viernes, 15 de marzo de 2024

1351: El combate de los 30 (2ª parte)

 


Viene de aquí:

  El concepto del duelo acordado entre contendientes no era solo un asunto de la Europa medieval y tenia numerosos precedentes en la antigüedad.

  Derivado de antiguos combates singulares entre campeones de ejércitos opuestos (David y Goliat, en la Biblia, o Aquiles contra Héctor en la Ilíada de la guerra de Troya) se permitia el combate preparado entre rivales en guerra para mostrar su fuerza y su temple, ya fuera como preludio o incluso alternativa a una futura batalla.


 

  El combate de los 30 iba a personificar el duelo llevado a una mayor escala, superior numericamente a cualquier duelo anterior.

  Tras acordar los detalles, Beaumanoir y Bemborough volvieron a sus respectivas fortalezas para seleccionar a su plantilla. La del primero, estaba formada íntegramente por bretones, 10 caballeros y 20 escuderos, mientras que Bemborough eligió 7 caballeros y 23 escuderos y hombres de armas  de orígenes diversos: 20 ingleses, 6 alemanes y 4 bretones.

  Los combatientes se armaron con una amplia panoplia de armas, incluidas cimitarras sarracenas, lanzas, hachas de batalla, mazos y dagas. Según "El combate de los treinta", la balada bretona, un caballero inglés, Sir Thomas Belfort, portaba un enorme mazo de mas de 8 kilos de peso.

 

  La noticia del multitudinario duelo se difundió por todas partes, ciudades y pueblos vecinos, atrayendo a muchos espectadores de la región y creando un ambiente festivo, siendo la tropa bretona de Beaumanoir los favoritos para la victoria.

  Varias narrativas de la época cuentan lo ocurrido. Presentando un claro relato del comportamiento  caballeresco de la época, el poeta heroico e historiador francés Jean Froissart entrevisto a innumerables testigos de los acontecimientos más señalados de la época en la que vivió, incluido el duelo de  los 30.

  Escribía sobre el comienzo del combate de los 30: “Y cuando todos hubieron venido cara a cara, hablaron un poco los 60, y luego retrocedieron todos unos pasos, cada uno a su lado."

  El relato de Froissart tiene la clara intención de captar las mejores virtudes caballerescas para persuadir ,ya fuera  a los lectores franceses o ingleses, que esos mismos ideales caballerescos eran dignos de respeto y emulación. En una época de incontables masacres, guerras y saqueos, donde la vida era muy barata, había que tratar de extender la esperanza en la conducta noble de los caballeros.

  En el poema “La batalla de los 30 ingleses y los 30 bretones”, escrito por un bretón de nombre desconocido, aparece una visión mas chovinista del asunto. A diferencia del relato idealista de Froissart, el lenguaje del desconocido bretón es más combativo y más personal, como si hubiera conocido personalmente a alguno de  los contendientes:

 “Respondiendo a su rival, el humilde Beaumanoir hizo destacar su voz sobre los insultos: te escuchamos bien, yo y mi compañía. Si place al rey de la gloria y a Santa María y al buen san Yves, en quien tengo mucha fe, tira los dados. No tendrás suerte, y tu vida será breve”.

  Terminada la charla, los contendientes regresaron a sus respectivos campamento para esperar la señal del comienzo de  las hostilidades. Beaumanoir y Bemborough habían acordado el nombramiento de quienes actuarían como árbitros, encargados de dar “ el pitido inicial”, pedir descansos para comer, tomar vino, etc, detendrían la justa para pedir atención médica y , en general, para garantizar la integridad y el buen trascurrir del combate.

  Con los oponentes preparados, armas en mano, se dio la señal de comienzo, y los combatientes cargaron contra el otro. “Como rayos en la refriega se precipitan”, escribió Froissart, "un choque feroz y aterrador”.

  El campo pronto quedo oscurecido por un torbellino de sangre y sudor, mientras los participantes no dejaban de usar sus espadas, lanzas, mazos,etc, en une esfuerzo pro dejar fuera de combate o terminar con al vida de sus oponentes.

  Al principio del choque, un bretón fue asesinado por la espalda, pero sus compatriotas pudieron mantener la compostura y su código de caballería y se mantuvieron firmes. El combate continuo durante horas hasta que la sed y el cansancio obligaron a  un alto en el combate. Hasta ese momento, los bretones habían sufrido cuatro muertos, y los ingleses dos.

El anónimo poeta bretón relata el amistoso “descanso”:

 “cansados de tanto luchar acordaron una tregua y por un momento descansaron, algo de lo que todos estaban necesitados. Con buen vino de Anjou su sed calmaron, y así  se refrescaron y la lucha mortal reanudaron."

  Tras vaciar sus odres, vendar sus heridas y recuperar el aliento, los caballeros, magullados y ensangrentados reanudaron su salvaje contiende, para deleite de los muchos espectadores.

  La situación empezó a ensombrecerse para los bretones, que se dejaron otros dos muertos en el campo de  batalla. Creyendose con la victoria en la mano, Bemborough colmó de insultos  a Beaumanoir, pero las burlas tuvieron el efecto contrario.

  Un escudero bretón, Alain de Keranrais, atravesó con su lanza al altivo Bemborough, matándolo en el acto.

  Pero los ingleses cerraron filas y se reagruparon, sin dar señales de retirada-.Fue en ese momento decisivo cuando el escudero bretón Guillaume de Montauban salto sobre su corcel y cargo directamente hacia las filas inglesas, derribando y pisoteando a buena parte de la tropa inglesa.

  Quizás su carga frontal no fuera demasiado acorde con las leyes de la caballería y pudiera haber representado una violación de la etiqueta caballeresca, pero el resultado fue tan aplastante que los ingleses no pudieron continuar luchando y se rindieron.

  Cuando el sangriento torneo en el campo de  justas situado entre Josselin y Ploermel llegó a su fin, Beaumanoir salió victorioso a costa de al menos 6 muertos, mientras los ingleses sufrieron 9 muertos, incluido Bemborough. Los ingleses supervivientes fueron apresados y los que pudieron caminar se dirigieron al cautiverio en el castillo de Josselin.

Castillo de Josselin.
 

  El torneo no tuvo ningún efecto en la guerra de sucesión bretona, ni tampoco era esa la intención de los participantes, para quienes el asunto se había limitado a una simple cuestión de honor.

  La guerra se prolongo hasta el 29 de septiembre de 1364, cuando Carlos de Blois resulto muerto en batalla de Auray contra un victorioso Juan IV, hijo de Juan de Monfort. El posterior tratado de Guerande reconocía el derecho de los Monfort a reclamar el ducado de Bretaña, poniendo así fin a la agotadora y sangrienta guerra.

Batalla de Auray.
 

  Seguramente las motivaciones del combate de los 30 nunca serán conocidas en su totalidad. ¿un ejercicio de caballerosidad ? ¿quizás tratar de unir a los bretones a los franceses en contra de los ingleses?

  Cualquiera que fuera la razón, lograron mostrar el compromiso caballeroso entre ambas facciones, y los hombres se comportaron  en su gran mayoría con gran honor y cortesía, incluso ante la muerte.


 

Encyclopedia of The hundred Years War – John Wagner

Military history magazine – 2022-05

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