lunes, 5 de febrero de 2024

Dragones de cuero : 4ª parte

 


Viene de aquí:

  El articulo 64 de las Regulaciones dejaba claro que “todos los soldados de la misma unidad debían llevar el uniforme acostumbrado del mismo color". En esas mismas regulaciones se listaban los precios a los que debían venderse en los presidios las provisiones y el equipamiento para los soldados, incluyendo la ropa roja y azul, el sombrero negro, la chaqueta de cuero y la equipación para los caballos.

  Por entonces, las polainas de cuero con lazos en los laterales sobre botas de caño corto eran habituales en la caballería española en el norte de América, y pasaron a formar parte del uniforme en prácticamente todos los presidios.

 

 Pero las inspecciones de los altos oficiales del ejercito español dejaban a la vista que lo de la "uniformidad" era bastante poco frecuente. Según el marqués de Rubí durante su inspección en el presidio de El Paso en mayo de 1766, aparentemente la mayoría de la guarnición estaba uniformada con camisas azules y calzones escarlatas con bordados plateados y encaje de color dorado. Pero los mosquetes que llevaban eran prácticamente inútiles.

  En Guajoquilla, a finales de mayo del mismo año, el marqués de Rubí encontró que cada soldado iba  uniformado de una manera distinta, , con la ropa en un estado deplorable y sus mosquetes eran de distintos  calibres. Las chaquetas de cuero eran tan finas que eran inútiles para detener las flechas indias.

  En el presidio de Monclova, en junio de 1767, por fin pudo el marques de Rubí encontrar lo que el consideraba una compañía bien uniformada, con todos los soldados llevando una camisola corta de color azul, y un calzón escarlata con botones plateados y el chaleco escarlata con botones dorados.

  Al principio el chaquetón de cuero había sido un abrigo hasta las rodillas, sin mangas, manufacturado a base de 7 capas de piel de ciervo curtida, que protegía de las flechas indias excepto a una muy corta distancia. Se suponía que debía de ser de color claro, pero en su inspección de  los años 1766-67, el marqués de Rubí encontró chaquetas de cuero amarillas en Buenavista y color canela en Coahuila. A menudo se decoraban los bolsillos y las costuras de la prenda con filigranas de cuero

 Una versión simplificada y más corta de este chaquetón se utilizaría a finales del siglo XVIII en las zonas más cálidas.

  El primer comandante en jefe de las tropas españolas en las Provincias Internas del norte de nueva España, Teodoro de Croix, no tenia excesivo aprecio por la chaqueta para sus soldados, ya que consideraba que era demasiado pesada y voluminosa e impedia los movimientos rápidos.

 

  Por eso, en 1778 creaba compañías de caballería ligera, que no usaban la chaqueta de cuero y tampoco portaban escudo. Pero el gobernador de Texas, Domingo Cabello y Robles no creyo conveniente el uso de esa nueva caballería ligera, afirmando que "10 soldados de cuero eran más útiles en combate que 20 de caballería ligera."

  Su colega, el gobernador de Coahuila, Juan de Ugalde, era de la misma opinión, y cuando Teodoro de Croix fue trasladado al virreinato de Perú en 1783, las compañías de caballería ligera se disolvieron con rapidez.

Los jinetes de la caballeria ligera llevaban sombrero blanco, para distinguirse mejor.
 

 Seguramente el documento más conocido referido a la caballería de cuero sea el informe de  inspección del marqués de Rubí en 1772, referido a las tropas de los presidios.

  Fue el primer documento firmado por un representante directo del rey de España en el que se especifican con cierto detalle el armamento, la uniformidad y el equipamiento de este tipo de tropas.

  Según el informe, cada soldado debía llevar una camisa de color azul, con el cuello y los puños de color rojo, un par de pantalones amplios y una capa azul. Un corbatín o un pañuelo negro debía llevarse en el cuello, un sombrero, botas altas negras y unas polainas.Completaban el uniforme una bandolera de piel de ante, con el nombre del presidio al que pertenecía la compañía, marcado a fuego.

  En algunos casos, se podían sustituir las solapas rojas del cuello por unas similares de color negro.

  El armamento consistía en un mosquete o escopeta, un par de pistolas, una espada con su funda correspondiente, una lanza, un escudo, una bolsa para guardar los proyectiles y una bandolera.

 

  En los últimos años de presencia española en Mejico, la caballería fronteriza seguía llevando básicamente el mismo uniforme, y solo en 1821 la escarapela roja y amarilla de la bandera española fue reemplazada por la escarapela verde, blanca y roja de la bandera mejicana, además de algunas compañías  que sustituyeron los pantalones azules por otros grises.

Dragon mejicano.
 

  Los soldados de los presidios, primero españoles y después mejicanos, seguramente carecían de ciertos elementos para hacer aun mejor su trabajo, pero eso no impedía que causasen una fuerte impresion a los observadores extranjeros.

  Por ejemplo, el teniente estadounidense (y más tarde general) Zebulón Montgomery Pike, que denomino a los jinetes españoles de la frontera “posiblemente la mejor caballería del mundo”, cuando tuvo ocasión de observarlos en accion en 1807.

  O el teniente Kotzebue, de la armada rusa, que los utilizo como escolta en un viaje a San Francisco en 1815 “todos eran preparados y expertos soldados, que portaban sus carabinas y sus lanzas con la misma destreza que nuestros cosacos, gracias a la practica constante debido a las incursiones de los salvajes, además de ayudar a los clérigos a convertir a las tribus”.

  Inmejorables jinetes y expertos soldados, combatieron durante 3 siglos, no en una guerra de exterminio sino como una especia de cruzados, para llevar la "fe verdadera y la civilización" donde no las había.

  Y así consiguieron mezclar la rica y variada cultura hispánica con las cultas y antiguas civilizaciones indígenas, desde California al centro de lo que hoy son los Estados Unidos de América.


 

The Presidio; bastion of the Spanish borderlands – Max Moorhead

The leather jacket soldier, Spanish military equipment and institutions – Odie Faulk.

Arms and armor in colonial América 1526-1783 – Harold Peterson.

 

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