domingo, 21 de diciembre de 2025

Cenando en la zona noble (1ª parte )

 

Retablo obra del Maestro de los Paneles de Santa Isabel, que muestra un banquete nupcial en Turingia a finales del siglo XV.

 ¿Qué diferenciaba las mesas de los nobles de las del pueblo llano? En primer lugar, la cantidad de comida servida a los invitados, lo que indicaba riqueza. Las mesas de los nobles casi se desmoronaban bajo el peso y la cantidad de platos servidos. En segundo lugar, ciertos productos y alimentos estaban reservados para la élite según su precio, disponibilidad y simbolismo.

 La comida se jerarquizaba según su proximidad al Cielo: la comida más cercana al cielo era la más noble, mientras que la más cercana a la superficie de la tierra era la menos noble.

  Mientras que los pobres comían cebollas, cerdo y ajo, los ricos se deleitaban con melocotones, cerezas y aves. La carne de venado solía estar reservada para los ricos, quienes tenían derecho a cazarlo, mientras que el cerdo, un animal que excava la tierra con el hocico, se consideraba un animal sucio  y se asociaba con la gente común.

Asando aves para un banquete, segun un ejemplar del Decameron de 1432.
 

 Los banquetes de la nobleza incluían una gran cantidad de aves de caza y aves de corral, así como frutas y vino, todo muy condimentado con especias exóticas y caras. Los días de pescado eran bastante frecuentes, y no solo se reservaban para los viernes por cuestiones religiosas.

 Además, ciertos pescados y platos a base de pescado eran más comunes en las mesas de los pobres que en los banquetes de las élites. En el sur de Francia, por ejemplo, si se capturaban delfines, sus sesos debían entregarse al obispo local porque se consideraban un manjar apropiado solo para las elites.

Los caballeros de la Mesa Redonda ( ¿ quizas ? ), disfrutando de un merecido banquete, segun un manuscrito del siglo XIV
 

  Dos características de los banquetes de finales de la Edad Media sorprenden bastante al público moderno. La primera es la comida “disfrazada” o comida “falsificada”, lo que ahora se llama “trampantojo”. platos que no se parecían a lo que realmente eran.

 Los cocineros desplumaban y preparaban un pollo, lo cocinaban y luego lo adornaban con plumas y una cabeza de pavo real para que pareciera el colorido pájaro. En los días de ayuno, el pescado se disponía de tal manera que parecía cordero o cualquier otro mamífero o ave. “La comida y los platos son tan extraños y están tan disfrazados que uno no puede adivinar qué son”, escribía el cronista francés Jehan Froissart a finales del siglo XIV al describir un festín que había presenciado.

 Mediante diversos procesos, los chefs modificaban el color y la forma de los ingredientes para deleitar el paladar y la vista de la forma más espectacular posible, con la esperanza de sorprender a los invitados. El famoso erizo falso, por ejemplo, consistía en un relleno de callos cocinado en tripa de cordero con forma de erizo. Las espinas falsas se preparaban con almendras finamente laminadas y tostadas.

 La filosofía que guiaba a estos chefs era que, además de tener buen sabor, la comida debía ser visualmente atractiva. Por ejemplo, los platos debían ser coloridos. De las 73 recetas escritas por el Maestro Chiquart, 65 se centraban en el color final de los platos. El azafrán se utilizaba para teñir la comida de amarillo, las hierbas daban diversos tonos de verdes, y los tonos naranjas y marrones se obtenían con pan rallado ligeramente tostado.

 Similar a la comida disfrazada, ciertas técnicas de preparación simulaban que los animales cocinados que se presentaban a los invitados estaban, de hecho, vivos.

 El recetario del siglo XV, Viandier de Taillevent, cuenta numerosas recetas con ese objetivo. La receta del pavo real muerto pero vivo dice lo siguiente: “Inflen los pavos reales como si fueran cisnes y ásenlos hasta que adquieran un color dorado”. Una vez asados, los cocineros debían “aliñarlos”, es decir, volver a colocarles las plumas. “Se necesitan palitos finos e hilo para sujetar las plumas de la cola y que parezca que el pavo real la está extendiendo”. También se introducían palitos finos por el cuello del ave para mantener la cabeza en alto.

 El segundo plato principal de los banquetes nobles se llamaba "entremets". La palabra ,de origen francés,  significa  “momentos entre platos”, de cuando se ofrecía entretenimiento a los invitados.

 El uso de “entremets” para designar estos interludios está atestiguado desde los siglos XII y XIII. Al principio, solían consistir en música y espectáculos acrobáticos. En el siglo XIV, se volvieron más teatrales y sofisticados. En 1378, Carlos V de Francia organizó un banquete para Carlos IV de Luxemburgo. El entremet del banquete representó la caída de Jerusalén.

"La caida de Jerusalen", segun un manuscrito de Les grandes Chroniques de France.
 

 Los artistas construyeron réplicas de un velero y de una torre, y actores con armaduras simularon un combate hasta que tomaron la torre por la fuerza. Tras la escena, la escenografía y los actores abandonaron el salón de recepciones. Ese entremet en particular aparece en un manuscrito de Les Grandes Chroniques de France, que describe la escena con gran detalle.

 En el siglo XV, el término entremet pasó a denotar platos servidos entre los platos principales, generalmente con cierto grado de entretenimiento. En 1433, por ejemplo, se sirvió un entremés de pescado para la boda del hijo del duque de Saboya. Los artistas habían construido un gran velero con velas y mástiles. Un hombre estaba de pie en una plataforma a medio mástil, mientras otro dirigía el barco en la popa. Las sirenas cantaban cuando el entremés entró en el comedor. El barco estaba cargado de pescado que los sirvientes ofrecieron a los invitados.

  En 1490, el banquete que conmemoraba la boda del príncipe Alfonso de Portugal con la princesa Isabel, hija mayor de los Reyes Católicos fue testigo de un curioso entremés. Entró una carreta dorada, tirada por dos bueyes asados, cuyos cuernos y patas estaban cubiertos de hojas de oro. A los lados del carro había ovejas asadas con cuernos dorados. Un joven cerraba la escena, vestido de vaquero. Todos los animales iban montados sobre ruedas, “de modo que parecían andar”, reza una crónica.

 Al igual que hoy, mientras que las mujeres se encargaban de la mayor parte de la cocina casera, los chefs de renombre eran hombres. Los conocemos porque escribieron libros de cocina tan famosos que han sobrevivido siglos.

Todos ellos vivieron a finales de la Edad Media y trabajaron para familias nobles.

  Guillaume Tirel, conocido como Taillevent (m. 1395), fue el maestro de cocina de los reyes Carlos V y Carlos VI de Francia. El libro de cocina atribuido a Taillevent es Le Viandier, que, en realidad, fue escrito mucho antes del nacimiento del supuesto autor.

 

 El primer libro de cocina inglés es contemporáneo a Le Viandier. Titulado The Forme of Cury, esta compilación de recetas a veces se atribuye al jefe de cocina de Ricardo II. 

 

 Otro chef famoso es Johannes Bockenheim, nacido y criado en Alemania, quien cocinó para el papa Martín V en Roma en el primer tercio del siglo XV. El chef alemán escribió su libro de cocina, el Registrum Coquine, en latín.

 

  El chef Maître Chiquart es famoso por su obra "Du fayt de cuisine", compuesta mientras trabajaba en la corte de Saboya, alrededor de 1420. 

 

  Finalmente, el maestro Martino de Rossi fue un chef italiano de la segunda mitad del siglo XV, autor del “Libro de arte coquinaria”, a menudo descrito como una obra maestra de la gastronomía en varios volumenes. 

 

  Algunos de estos chefs aún son conocidos hoy en día, principalmente porque se conservan sus recetarios. Los historiadores gastronómicos suelen diferenciar los libros de cocina del siglo XIV de los del siglo XV. Los primeros ofrecían instrucciones muy limitadas, a veces omitiendo información sobre el proceso de cocción de los ingredientes (¿asado?, ¿hervido?, ¿al vapor?, ¿y durante cuánto tiempo?) y asumían que el lector ya tenía experiencia en la cocina.

 Los libros de cocina del siglo XV eran más detallados: el Maître Chiquart y el Maestro Martino, por ejemplo, proporcionaban información sobre el proceso de cocción y su duración, lo que daba a los libros un cierto valor pedagógico.


 

 (Continuara…)

martes, 16 de diciembre de 2025

JUEGOS DE GUERRA , 6ª parte

 


 Viene de aqui:

 Uno de los más raros juegos producidos durante la 2ª guerra mundial se centra en la famosa cocina de campaña del ejército alemán, llamada Gulaschkanone, el cañón de goulash.

  Se basaba en la famosa frase atribuida por unos a Napoleón y otros a Federico el Grande, “ un ejercito camina sobre su estómago”, que viene a significar que el suministro regular y constante de alimentos es fundamental para la moral  de los soldados en campaña.

  Así, mientras la Blitzkrieg germana barría primero Europa occidental y más tarde la Unión Soviética, alguien pensó que suministrar provisiones a las tropas de la Wehrmacht en el campo de batalla podría ser un buen tema para un juego que explorara la logística , el riesgo y la dificultad que suponía mantener a los soldados bien alimentados e hidratados.

  Gulaschkanone era el apodo dado por las tropas alemanas a su cocina de campaña. El goulash era una típica comida que consiste en grandes trozos de carne en salsa, y el kanone, cañón, se debía a la forma y situación del tubo de expulsión de gases de la cocina. El termino oficial para la cocina era el de Feldkochherd o Feldkuche, y funcionaba en todos los frentes gracias a un pequeño ejército de cocineros. Su objetivo, a menudo también su obligación, era asegurarse que las tropas germanas tuvieran cada día al menos una comida caliente.

 

 El juego en si era para dos o tres jugadores, y consistía en llevar diversos tipos de suministros por vía férrea a tres cocinas distribuidas por el tablero de juego, de colores rojo, azul y amarillo.

 Los jugadores debían “tomar” los suministros del Ersatz verflegungs magazín ( almacén de suministros ) y llevarlos al Armee-Verpflegungslager (campamento de distribución del ejercito).

 

 A lo largo de la ruta había diversos obstáculos, entre los que se encontraban los ataques aéreos aliados o los partisanos, que volaban los puentes del ferrocarril.

  Típico juego de tirar los dados y mover las fichas, estas eran de madera pintada de rojo, amarillo y azul. Cada jugador debía hacer llegar al campamento de distribución tres lotes, siendo ganador el primer jugador en hacer llegar todos ellos.

El juego fue creado y desarrollado por el fabricante Verlag Hugo Grafe, basado enDresden y responsable de producir también un amplio catálogo de juegos militares durante la década de 1930 y los primeros años de la guerra, incluyendo el famoso Adler-luftkampfspiel.
 

 

  El tablero del juego representaba una vista aérea del campo de  batalla mostrando tres vías de ferrocarril que pasaban a  través de campos y ciudades, cruzando ríos en su camino al objetivo final.

 


  La caja que contenía el juego mostraba a unas aparentemente muy felices soldados alemanes haciendo cola ante una cocina de campaña con varios tipos de recipientes. Detras, un panadero reparte el fruto de su trabajo a un grupo de  soldados, y un poco mas atras se pueden distinguir los restos de una casa incendiada.

  La portionsatz, ración diaria de un soldado alemán, consistía en tres comidas, con el desayuno aportando la quinta parte de las calorías consumidas diariamente, la comida aportaba la mitad de las calorías, y la cena una tercera parte. Durante el verano, se aportaba a la ración diaria una pequeña racion de  vino, en los lugares en los que habia abundancia de tal bebida.

 

 Había cuatro categorías de raciones : raciones de hierro, raciones de combate, raciones de marcha y raciones para animales

 Una ración de hierro típica (halbieserne ) constaba de una lata de 300 gramos de carne ( cerdo, pavo , pollo y ternera)  y 150 gramos de pan duro o bizcocho. En ocasiones se repartía Fleischkonserve, una lata compuesta de mezcla de diferentes productos cárnicos.

  Las comidas, cuando era posible, se cocinaban en lugares habilitados para ello, y la Wehrmacht debía suministrar medios de transporte , tanto mecanizados como animales, para transportar las cocinas hasta el lugar elegido.

  Cuando se trataba de cocinar para las unidades no mecanizadas, las gulaschkanone eran transportadas  normalmente por caballos, mientras que para alimentar a las unidades panzer y panzergranadier se transportaban sobre camiones.

 

 Las cocinas de campaña se utilizaban para dar de comer a unidades de mas de 50 hombres, para las unidades de menor tamaños se suministraba equipamiento de  cocina individual.

  Los menús de las gulaschkanone consistían la mayoría de las veces en sopa de patata o sopa de guisantes con jamón como entrante, y como segundo plato goulash o algún guiso de  carne similar acompañado por pan o galletas. Cuando las cocinas de campaña no habian podido ser puestas  en marcha, sopa condensada de tomate con carne era el sustituto corriente, al que los soldados añadían agua o leche condensada para aportarle más sabor.

 

  Los soldados alemanes acostumbraban a llevar consigo sobres de sopa instantánea deshidratada  llamados Erbswurst, que iban en cajas de seis raciones. Solo había que abrir el paquete, añadirle 300 mililitros de agua hirviendo, y se conseguía rápidamente una sopa caliente y nutritiva.

  La ración diaria para cada soldado era determinada por el alto mando de las fuerzas armadas o el OKW (Oberkommando del Wehrmacht), dependiendo de la tarea que le esperaba o el frente en el que combatia. Las tropas de elite recibían raciones especiales, como raciones de combate para paracaidistas, consistente en dos latas de jamón en trozos y alguna barrita energética, sobre de café con leche en polvo, pan de centeno( que duraba muchos días sin ponerse excesivamente duro ) y caramelos. A las tropas que iban a combatir en ambientes especialmente difíciles se les añadía dos latas de queso.

  Las SS disponian de  raciones especiales, con sus latas de comida tratadas con un recubrimiento especial para mantener el interior fresco en cualquier clima y pintadas en laca para evitar la oxidación.

  Las raciones normales para un soldado en una unidad SS en el campo de  batalla consistían en un suministro para cuatro días que constaba de poco menos de  un kilo de graubrot, un pan de mezcla de trigo y centeno, 4 latas de carne de 300 gramos cada una, 250 gramos de vegetales y pequeñas cantidades de mantequilla , margarina, sucedaneo de  café, frutos secos y 5 gramos de azúcar.

 

  También se incluía una cajetilla con seis cigarrillos, aunque el líder de las SS Heinrich Himmler no aprobaba tal práctica ( aunque el fumaba puros ), pero en muchas ocasiones los cigarrillos ayudaban a aliviar el estrés de las tropas en combate. También había otros suplementos para las SS del que las tropas regulares carecían, como el leberwurst, un embutido tradicional a base de hígado de cerdo, tocino, y especias.

  En los territorios ocupados la Wehrmacht no tenía ningún cargo de conciencia en utilizar cualquier comida local para alimentar a las tropas, aunque eso supusiera la hambruna o incluso la muerte por inanición para muchos civiles.

Picando carne en el frente oriental.
 

  El sistema de las cocinas de campaña para alimentar a las tropas funciono con la típica eficacia teutona hasta que la guerra giró en contra de Alemania, y, sobre todo en el frente oriental, las tropas germanas  estaban sin una comida caliente digna de ese nombre durante semanas.


 

(Continuara…)