La flotilla británica salió de Falmouth el 26 de marzo,
escoltada por los destructores Atherstone y Tynedale,seguidos por el HMS Campbeltown,flanqueado a ambos lados por las lanchas y en ultimo lugar,el
cañonero.
Los comandos estaban vestidos con jerséis y abrigos de la
kriegsmarine,para intentar engañar a los submarinos y aviones de reconocimiento
alemanes. A la mañana siguiente avistaron un submarino alemán, el U 593,y lo
atacaron con cargas de profundidad. No lo volvieron a ver, pero nadie sabia si había transmitido la posición y el rumbo de la flotilla.
A las diez de la noche, la flotilla avisto una luz que
indicaba la posición del submarino británico Sturgeon,colocado justo al principio
de la desembocadura del Loira.La flotilla cambio su rumbo y entro en el
estuario.
Los reflectores alemanes estaban ocupados en un ataque aéreo
de distracción de los bombarderos britanicos,que ni siquiera arrojaban sus
bombas para no causar bajas entre los civiles franceses.
Esta situación despertó la sospecha del comandante de guarnición
alemán, que pensó que estaba ocurriendo algo estraño,y advirtió a la guarnición
de un posible ataque paracaidista.
A las 11 de la noche se activaron los temporizadores de los
explosivos del HMS Campbeltown.Si todo marchaba bien,la explosion se produciria a las 7 de la mañana.La columna de barcos británicos cruzo tranquilamente
el estuario ,manteniendo una velocidad estable de 10 nudos. Mantener
esa velocidad era esencial para el éxito de la operación.
Ahora toda la operación dependía de un solo hombre, el teniente
de la royal navy Greeen,timonel de la cañonera.Iba en vanguardia, dirigiendo la
flota a través de las aguas poco profundas y los lodazales del estuario. Por
dos veces, el hms Campbeltown estuvo a
punto de quedarse atascado en el barro del fondo del estuario, lo que redujo su
velocidad a la mitad, pero pudo proseguir su camino.
A la 1 y cuarto de la mañana la flotilla fue descubierta, y
el cuartel general alemán dio la alarma
de asalto paracaidista. A las 1 y 22,las baterías alemanas empezaron a
reaccionar.
Los reflectores alemanes dejaron de prestar atención a los
bombardeos de la raf e iluminaron a los barcos británicos. Pero aun no
comenzaron a disparar, el camuflaje del destructor les hacia dudar. Un oficial
británico de señales vestido con uniforme alemán salió a cubierta y comenzó a
hacer señales de llamada extraído de un libro de señales de la
kriegsmarine.Esto logro detener la reacción alemana durante unos minutos más.
Los ingleses continuaron con las señales,pidiendo lugar en el puerto como si
estuvieran dañados por la acción del enemigo.Finalmente,las baterías alemanas
abrieron fuego, y los británicos hicieron la señal internacional de fuego amigo,
para tratar de detener los disparos alemanes.
Cuando los cañones alemanes comenzaron a disparar, los
británicos arriaron la bandera de la marina alemana y colocaron la bandera de
la armada británica. Comenzaron a devolver el fuego con todas las armas
dispoinibles.Varios cañones alemanes fueron destruidos, y varios reflectores
fueron alcanzados .
El capitán del Campbeltown, teniente primero Beattie,hizo
las últimas correcciones en el rumbo y se dirigió a toda máquina hacia la
esclusa del gran dique, a unos 700 metros de distancia rio arriba.
Los cañones alemanes hacían blanco continuamente sobre el Campbeltown,
la cubierta estaba repleta de comandos y marineros muertos y heridos.
A unos 19 nudos de velocidad, el HMS Campbeltown atravesó
una red antitopedos e impacto en la esclusa sur del gran dique. El buque quedo
inclinado unos 20 grados, con la popa casi hundida en el mar. Eran l a 1 y
34,solo cuatro minutos más de lo previsto en el plan inicial.
Los comandos supervivientes saltaron rápidamente del barco,
y se dirigieron a toda velocidad a tratar de cumplir los objetivos
secundarios.Mientras,la tripulación seguía disparando los cañones oerlikon
sobre las defensas costeras alemanas. Alrededor de 100 comandos llegaron a la
orilla y comenzaron su labor de destrucción.
Objetivos secundarios.
Mientras tanto, las lanchas motoras habían sufrido
terriblemente bajo de el fuego de las baterías alemanas. Varias se habían
hundido y otras estaban en llamas cuando el hms Campbeltown impactaba en el
gran dique.La gasolina derramada de los desprotegidos depósitos de las lanchas
se había esparcido por todo el rio y ardía sobre la superficie.
Una de las lanchas se incendio y exploto, matando a 15 de
los 17 comandos que transportaba y a la mayoría de la tripulación. Otra lancha
se detuvo para rescatar supervivientes, pero recibió fuego alemán y salto
también en pedazos. Otra lancha pudo recoger
a la tripulación superviviente del Campbeltown y trato de escapar rio abajo,
en zigzag y lanzando humo para tratar de ocultarse. Pero fue alcanzado de lleno
por las baterías alemanas, que lo convirtieron en un armazón ardiente
dirigiéndose lentamente hacia el mar, gracias a la corriente.
Para intentar salvar a
lo que quedaba de la flotilla, el comandante Ryder dio la orden de retirada.
El buque de mando, muy dañado y con la mayoría de su tripulación herida, reunió
a unas pocas lanchas que quedaban y se dirigieron hacia mar abierto.
Una vez completados la mayoría de los objetivos, los
comandos sobrevivientes en tierra comenzaron a llegar al punto de reunión
establecido por Newman.Eran alrededor de 70 hombres, la mitad de ellos heridos.Newman les dio la mala noticia de que todas las lanchas o se habían hundido,
o se dirigían a mar abierto. Ordeno a sus hombres que se dividieran en pequeños
grupos y se dirigieran a campo abierto, que no se rindieran si eran
interceptados y que trataran de alcanzar la frontera franco-española.
Nombro a los líderes de cada grupo y comenzaron la escapada,
saltando las vallas de los jardines y corriendo por los callejones. El fuego
alemán venia de todas partes,infantería,vehículos blindados,morteros,etc.Los
comandos respondía al fuego y llegaron a combatir cara a cara con los alemanes,
pero estos eran demasiados y poco a poco, los comandos fueron muertos o cogidos
prisioneros.
Mientras tanto, en el mar, los destructores Tynedale y
Atherstone combatían contra 4 destructores alemanes.Anteriormente habían recogido
a los supervivientes de las lanchas, y trataban de dirigirse a toda velocidad a
Falmouth, apoyados por aviones de la RAF.
En Saint Nazaire, el humo de los incendios ya se había disipado.
Se habían recogido los cadáveres de ambos lados y los prisioneros británicos ya
estaban bajo custodia de los alemanes.
En el dique seco, sobre el tendido HMS Campbeltown, se
encontraban no menos de 40 oficiales alemanes, inspeccionando el barco. Otros
400 alemanes estaban curioseando en las cercanías de la nave,charlando y
tomando fotografías, cuando la enorme carga explosiva del viejo destructor se
detono.
HMS Campbeltown,poco antes de estallar.
Durante días se estuvo recogiendo pedazos de cuerpos de
alemanes a 200 metros de distancia.
La explosión destrozo completamente el dique, tanto que no
se pudo volver a utilizar hasta los años 50.Se desconoce el número de víctimas
alemanas que causo la explosión del Campbeltown, aunque los investigadores
franceses estiman un número cercano a 60 oficiales y 300 soldados. Según los
mismos investigadores, alguno de los oficiales británicos capturados por los
alemanes se inventaron alguna historia para llevar a la cubierta a tan alto
numero de oficiales alemanes.Otras fuentes indican que un oficial británico que no fue
capturado permaneció en las bodegas del barco y se sacrifico detonando las cargas
cuando la cubierta estaba repleta de oficiales alemanes.
Al día siguiente, dos torpedos de acción retardada estallaron
en el estuario, causando el pánico entre los defensores alemanes, que
comenzaron a disparar indiscriminadamente a todo lo que veian,ya fueran grupos
de trabajadores franceses del puerto o miembros de la organización Todt.
La operación chariot había sido todo un éxito. El Tirpitz
nunca pudo salir de su base en Noruega y allí, en otra incursión británica,minisubmarinos
lo dañaron severamente. Y en otoño de 1944,una escuadrilla de aviones Lancaster
de la RAF lo enviaron al fondo del fiordo de Tromso,junto con buena parte de su
tripulación.
La operación había costado a los británicos 169 muertos y
200 prisioneros, casi todos heridos. Solo cinco comandos pudieron llegar a España
y volver sanos y salvos a Inglaterra.
Los británicos que murieron fueron honrados por los alemanes,
que montaron una guardia de honor en el funeral, e intercambiaron saludos con
los oficiales británicos capturados.
El extraordinario valor de los asaltantes resulto en un
total de 74 condecoraciones británicas, incluidas 5 cruces Victoria, y cuatro
Croix de Guerre por parte francesa.
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