lunes, 28 de julio de 2025

Oda Nobunaga, unificador de Japón ( 11ª parte )

 


Viene de aquí:

 La noticia  de que el ejército terrestre chino no iniciaria la ofensiva hacia el sur no era una buena noticia para el almirante Yi Sun Sin, que había esperado que los japoneses tomaran sus barcos y navegasen hacia Japón, convirtiéndose asi en una presa propicia  para la flota coreana.

  Así , a principios de  mayo, Yi Sun decidió que era poco útil e incluso peligroso permanecer en las aguas de la costa de Pusan. Una epidemia, posiblemente de tifus, había comenzado  extenderse y amenazaba por afectar a toda la flota si no se dispersaba rápidamente.

  Además, en mayo llegaba el momento del año en que se sembraba, y la mayoría de los marinos de  la flota coreana eran campesinos,  así que se permitía volver a sus tierras en esa época del año. Yi sun dio permiso para que sus marinos volvieran a sus hogares por turnos, y puso a la flota en estado de mantenimiento, para que los navíos estuvieran en perfecto orden cuando los chinos reundaran su ofensiva hacia el sur y llegara el momento de atrapar a la flota japonesa en retirada.

Geobukseon ( navio tortuga ) del almirante Yi Sun Sin, restaurado recientemente en la base naval surcoreano de Changwon.
 

 El 7 de mayo de 1593, Li Rusong, comandante en jefe del ejercito chino en Corea viajaba hasta Kaesong para reunirse con Song Yingchang, oficial gubernamental y viceministro de la guerra enviado por el emperador chino para supervisar las operaciones en Corea, que dijo que no había las suficientes monedas en el tesoro imperial para continuar la guerra.

 La tensión comenzó  a crecer entre los aliados, tanto que Li Rusong ordenó aplicar una paliza a los enviados coreanos en el cuartel general del ejercito expedicionario chino. Iba a ser solo el principio.

 

  A mediado de mayo, Konishi Yukinaga, el comandante en jefe de la guarnición japonesa en Seul, recibía una misiva de Hideyoshi, ordenando la evacuación  de la ciudad, y el traslado de la guarnición japonesa hasta Pusan.

  Al otro lado el mar Amarillo, China se había preparado para la guerra total contra Japon. Los puertos habían sido cerrados al tráfico comercial, y se habían dispuesto defensas para prevenir ataques de la flota japonesa. Los diferentes contingentes se iban reuniendo en Liadong,  provincia china mas cercana a Corea, esperando las órdenes del emperador para cruzar el rio Yalu y atacar a los japoneses.

 Como era costumbre entre los chinos, el ejército expedicionario reunido en Liadong estaba bajo el mando de  un administrador civil, el viceministro de la guerra Song Yingchang, aunque el trabajo sobre el campo de  batalla correspondería a Li Rsong, un veterano general de orígenes coreanos que se había ganado  su fama en la frontera noroeste del imperio chino, suprimiendo  un sangriento motín de las tropas mongoles que servían en el ejercito chino.

  El ejército de Li Rusong en Corea consistía en 35.000 soldados, divididos en tres contingentes, y armados al modo tradicional chino, con la infantería dotada de lanzas ,arcos y espadas cortas que no eran rival para la katana japonesa.

  Algunos llevaban mosquetes, pero la mayor parte de las armas de fuego que usaban eran cañones tipo fo-lang-chi, unos cañones copiados de los cañones portugueses capturados por los chinos décadas antes.


 

 Estos cañones median  entre uno y dos metros de longitud y disparaban proyectiles de piedra de unos cinco centímetros de diámetro.

 Como la mayoría de soldados que sirvieron a la dinastía Ming a través de los años, el ejercito expedicionario en Corea de Li Rusong estaba compuesto en su mayoría por mercenarios, reclutados entre bandidos, sirvientes de los señores feudales y campesinos en dificultades económicas. Ninguno de ellos combatía por su emperador, o su país, lo hacían por dinero, comida y la oportunidad de saquear ciudades y granjas.

 Y seguían a rajatabla la costumbre de los ejercitos Ming, decapitar a los enemigos muertos. Durante siglos, el éxito de un general chino o de uno de los soldados que dirigía se media por el numero de  cabezas de enemigos que se conseguían. Cuantas más cabezas se conseguían, mayores eran los honores  y las recompensas que se recibían.

Presentando las cabezas conseguidas, para recibir la recompensa.
 

  Esas recompensas provocaron que a menudo, si un soldado chino no conseguía las cabezas suficientes de enemigos, las conseguían de los civiles. Para que la cabeza de una mujer o un niño civil se pareciera a una cabeza de hombre adulto, se le golpeaba con una sandalia  mojada, hasta que adquiría la forma y el tamaño adecuado. Incluso los oficiales participaban a menudo en el fraude para incrementar su recuento de  cabezas, ya que se necesitaban al menos 120 para obtener las mejores recompensas.


 

  En Seúl, el general Yukinaga había recibido órdenes de Hideyoshi para abandonar Seúl y dirigirse hacia Pusan.

  Pero el dia 8, Shen Weijing, embajador enviado por el emperador Wanli para entablar negociaciones con los japoneses, se detuvo en el campamento del ejercito coreano en Paju. Alli, el general Kim Myong Won le expresó en términos muy claros que los coreanos se negarían a cualquier negociación o compromiso con los japoneses.

  Los chinos sabian que la situacion de  los soldados nipones en Seúl era desesperada, y decidieron prescindir de la opinión de los coreanos para buscar un acuerdo con los enviados de Hideyoshi.

  Shen Weijing, el enviado del emperador chino, marcho hacia Seúl acompañado por varios generales de su ejercito, remontandoo el rio Han a bordo de varios sáipanes que exhibían única y exclusivamente el estandarte de emperador Wanli. No había coreanos en la comisión negociadora, ni tampoco se veía el estandarte del rey coreano.

 Los negociadores llegaron a las murallas de la ciudad de Seúl, en la zona de Yongsan, en donde se le unieron los generales Konishi Yukinaga y Kato Kiyomasa.

  La primera frase la dijo el enviado chino, que dijo a los generales japoneses que si no se llegaba a un acuerdo, 40.000 soldados chinos atacarían Seul desde todos los flancos, y que si los japoneses insistian en quedarse allí serian masacrados.

  Los generales japoneses ansiaban una amenaza como aquella, ya que estaban deseando abandonar Seúl y después Corea para volver a su pais. Tras unos minutos de charla, los generales japoneses aceptaron la oferta china y se comprometieron a abandonar Seúl y marchar hacia Pusan en diez días, el 19 de mayo.

General Yukinaga, observando el Monte Fuji desde Corea.
 

  Por su parte, los chinos se comprometían a mantener a sus tropas al norte de Seúl hasta que los japoneses se hubieran marchado de la ciudad. Tambien se comprometieron a que Shen Weijing y un par de generales chinos marcharían hacia el sur acompañando a los japoneses hasta Pusan. Despues ,el enviado imperial chino se dirigiría a Nagoya para encontrarse con Hideyoshi para discutir los términos para una paz duradera.

  Shen Weijing no tuvo escrúpulos, e hizo grandes promesas a los japoneses en cuanto se aliaran con China. Dijo que se podría arreglar que Japón pudiera quedarse con parte del sur de Corea, las provincias de Kyonsang, Cholla  y Chungchong. Incluso se presionaría a los coreanos para que pagasen tributo a los japoneses.

 Por supuesto, nada de eso se había consultado con los coreanos.

  En la mañana del día 19 de mayo de 1593, las puestas de hierro de Seúl se abrieron de par en par y 33.000  desnutridos soldados japonés comenzaron a salir de la ciudad.Cruzaron el rio Han en un puente de pontones, que fue destruido tras el paso del ultimo soldado japonés.

 

  Li Rusong, comandante en jefe del ejercito expedicionario chino en Corea, no tenía la más mínima intencion de  moverse de sus posiciones en Tongpa, al sur del rio Imjin,  a un día de marcha de Seúl. Ni siquiera  las suplicas de los más altos oficiales del ejercito coreano para que lanzara sus tropas contra los japoneses en retirada lo convencieron. Peor aun, Li Rusong prohibió a los  coreanos atacar a los japoneses en retirada.

  Li Rusong expuso a los oficiales coreanos sus razones : las negociaciones abiertas entre chinos y japoneses debían llevar a que Japón se convirtiera en estado vasallo de China, así que sus soldados no debían ser atacados o capturados.

  Demasiado tarde, los coreanos se dieron cuenta que los  chinos no habían entrado en Corea para ayudarlos, sino para defender sus propios intereses.

General Kato Kiyomasa, recolectando cabezas en la batalla de Sendaigawa, en 1587.

 

(Continuara…)

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