Viene de aquí:
En mayo de 1640, el rey Felipe IV
ordenaba al virrey del Peru, Pedro Álvarez de Toledo y Leiva, con jurisdicción
sobre la región en conflicto, armar a los guaraníes si era necesario.
Tal medida,armar a los nativos, nunca repetida en ningún
otro lugar del imperio español, provocó gran hostilidad entre los propietarios
de tierras europeos en America del sur, y causó gran desagrado en Portugal,
tanto que apenas seis meses despues, Portugal declaraba su independencia,
finalizando así con 60 años de tumultuosa unión con España.
Pero ya alguien se había anticipado
a la orden del rey de armar a los guaranies.Habia sido en 1638,cuando el
gobernador de Buenos Aires había surtido a los sacerdotes jesuitas Diego de Alfaro
y Pedro Romero con armas y una guardia de 11 soldados ,”asesores” para enseñar
a los jesuitas y los guaraníes que dependian de ellos en las artes de las armas
y la guerra.
En un enfrentamiento con
bandeirantes al siguiente año, el padre Alfaro pudo convencer a los esclavistas
para que se detuviera el combate y pudieran marchar sin ser molestados.Los
bandeirantes parecieron estar de acuerdo, pero al día siguiente volvieron y asesinaron
al padre Alfaro.
Pero la muerte del padre Alfaro
no significo el fin de la resistencia jesuita, puesto que otros tres sacerdotes
jesuitas, todos ellos ex soldados, Domingo de Torres, Juan Cárdenas y Antonio Bernal, acudieron
a la llamada del padre Romero, para colaborar con los 11 soldados en el entrenamiento
de los guerreros guaraníes.
A primeros de 1641, los lideres
bandeirantes Jerónimo Pedroso de Barros y Manuel Pires decidieron lanzar una
ofensiva general contra las reducciones jesuitas.
Aprovechando las inundaciones
provocadas por la crecida del rio Uruguay, 400 bandeirantes, 2.700 indigenes tupi
y un grupo de malhechores holandeses comenzaron
a dirigirse rio abajo, con una flotilla
de 300 canoas y balsas transportando las provisiones y municiones.
Esperando a los esclavistas
estaban los jesuitas, 11 soldados españoles y 4.200 guaraníes armados con 300
armas de fuego además de las tradicionales armas de los indígenas, además de
350 pequeñas embarcaciones de pequeño
tamaño.
El mando de la “fuerza jesuita” le fue confiado al padre Romero, con los otros jesuitas asumiendo roles de apoyo en los preparativos.Liderando
el ejercito guarani se encontraba el hermano Domingo de Torres, ayudado por los
caciques guaraníes Nicolás Neenguiru, de la reduccion de Concepción, Francisco Mbayroba, de la
mision de san Nicolás, y el cacique Arazay de la reduccion de San Javier.
Al mando de la flotilla de 350 embarcaciones
se encontraba el cacique Ignacio Abiarú, que conocía los ríos de la zona a la perfección,
y provenía de la misión jesuita en el
rio Acaragua.
El superior de la orden jesuita,
Claude Ruyer, nacido en Flandes, diseño la estrategia general. Los guerreros guaraníes
se posicionaron donde el arroyo Mborore se encontraba con el rio Uruguay, en
terreno de la actual provincia de Misiones,en Argentina.
El primer movimiento lo realizaron
los esclavistas el 25 de febrero, atacando rio abajo sobre los guaranies.Desde su
balsa, el cacique Abiarú enfrentó a las balsas enemigas con un cañon de madera
de tacuara, similar a los cañones de bambú japoneses o filipinos, obligando a a
retroceder a los bandeirantes tras dos horas de combate.
Cañon filipino de bambu, alrededor del año 1890.
El 11 de marzo, los bandeirante volvieron a la carga, de nuevo atacando por el rio. Evitando
ser flanqueados, las naves de la flotilla jesuita-guarani lograron empujar a la flotilla
esclavista hacia un promontorio justo en la confluencia del arroyo Mborore con
el rio Uruguay.Atrapados en un fuego cruzado, los bandeirantes y sus aliados tupi construyeron a toda prisa una empalizada en la orilla
derecha del rio.
El Peñon de Mborore, el promontorio en donde los esclavistas y sus aliados Tupi construyeron la empalizada.
Allí permanecieron cuatro
días,asediados por los guerreros guaraníes, que causaron gran número de bajas utilizando
su curioso pero muy efectivo método para lanzar sus flechas.
Tres veces intentaron rendirse
los esclavistas, pero sus ruegos fueron rechazados. Con la huida por el rio imposible,
los bandeirantes y sus aliados huyeron por la selva.
El padre Ruyer dirigió la persecucion,empujando
a los bandeirantes hacia el territorio de la tribu gualachi (gualachos), tribu caníbal
que no dejo pasar la oportunidad y tuvieron provisiones para disfrutar durante muchas
lunas de los esclavistas y aliados tupi capturados.
Los bandeirantes intentaron otra
incursión al año siguiente, también rechazada, y nunca más volvieron a ser una amenaza para las misiones jesuitas de la zona.
Y a raiz de la derrota de los bandeirantes, las misiones jesuitas establecieron sus propias armerias y continuaron entrenando a los guerreros guaranies.Tan bien lo hicieron que en no menos de 70 ocasiones,los jesuitas y guerreros guaranies fueron convocados por los gobernadores de Asuncion y Buenos Aires para colaborar en el sometimiento de tribus hostiles o repeler incursiones de los distintos poderes europeos que querian medrar en la zona.
Como linea defensiva contra una futura invasion portuguesa,7 reducciones mas fueron creadas al este del rio Uruguay,en la region de Tapé.
A medida que los jesuitas tenían
éxito en su lucha contra los esclavistas protugueses,el resentimiento y los
celos se iban extendiendo entre los colonos de otras naciones europeas y otras órdenes
religiosas que consideraban el poder jesuita en América del sur una amenaza a
su propia autoridad y supervivencia.
Mientras las reducciones jesuitas
disfrutaban de gran prosperidad el siguiente siglo, los jesuitas debían
defenderse constantemente de los ataques de las autoridades civiles españolas y portuguesas.
Portugal seguía interviniendo en
territorio reclamado por España, y en 1680 comerciantes portugueses fundaban la
ciudad portuaria de Nova Colonia do Santísimo Sacramento, en la orilla norte del
estuario del Rio de la Plata.
Nova Colonia do Santisimo Sacramento.
A solo 50 kilómetros de Buenos Aires,
en la orilla opuesta del estuario, el nuevo puerto se convirtió rápidamente en
un nido de contrabandistas, que amenazaban por extenderse por los ríos Paraná y
Uruguay, que llevaban al interior de los dominios de la corona española.
Con la Europa de medidos del
siglo XVIII convertida en una turbulenta región, no solo en el aspecto
politico,tambien en el aspecto religioso,los jesuitas iban a perder gran parte de su influencia.
Los jesuitas, aprovechando su
posicion como educadores y confesores, habían “controlado" la mayor parte de las
monarquías europeas. Pero la llegada de la Ilustración y las ideas políticas y
filosóficas que la sustentaban ,iban a
llevar inevitablemente a un choque con las tradiciones religiosas.
Entre los ilustrados especialmente
hostiles a los jesuitas y lo que representaban se encontraba el estadista
portugués Sebastián José de Carvalho y Melo (marques de Pombal), que en 1750
fue nombrado primer ministro. Una de sus primera actividades fue organizar una
campaña propagandística en contra de los jesuitas ,implicandolos en el intento de asesinato del rey portugués,
José I, en 1758.
Marques de Pombal, "O matador do Padres"
Varios miembros de la poderosa
familia Távora, profundamente religiosos y seguidores de las enseñanzas de san Ignacio,
fueron ejecutados públicamente por intento de regicidio, mientras su confesor
jesuita, Gabriel Malagrida, fue ahorcado públicamente,
y después su cadáver fue quemado en una pira.
Los jesuitas iban perdiendo importancia,
prestigio e influencia, pero el principio del fin de la existencia de los
jesuitas en Paraquaria habia llegado en
1750, cuando España y Portugal firmaban el tratado de Madrid, para resolver las
cuestiones que habían quedado en disputa
tras la firma del Tratado de Tordesillas.
A cambio de la posesión de la
colonia del Sacramente (suroeste del actual Uruguay), España cedía a Portugal
la mayoría de la región del Tape,incluidas las 7 reducciones jesuitas que
quedaban en la orilla oriental del rio Uruguay.
Asi, los 30.000 indígenas guaraníes
que vivían en esas reducciones deberían emigrar con todas sus posesiones a la
orilla occidental del rio Uruguay, que iba a continuar bajo control español.
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