Godofredo, de nuevo duque de
Lorena, comenzó a oír noticias sobre un monje llamado Pedro que llamaba a la liberación de Jerusalén de manos infieles.
Godofredo sabía que podría volver a perder su ducado de Lorena tan fácilmente
como lo había ganado, no tenía nada que perder.
Para financiar la expedición,
cedió el señorío de Bouillon al obispo Otberto a cambio de 600 kilos de plata.
Y para conseguir tal cantidad de plata, el obispo Otberto se dedico a expoliar y
prácticamente saquear las iglesias de la zona, a las que despojaba de sus cruces
de oro y sus ricos tapices.
En 1099, Godofredo de Bouillon se
convertiría en líder de la cruzada. Pero en 1096, ese puesto de líder
correspondía sin duda a Hugo de Vermandois, Hugo el grande.
Hugo I el Grande.
Hermano menor del rey Felipe I de Francia, Hugo se había unido al ideal cruzado inmediatamente después del
concilio de Clermont. Desde entonces, habia pasado el tiempo preparando el
viaje y la logística necesaria.
Siendo de sangre real, Hugo era
la elección más lógica para comandar la expedición cruzada. La mayoría de los
nobles parisinos decidieron seguirle, convencidos de que la empresa sería fácil
y que al llegar a su destino, Hugo seria proclamado rey y ellos dispondrían de
amplios dominios alrededor de Jerusalén.
Pero entre tanta discusión sobre
el reparto de sus futuras posesiones en tierra santa, no se decidían a partir.
Incluso el rey de Francia comenzó a
expresar en voz alta sus dudas sobre la idoneidad de su hermano para comandar tropas.
Hasta que en la noche del 11 de febrero, dios decidió intervenir…
Aquella noche ocurrió un eclipse
de luna. Según se iba tapando, iba tomado un color rojizo.Mientras Hugo, sus caballeros
y los religiosos miraban con fascinación y seguramente miedo, la luna se fue oscureciendo poco a poco hasta que tomo un color rojo intenso,
el color de la sangre.Permanecieron toda la noche despiertos observando el cielo,
preguntándose por el significado de aquella maravilla.Segun amanecia, la luna
fue recuperando su color normal, aunque esta vez aparecía rodeada por una
especie de halo brillante, como una corona.
Uno de los clérigos que allí se encontraba
pronto interpreto lo que habían visto .Lo había leído en el Apocalipsis,
capitulo 6 versículo 12:
“mire cuando el ángel abrió el sexto
sello, y he aquí que hubo un gran terremoto y el sol se puso negro, y la luna
se volvió del color de la sangre”
Muy ingeniosamente, el clérigo
añadió unos versículos del libro del profeta Joel, que aludían a que solo quien se
encontrara en el monte Sion y en Jerusalén el día del juicio final, seria
salvado.
Eclipse, luna de sangre,
apocalipsis, Jerusalen,etc, Hugo y sus caballeros ya no tenían ninguna excusa para
no partir.
Raimundo de Saint-Gilles, conde
de Tolosa,pertenecia a una antigua familia de nobles franceses. También
ostentaba los cargos de marques de Provenza y duque de Narbona, lo que le
convertía en uno de los hombres más poderosos del sur de Francia.
El hermano mayor de Raimundo,
William, habia viajado en peregrinación a Jerusalén en 1091 y había muerto allí,
no se sabe si por qué decidió pasar sus últimos días en tierra santa o por qué
no pudo volver. Tras la muerte de su hermano,Raimundo se convirtió en un devoto
cristiano, reuniendo un grupo de sacerdotes que se encargaba única y
exclusivamente de celebrar una misa diaria en recuerdo a su hermano y de mantener
siempre encendida una vela en su recuerdo delante de la efigie de la virgen en
la iglesia de Le Puy.
El último de los grandes nobles
que partió a la primera cruzada fue otro Roberto, conde de Flandes. Primo de
Roberto de Normandia, se unió a la cruzada prácticamente al mismo tiempo que el.
Sus motivos quizás eran los más claros.
En 1089 su padre, Roberto de Frisia (Roberto I, conde de Flandes) había viajado en
peregrinacion a Tierra Santa, donde se había dado perfecta cuenta de las
dificultades que pasaban los gobernantes turcos selyucidas.A su regreso, se detuvo en Constantinopla,
y congenio rápidamente con el emperador Alejo I, a quien envió mas tarde 500
soldados flamencos para combatir al lado de los bizantinos.
Roberto era muy rico, y no
parecía tener ningún tipo de ambición política o económica en Oriente más allá
de la meramente religiosa.
El papa Urbano conocía los lazos
de amistad que unían a Roberto con Bizancio, y también conocía la dimensión de
la fortuna de Roberto. Por eso, en diciembre de 1096 envió una carta personal a
Roberto describiéndole los planes que había esbozado en el concilio de Clermont,
y exhortándole a tomar la cruz.
Roberto contesto a la misiva
comprometiéndose a unirse a la cruzada.
Todos habían sido convocados por el
papa Urbano y el emperador bizantino Alejo I a reunirse en las afueras de Constantinopla,
entre mediados y finales de 1096, a lo más tardar.
(Continuara...)
Armies of heaven – Jan Rubenstein
The first crusade,the call from the east – Peter Frankopan
A history of the crusades,the first hundred
years – Kenneth Setton
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