lunes, 18 de marzo de 2024

1519 : Cortés y los tlaxcaltecas ( I )

 


 Nada más entrar en lo que hoy es el estado de Tlaxcala, en el centro de Mejico, los conquistadores españoles liderados por Hernán Cortes se vieron pronto rodeados por decenas de miles de guerreros hostiles, que iban a luchar desesperadamente por su supervivencia

  De todos los pueblos amerindios que Cortes había encontrado desde su llegada a Méjico hacia casi cinco meses, ninguno había ofrecido una resistencia tan feroz y decidida. Los guerreros tlaxcaltecas no mostraban ningún miedo ante los caballos de los españoles  o los jinetes que los montaban, tratando de arrebatar las lanzas a los españoles para intentar derribar sus monturas.

 

  Un jinete, incapaz de sujetar su lanza del tenaz ataque de sus enemigos, fue inmediatamente acosado por decenas de guerreros, que atacaron a  su corcel con sus enormes espadas de filo de obsidiana, que casi decapitaron al animal.

Macuahuitl, espadas de madera con filo de obsidiana.
 

 Luchando por salir de debajo de su caballo sin vida, el jinete se protegía de las estocadas de sus enemigos con una  rodela, un pequeño escudo de acero. Seguramente hubieran muerto si sus compañeros no hubieran acudido en su rescate, logrando sacarlo herido del campo de  batalla junto a la silla en la que había montado a su infortunado caballo.

Rodela.
 

  Los tlaxcaltecas despedazaron el cadáver del caballo en grandes trozos, mostrándoselos a sus compatriotas para demostrar la vulnerabilidad del animal.

  Cuando Hernán Cortés desembarco en la costa del golfo de México en abril de 1519 solo tenía un vago conocimiento de lo que le esperaba. Sabía que la población local era súbdita de un gran imperio, gobernado por un príncipe llamado Moctezuma, que vivía en una magnifica ciudad del interior. También sabía que los aztecas poseían unas riquezas más allá de los sueños de cualquiera. Inmediatamente, cortes comenzó a hacer planes, buscando la forma de cumplir con las oportunidades que la fortuna le había puesto en el camino.

Hernan Cortes.
 

  La tropa con la que Cortes contaba al principio de su aventura en Méjico no era grande :11 navíos, 100 marineros, 508 soldados (incluidos 32 ballesteros y 13 arcabuceros), 16 caballos, 10 cañones de latón y 4 falconetes, unos recursos ciertamente escasos si lo que se pretendía era conseguir un imperio cuyo territorio albergaba una población de muchos millones de personas y cuya influencia se extendía desde el Atlantico hasta las costas del Pacifico.

Falconete naval.
 

  Entre los muchos defectos atribuidos a Hernan Cortes por sus detractores, no se encuentra desde luego la incapacidad  para hacer cálculos matemáticos simples. Ese conocimiento fue crucial para que Cortes pudiera conseguir aliados con gran éxito.

  Decenas de miles de nativos ayudarían a los españoles como guerreros, porteadores, forrajeadores, etc., durante la conquista de Mejico. Aliados que no solo iban a colaborar con cortes en términos materiales, sino también aumentando su fuerza en las duras negociaciones con Moctezuma.

  De los aliados, los más importantes, tanto por su carácter belicoso como por el esfuerzo necesario para asegurar su colaboración, eran los tlaxcaltecas.

  Cortes tenía mucho interés en conseguir una alianza con los tlaxcaltecas, ya que había sido informado que dicho pueblo era un pueblo de guerreros resistentes e independientes, eternos en su odio a la opresión azteca y a su líder Moctezuma.

  Tantos años de cerco y opresión azteca y las frecuentes incursiones e invasiones de los aliados de Moctezuma sobre sus tierras habían agudizado la desconfianza hacia los extraños.

  Habían recibido informacion de esos extraños visitantes llegados en enormes barcos, de las bestias fantásticas sobre las que cabalgaban y de sus truenos y humo que mataban. También sabían que los hombres llegados del mar habían marchado el interior para encontrarse con Moctezuma, y habían sido acompañados pro los pueblos vasallos de los aztecas.

  Así, los tlaxcaltecas asumieron que los recién llegados también eran siervos de sus enemigos mortales, los aztecas, y que habían llegado a sus tierras para destruirlos.

  Cuando Cortes se acercó a los límites de la tierra de los tlaxcaltecas envió por delante a dos emisarios, dos jefes de tribu ubicadas en Cempoalan (zona de Veracruz, aproximadamente). Tras esperar noticias de los enviados durante dos días, la columna reanudo la marcha y pronto se encontraron con los aterrorizados enviados. Llegados en medio de los preparativos para la guerra, los enviados habían sido retenidos por los tlaxcaltecas como espias de los invasores.

 

  Según los enviados, los tlaxcaltecas ardían en el fervor de la resistencia decidida contra el invasor, y ninguno escucharia las propuestas españolas de paz o treguas.

  La unica respuesta a la invitación  de Cortes a la paz fue que, ya fueran los intrusos seres mortales o seres sobrenaturales, los tlaxcaltecas arrancarían sus corazones de sus cuerpos y roerían la carne de sus huesos.

  Amenazados con sufrir el mismo castigo, los enviados habían conseguido escapar aprovechando un descuido de sus guardias.

  Sin desanimarse, Cortes ordeno desplegar sus estandartes y comenzó a avanzar. Aun no había avanzado más que un par de kilómetros cuando los exploradores informaron que poco más adelante había un grupo de unos 30 guerreros tlaxcaltecas, equipados para la batalla y vigilando la columna española.

  Cortes envió un destacamento para tratar de capturar un par de guerreros. Pero cuando los españoles se acercaron haciendo señas con las manos, los guerreros tlaxcaltecas atacaron.

  Cuando la vanguardia española rechazaba a los atacantes, matando a cinco de ellos, un  numeroso grupo de  3.000 vociferantes guerrero surgio de  la espesura, desatando una lluvia de flechas y dardos endurecidos al fuego.

  Cortes ordeno avanzar al resto de la columna. Los soldados colocaron los arcabuces y ballestas en vanguardia. Con los cañones y los falconetes desplegados en un amplio semicírculo, la artillería comenzó a disparar sobre la masa de atacantes.

  Los tlaxcaltecas estaban acostumbrados a los sonidos de las batallas tal cual las conocían: tambores, los gritos de los hombres, los sonidos de las armas cortantes golpeando la carne, etc. Pero cuando las detonaciones de las armas de fuego resonaron en sus oídos, entraron en un mundo nuevo de sensaciones hasta entonces desconocidas.

  El impulso de los guerreros comenzó a ceder gradualmente bajo la nueva destrucción que acababan de  conocer, pero no huyeron, se retiraron de manera ordenada, manteniendo la integridad del grupo.

  Acampando junto a un arroyo, los españoles pasaron una incomoda noche, dormitando lo que pudieron en sus armaduras puestas, junto a sus armas preparadas, con sus caballos ensillados y los centinelas extremando la vigilancia.

  A la mañana siguiente lo hombres de Cortes reanudaban la marcha, solo para encontrar su ruta bloqueada por un ejercito de 6.000 guerreros tlaxcaltecas, que no cesaron de manifestar  su intención de resistir y no permitir el paso de la columna española.

  De nuevo Cortes probo primero con la diplomacia, y uso a tres tlaxcaltecas cautivos desde la batalla del día anterior, para mandar un mensaje de paz. Pero el mensaje fue muy mal recibido. Apenas los cautivos se reunieron con sus compañeros de armas, la multitud entera comenzó a  aullar de rabia, con sus armas y sus coloridas plumas balanceándose como un bosque azotado por el viento de la tormenta. Y de nuevo se inició el combate.

 

  Los combatientes tlaxcaltecas no eran una turba de rebeldes, sino un auténtico ejercito organizado, con estricta disciplina militar. Aunque cientos de ellos murieron por las primeras descargas de la artillería y la fusilería española, no retrocedieron. Su propósito no era conseguir una rápida victoria sino, mediante un proceso de retirada a base de retroceder unos pocos cientos  de metros cada vez, ir atrayendo a los españoles a un terreno más dificultoso para ellos, en donde además miles de guerreros esperaban emboscados.

  Y así sucedió. Los españoles cayeron en la trampa, y se vieron emboscados en un terreno accidentado en donde su caballería era prácticamente inútil.


 

(Continuara…)

viernes, 15 de marzo de 2024

1351: El combate de los 30 (2ª parte)

 


Viene de aquí:

  El concepto del duelo acordado entre contendientes no era solo un asunto de la Europa medieval y tenia numerosos precedentes en la antigüedad.

  Derivado de antiguos combates singulares entre campeones de ejércitos opuestos (David y Goliat, en la Biblia, o Aquiles contra Héctor en la Ilíada de la guerra de Troya) se permitia el combate preparado entre rivales en guerra para mostrar su fuerza y su temple, ya fuera como preludio o incluso alternativa a una futura batalla.


 

  El combate de los 30 iba a personificar el duelo llevado a una mayor escala, superior numericamente a cualquier duelo anterior.

  Tras acordar los detalles, Beaumanoir y Bemborough volvieron a sus respectivas fortalezas para seleccionar a su plantilla. La del primero, estaba formada íntegramente por bretones, 10 caballeros y 20 escuderos, mientras que Bemborough eligió 7 caballeros y 23 escuderos y hombres de armas  de orígenes diversos: 20 ingleses, 6 alemanes y 4 bretones.

  Los combatientes se armaron con una amplia panoplia de armas, incluidas cimitarras sarracenas, lanzas, hachas de batalla, mazos y dagas. Según "El combate de los treinta", la balada bretona, un caballero inglés, Sir Thomas Belfort, portaba un enorme mazo de mas de 8 kilos de peso.

 

  La noticia del multitudinario duelo se difundió por todas partes, ciudades y pueblos vecinos, atrayendo a muchos espectadores de la región y creando un ambiente festivo, siendo la tropa bretona de Beaumanoir los favoritos para la victoria.

  Varias narrativas de la época cuentan lo ocurrido. Presentando un claro relato del comportamiento  caballeresco de la época, el poeta heroico e historiador francés Jean Froissart entrevisto a innumerables testigos de los acontecimientos más señalados de la época en la que vivió, incluido el duelo de  los 30.

  Escribía sobre el comienzo del combate de los 30: “Y cuando todos hubieron venido cara a cara, hablaron un poco los 60, y luego retrocedieron todos unos pasos, cada uno a su lado."

  El relato de Froissart tiene la clara intención de captar las mejores virtudes caballerescas para persuadir ,ya fuera  a los lectores franceses o ingleses, que esos mismos ideales caballerescos eran dignos de respeto y emulación. En una época de incontables masacres, guerras y saqueos, donde la vida era muy barata, había que tratar de extender la esperanza en la conducta noble de los caballeros.

  En el poema “La batalla de los 30 ingleses y los 30 bretones”, escrito por un bretón de nombre desconocido, aparece una visión mas chovinista del asunto. A diferencia del relato idealista de Froissart, el lenguaje del desconocido bretón es más combativo y más personal, como si hubiera conocido personalmente a alguno de  los contendientes:

 “Respondiendo a su rival, el humilde Beaumanoir hizo destacar su voz sobre los insultos: te escuchamos bien, yo y mi compañía. Si place al rey de la gloria y a Santa María y al buen san Yves, en quien tengo mucha fe, tira los dados. No tendrás suerte, y tu vida será breve”.

  Terminada la charla, los contendientes regresaron a sus respectivos campamento para esperar la señal del comienzo de  las hostilidades. Beaumanoir y Bemborough habían acordado el nombramiento de quienes actuarían como árbitros, encargados de dar “ el pitido inicial”, pedir descansos para comer, tomar vino, etc, detendrían la justa para pedir atención médica y , en general, para garantizar la integridad y el buen trascurrir del combate.

  Con los oponentes preparados, armas en mano, se dio la señal de comienzo, y los combatientes cargaron contra el otro. “Como rayos en la refriega se precipitan”, escribió Froissart, "un choque feroz y aterrador”.

  El campo pronto quedo oscurecido por un torbellino de sangre y sudor, mientras los participantes no dejaban de usar sus espadas, lanzas, mazos,etc, en une esfuerzo pro dejar fuera de combate o terminar con al vida de sus oponentes.

  Al principio del choque, un bretón fue asesinado por la espalda, pero sus compatriotas pudieron mantener la compostura y su código de caballería y se mantuvieron firmes. El combate continuo durante horas hasta que la sed y el cansancio obligaron a  un alto en el combate. Hasta ese momento, los bretones habían sufrido cuatro muertos, y los ingleses dos.

El anónimo poeta bretón relata el amistoso “descanso”:

 “cansados de tanto luchar acordaron una tregua y por un momento descansaron, algo de lo que todos estaban necesitados. Con buen vino de Anjou su sed calmaron, y así  se refrescaron y la lucha mortal reanudaron."

  Tras vaciar sus odres, vendar sus heridas y recuperar el aliento, los caballeros, magullados y ensangrentados reanudaron su salvaje contiende, para deleite de los muchos espectadores.

  La situación empezó a ensombrecerse para los bretones, que se dejaron otros dos muertos en el campo de  batalla. Creyendose con la victoria en la mano, Bemborough colmó de insultos  a Beaumanoir, pero las burlas tuvieron el efecto contrario.

  Un escudero bretón, Alain de Keranrais, atravesó con su lanza al altivo Bemborough, matándolo en el acto.

  Pero los ingleses cerraron filas y se reagruparon, sin dar señales de retirada-.Fue en ese momento decisivo cuando el escudero bretón Guillaume de Montauban salto sobre su corcel y cargo directamente hacia las filas inglesas, derribando y pisoteando a buena parte de la tropa inglesa.

  Quizás su carga frontal no fuera demasiado acorde con las leyes de la caballería y pudiera haber representado una violación de la etiqueta caballeresca, pero el resultado fue tan aplastante que los ingleses no pudieron continuar luchando y se rindieron.

  Cuando el sangriento torneo en el campo de  justas situado entre Josselin y Ploermel llegó a su fin, Beaumanoir salió victorioso a costa de al menos 6 muertos, mientras los ingleses sufrieron 9 muertos, incluido Bemborough. Los ingleses supervivientes fueron apresados y los que pudieron caminar se dirigieron al cautiverio en el castillo de Josselin.

Castillo de Josselin.
 

  El torneo no tuvo ningún efecto en la guerra de sucesión bretona, ni tampoco era esa la intención de los participantes, para quienes el asunto se había limitado a una simple cuestión de honor.

  La guerra se prolongo hasta el 29 de septiembre de 1364, cuando Carlos de Blois resulto muerto en batalla de Auray contra un victorioso Juan IV, hijo de Juan de Monfort. El posterior tratado de Guerande reconocía el derecho de los Monfort a reclamar el ducado de Bretaña, poniendo así fin a la agotadora y sangrienta guerra.

Batalla de Auray.
 

  Seguramente las motivaciones del combate de los 30 nunca serán conocidas en su totalidad. ¿un ejercicio de caballerosidad ? ¿quizás tratar de unir a los bretones a los franceses en contra de los ingleses?

  Cualquiera que fuera la razón, lograron mostrar el compromiso caballeroso entre ambas facciones, y los hombres se comportaron  en su gran mayoría con gran honor y cortesía, incluso ante la muerte.


 

Encyclopedia of The hundred Years War – John Wagner

Military history magazine – 2022-05

viernes, 8 de marzo de 2024

La "otra" guerra de Corea ( 3ª parte )

 


Viene de aquí:

  Los comandos norcoreanos habían confiado en la sinceridad de la palabra de los leñadores, y siguieron su camino hacia Seul, sin saber que la alarma general ya se había dado por todo el pais.

  La tarde del día 20, ya muy cerca de Seúl, el grupo de  comandos se dividió en celulas de dos o tres unidades para entrar en la ciudad  por separado, y dirigirse hacia el piso franco.

  Pronto se vieron sorprendidos por la gran cantidad de seguridad policial alrededor de los edificios gubernamentales, y el número de soldados y policías patrullando las calles.

  Aunque todo estaba en su contra, decidieron continuar su mision, y haciéndose pasar por una de esas patrullas, se dirigieron hacia la Casa Azul.

  Un policía curioso los detuvo en un control, a apenas 800 metros de su objetivo. Respondieron poco convincentemente a las preguntas de los agentes, y el sargento de la policía al mando del control saco su pistola, muriendo en el feroz tiroteo que se desato. Los asaltantes trataron de escapar, y finalmente lo consiguieron, aunque se dejaron atrás 3 muertos.

 

  Los disparos continuaron toda la noche, mientras la policía y los soldados perseguían a los distintos grupos de comandos que intentaban escapar. Dos docenas de civiles resultaron atrapados en el fuego cruzado mientras viajaban en un autobús municipal, y 10 de ellos resultaron muertos.

  Con las primeras luces del día, soldados surcoreanos y estadounidenses comenzaron a registrar las montañas que rodean la capital. Oficinistas, cocineros, mecánicos y otros soldados de intendencia sustituyeron momentáneamente en las posiciones defensivas de la DMZ a las mejoras tropas estadounidenses, que se dedicaron a la tarea de cazar comandos norcoreanos.

  En un par de días, 29 asaltantes habían muerto, uno fue capturado y uno pudo escapar a Corea del norte. Fue una victoria costosa para los defensores, ya que 69 surcoreanos murieron (soldados, policías y civiles), junto a tres soldados estadounidenses. Decenas mas resultaron heridas en los tiroteos.

  El interrogatorio del comando capturado, teniente Kim Shin Ho, creo una crisis de confianza entre la república de Corea y los Estados Unidos. Fue llevado a la DMZ, donde enseño a sus captores el lugar exacto pro el que los comandos habían accedido a la República de Corea.

Kim Shin Ho.
 

  No solo los guardias no habían estado lo suficientemente atentos, tampoco la valla metálica aparecía en buen estado, ya que presentaba signos de haber sido toscamente reparada varias veces.

  Si los oficiales hubieran controlado a sus hombres según el procedimiento estándar, no se hubiera producido la entrada de los comandos norcoreanos, y así se lo hicieron saber los oficiales estadounidenses  a los surcoreanos, que replicaron ofendidos, acusando a los soldados estadounidenses de indolencia, amenazando además con retirar las tropas surcoreanas de Vietnam.

  Pero los graves errores detectados pronto quedaron olvidados. El 23 de enero, mientras en Seul se discutían las medidas para solucionar los errores, la marina de Corea del Norte se apoderaba del USS Pueblo, un barco de recogida de inteligencia que navegaba por el mar de Japon. Un marino estadounidense resulto muerto en el incidente, y otros 82 fueron capturados.

USS Pueblo.

 

  Nadie en Corea del Sur sabia de la presencia del barco en la zona, y pronto las autoridades de Seul se negaron a participar en un hipotético intento de rescate. De nuevo, los Estados Unidos parecieron impotentes e incompetentes ante el mundo.

  Para empeorar las cosas, una semana después, la ofensiva del Tet se extendió por todo Vietnam. Entre el 30 y e 31 de enero se produjeron ataques del Vietcong sobre 42 ciudades de Vietnam del sur, incluyendo la embajada estadounidense de Saigón.

Vietcong capturado en el asalto a la embajada USA en Saigon.
 

  Los aliados no tardaron en repeler la ofensiva, pero los combates en la antigua capital vietnamita de Hue duraron más de un mes. Las audiencias televisivas en Estado Unidos estaban saturadas con imagenes de los combates en Vietnam, pasando la ofensiva del Tet a convertirse en un acontecimiento decisivo que dejaba de lado otras noticias y otros conflictos, ya que el éxito militar pudo acallar momentáneamente el fracaso político que los EE.UU. estaban obteniendo con su intervención en Vietnam.

  Para Park Chung Hee y sus generales, la ofensiva del Tet era un espectáculo secundario. Consideraban el ataque norcoreano sobre la Casa Azul y la captura del USS Pueblo eran actos de guerra, y criticaron abiertamente la falta de represalias por parte estadounidense.

  Las declaraciones injuriosas de Park Chung Hee contra  Estados Unidos termino por llevar la relación entre ambos países a un mínimo. El presidente Johnson tenía las manos ocupadas en Vietnam y no tenía ninguna intención en iniciar otra guerra contra Corea del Norte.

  Johnson envió a Cyrus Vance, su enviado especial, a Seul, para tratar de apaciguar a  Park con un paquete de ayuda militar de 100 millones de dólares (unos 900 millones dolares hoy).

  Mostrando su desdén, Park se negó en principio a recibir a Vance, aunque finalmente cedió. Tras varios días de fuertes discusiones, las relaciones entre ambos países mejoraron, pero la alianza no volvio a los niveles de apenas dos años atrás.

Cyrus Vance y Park Chung Hee : "No estamos satisfechos del todo, pero hemos sentado las bases para futuras conversaciones."
 

  La ofensiva del Tet y la captura del USS Pueblo también había desviado la atención de los periodistas sobre lo ocurrido en la DMZ. El ataque a la Casa Azul solo mereció un pequeño artículo en el New York Times, y ningún periodista se interesó por los rumores que indicaban graves fallos de seguridad en la DMZ.

  Así, las autoridades estadounidenses, con el foco informativo en Vietnam, dejaron que la violación de la DMZ por comandos enemigos muriera de muerte natural, alegrándose que no se hicieran las molestas preguntas sobre los fallos de seguridad.

  No hubo arrestos ni consejo de  guerra en la 2ª division de  infantería USA. El general Bonesteel uso sabiamente los traslados para acelerar la salida de la unidad de los oficiales que se habían mostrado poco eficaces en la vigilancia de la DMZ. Bonesteel pensaba que la relación entre Corea del Sur y Estados Unidos estaba lo suficientemente dañada como para no ventilar los trapos sucios con castigos públicos.

  Por su parte, Kim il Sung no sufrió ninguna consecuencia por sus acciones. Envalentonado, incremento la presión contra Corea del Sur.

  El 21 de abril, una patrulla estadounidense se vio rodeada en la DMZ por una cincuentena de soldados del KPA. Cinco atacantes murieron en el choque, mientras los estadounidenses sufrían  1 muerto y tres heridos.

  En 1968 se produjeron mas de 230 escaramuzas en la DMZ, en las que resultaron muertos  17 estadounidenses y 145 soldados surcoreanos. A cambio, 321 integrantes del KPA habían muerto, y todas las incursiones desde el norte fueron detectadas y repelidas con éxito.

  A pesar del fracaso, el dictador  de Corea del Norte no cesó en sus provocaciones, aunque por entonces se enfrentaba a un nuevo presidente estadounidense, Richard Nixon, quien envió aviones de combate y un gran contingente de la 82ª división aerotransportada a Corea del Sur para unas maniobras conjuntas en 1969 ( Ejercicio Focus Retina )

  El espectáculo de  los nuevos aviones de combate y miles de paracaidistas en el aire, que se hizo a corta distancia de la línea de demarcación y a la vista de cualquier coreano del norte que quisiera mirar, preocupo a Kim, quien creyó que era el anticipo de la invasión  de Corea del Norte.

  Pero Kim estiró la cuerda una vez más. El 15 de abril, cumpleaños de Kim, dos cazas MIG 21 derribaban un EC 121, avion de inteligencia estadounidense a 150 kilómetros de la costa de la República Popular  de Corea, causando la muerte a 31 militares estadounidenses.

Avion espia EC-121.
 

  Nixon se enfureció, pero opto por una demostracion de  fuerza amenazando con bombardear Corea del Norte, reanudando los vuelos de aviones de inteligencia, esta vez escoltados por dos cazas fuertemente armados. También ordeno la llegada al mar de Japón de dos flotas dotadas de  portaviones.

CE-121 escoltado por cazas.
 

  Kim se vio obligado a cesar en sus ataques al DMZ, y pago su frustración con los dirigentes del KPA. Cometer fallos en el reino comunista de Kim tenía sus consecuencias, y centenares de oficiales de alto rango fueron ejecutados o condenados a cadena perpetua.

  El mismo general norcoreano que había ideado el ataque a la Casa Azul fue torturado antes de ser fusilado, por supuesto sin juicio.


 

Scenes from an Unfinished War: Low Intensity Conflict in Korea, 1966-1969  - Daniel Bolger

The Blue House raid – Robert Perron