los cirujanos era un reflejo de la innovación de la medicina romana. En la capsa (bolsa) de cada medico militar romana se encontraban decenas de instrumentos que, con las lógicas variaciones de material, se siguen utilizando hoy en día. 



Mochliskos, una palanca que se utilizaba para volver a colocar un hueso en su sitio, antes de entablillar:



Spathumele: la parte ancha se utilizaba para mezclar sustancias, y la parte estrecha para aplicar dicha sustancia a la herida.



Ferrum candens: para cauterizar heridas.



Ostagra: una pinzas que servían para extraer trozos de hueso en fracturas por hundimiento de cráneo.



Hamus: escalpelos, de diferentes tamaños.



Fibulae: una especie de clavos quirurguicos,para cerrar las heridas.,etc


   Desgraciadamente, con el colapso del imperio romano muchos de estos instrumentos se perdieron durante siglos.

  Cuando un médico romano conseguía evitar la hemorragia o el shock en un herido, el siguiente paso era prevenir las infecciones. Hasta el final del siglo XIX, la ratio de mortalidad en los hospitales debido a las infecciones era mayor al 50 % de los heridos ingresados.

  Celso dedico un capitulo entero de su manual a las infecciones, y fue el primero en descubrir los síntomas por los que se podía reconocer una infección “rubor et tumor cum calore et dolore” (enrojecimiento e hinchazón, fiebre y dolor).

  Para los médicos romanos, era imprescindible limpiar el instrumental en agua hirviendo antes de utilizarlo sobre un paciente. Esta buena costumbre también se perdió tras la caída del imperio romano, y no volvió a utilizarse hasta finales del siglo XIX.

  Las heridas se lavaban con acetum,vino a punto de convertirse en vinagre, y con barbarum,un potente compuesto de hierbas antisépticas, ideal para reducir infecciones en heridas profundas.

  Se limpiaba todo trazo de materia extraña de la herida, con lo que se prevenía la aparición del tétanos y la cangrena,y se cambiaban los vendajes con regularidad, utilizando vendas de lino levemente mojadas en miel.

  Muchas de las heridas sufridas por los soldados romanos necesitaban un periodo de convalecencia.Durante las campañas militares, antes de que se construyeran los campamentos permanentes, los médicos romanos proveían estos periodos de convalecencia en tiendas dentro del propio campamento provisional.  

  Cuando los campamentos provisionales pasaban a ser permanentes, se construía el valetudinarium,el hospital militar permanente, que  estaba a cargo del optio valetudinari,el oficial medico, que solo dependía del prefectus castrorum de cada legión.

  La estructura de estos valetudinarium muestra un nivel de sofistificacion médica nunca visto hasta entonces, y que no se volvió a ver en occidente hasta muchas centurias después.

  La entrada se abría a un gran vestíbulo iluminada por grandes ventanales, que se utilizaba como recepción y punto de clasificación medica cuando se recibía un gran numero de heridos al mismo tiempo. A continuación, y también perfectamente iluminado se encontraba la sala de operaciones, al lado de otra pequeña habitación donde se esterilizaban los instrumentos a utilizar.

                                              Planta de un valetudinarium.


  El lado este del hospital contenía las cocinas y la despensa, que proporcionaban a los soldados convalecientes las distintas dietas que debían seguir.

  En el lado oeste se situaban los baños,los vestidores y los lavaderos.Las habitaciones para los soldados convalecientes estaban colocadas de manera muy similar a como están situadas en los modernos hospitales, a lo largo de un ancho pasillo.

  Pasillos más estrechos separaban las habitaciones de los soldados de las otras estancias del hospital, aportando más tranquilidad a las habitaciones y reduciendo el riesgo de contagio.

  El techo del hospital estaba diseñado para prestar suficiente ventilación y frescor, mientras que la calefacción la aportaba un sistema subterráneo, muy similar al utilizado en las termas. 

                                Ruinas valetudinarium de Novae,en Moesia.


Cada hospital legionario estaba preparado para acomodar sin problemas, en caso necesario, al 5%  de una legión.

  Y el mas famoso farmacéutico de la época fue también un medico romano, Pedanio Dioscorides,autor de “De materia medica” el más antiguo y completo compendio de hierbas medicinales y sustancias químicas.



  Sus trabajos fueron extremadamente útiles durante un milenio, y en ellos se basa buena parte de la ciencia médica de los siguientes siglos, como la ciencia medica musulmana, por ejemplo.

  La conquista e incorporación de otros territorios al imperio romano permitió a los médicos militares romanos incorporar nuevas técnicas, como las técnicas de cirugía hindúes o la extracción de cataratas.

  La medicina militar romana fue tan exitosa no solo por el extraordinario nivel de sus médicos. Sin el genio organizativo romano, que fue capaz de crear un servicio médico permanente, entrenar adecuadamente un gran número de médicos y auxiliares capaces de aplicar los primeros auxilios en el campo de batalla, la medicina militar romana habría tenido mucho menor impacto en las tasas de supervivencia del que tuvo.

  El típico pragmatismo romano, sin ningún tipo de restricción por motivos religiosos, consiguió llevar la medicina militar a unos niveles de éxito nunca vistos en la época.

  Pero ,trágicamente, con la caída del imperio romano también cayo su gran legado medico, y occidente entro en una larga era oscura, y los conocimientos de los médicos romanos no fueron revelados de nuevo hasta la edad moderna.

2 comentarios:

  1. Muy interesantes los dos artículos. Una sola cosa a corregir, se dice la ratio, no el ratio, un error muy común en los medios de comunicación.

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