lunes, 15 de junio de 2015

Zenobia, reina de Palmira (1ª parte)



 Zenobia,la reina encadenada.

  En 1874, el Dr. William Wright encabezo una modesta expedición que recorrió las llanuras del centro de Siria en busca del olvidado reino de la reina Zenobia. El 1 de junio,acompañado por una escolta armada que le protegía de los bandidos beduinos, el Dr. Wright llegaba a la vista de las antiguas ruinas de Palmira.



  Eran las ruinas del santuario al dios Bel.Wright divisó en el interior del templo varias chozas habitadas por árabes nomadas.En su libro “Una crónica sobre Palmira y Zenobia”, editado en 1895, Wright se quejaba  amargamente sobre la interferencia humana sobre las ruinas:


               “dondequiera que vayamos encontramos restos de suciedad y mal olor provocado por humanos. Miseria y atmosfera pestilente, así es ahora el estado de tan magnífico templo “

 Santuario del dios Bel en Palmira,en la actualidad ( si no lo han destruido ya los salvajes del IS )


  1700 años antes, el templo al dios Bel había sido uno de  los mas extraordinarios edificios que habían convertido a Palmira en una de las esplendidas ciudades del oriente medio. Situada en el centro de una ruta comercial que transportaba artículos de todo tipo entre los puertos del Mediterráneo oriental y los lejanos países de más allá del golfo Pérsico, Palmira había crecido y se había enriquecido bajo control del imperio romano. 

  Fue entre los muros del lujoso palacio real de Palmira en donde, en el siglo III de nuestra era, la reina Zenobia aprendió lo que significaba el poder y como utilizarlo.

 Teatro romano de Palmira.

  Séptima Zenobia, la forma latina del nombre arameo Bat Zabbai,” sus ojos eran negros, su cara morena, y su belleza era en general increíble. Tan blancos eran sus dientes que algunos podían pensar que tenia perlas en vez de dientes. Su voz era clara y potente, severa si la necesidad lo demandaba, o era clemente y bondadosa, cuando su sentido de la justicia lo requería”.


  Así hablaba de la reina Zenobia un autor romano anonimo de la época de Constantino I, (Siglo IV. Aprox.) , en los Scriptores Historiae Augustae, una compilación de biografías de emperadores romanos y usurpadores del periodo entre el año 117 y el año 284 del imperio romano.




  Podría haber sido la extraordinaria belleza de Zenobia lo que había llamado la atención del rey Séptimo Odenato de Palmira, pero lo que mantuvo  a la pareja unida durante su reinado conjunto seguramente fue el fuerte carácter y la inteligencia de la reina, que se negaba a permanecer en palacio y siempre  acompañaba a su real esposo en sus campañas militares.


  Muy pronto, Zenobia aprendió la realidad de la política y la guerra. Según otro autor de la Historiae Augustae, en ocasiones la reina caminaba varias millas al ritmo de la infantería, cazaba con la caballeria, se reunía en consejo de guerra con los generales del rey, y en ocasiones bebía con los enviados persas o armenios para tratar de sonsacarles información relevante. El sequito de la reina estaba compuesto de varios ancianos eunucos y alguna joven sirvienta, siempre con los oídos abiertos y la boca cerrada.


  Además de su nativo idioma arameo, la reina Zenobia hablaba perfectamente egipcio y era capaz de leer griego y latín.


  Por su parte, Séptimio Odenato, el marido de la reina Zenobia, era un exitoso oportunista, que siempre tenía la suerte de estar en el momento justo en el sitio adecuado. Cuando el emperador Valeriano fue apresado por el rey persa Sapur I en el año 260, la posibilidad de que el imperio romano de oriente cayera en manos de la dinastía persa sasánida se fue acrecentando.


  Odenato, pertenencientea una rica familia de Palmira y receptor del cargo imperial de consularis (que habían servido como cónsules en las provincias del imperio, pero no habían sido nombrados por el senado como tales), asumió la defensa de toda la provincia romana de Asia contra la amenaza persa sasánida. Si lograba su objetivo, su posición en la zona se fortalecería en gran medida, y pasaría de ser un gobernador provincial a convertirse en poco menos que un emperador  de su propio reino de las provincias del oriente medio.


  Con la fortuna familiar a su disposición, Odenato reunió un potente ejército, sumándolo a los restos de las legiones romanas de Siria. Con Zenobia cabalgando  a su lado, en el año 260 las tropas de Odenato marcharon hacia el rio Eufrates, en donde derrotaron al ejército persa y reconquistaron  la ciudad de Nibisis.Despues, persiguieron al derrotado rey Sapor I, llegando hasta Ctesifonte, en las orillas del rio Tigris.


  Habiendo asegurado la zona de Mesopotamia, el siguiente paso de Odenato consistió en limpiar su camino al poder de molestos aspirantes, terminando con la rebelión del usurpador Titus Fulvius Iunius Quietus en la ciudad de Emesa.Al usurpador Iunius  Quietus apenas le dio tiempo a acuñar moneda, pero poco mas pudo hacer contra el poderoso ejército de Palmira.

 Moneda acuñada por Iunius Quietus.


  El agradecido nuevo emperador del imperio romano de oriente, Galieno, hijo del asesinado emperador Valeriano, concedió a Odenato el titulo de restitutor totius orientis, gobernador de todas las provincias romanas del este, desde Asia menor hasta Egipto, un cargo que anteriormente solo podían ostentar los emperadores. En respuesta, y para dejar bien claras sus intenciones,Odenato se proclamo a si mismo rey de Palmira.


  Durante siete años, Odenato gobernó su reino con mano de hierro. Humillo a los ejércitos sasánidas una y otra vez, mientras el imperio romano se concentraba en defender sus fronteras europeas contra las invasiones barbaras.Pero en el año 267, Odenato murió asesinado.


  Según los autores de la Historiae Augustae, quien dirigió la conspiración para el asesinato de Odenato fue su esposa, la reina Zenobia.


  El motivo seria que Zenobia tenía miedo que Hairan, el hijo mayor de Odenato fruto del primer matrimonio del rey, pudiera sucederle.Segun los mismos autores, Hairan era un adolescente mimado y un tanto cobarde, a quien la reina prestaba muy poca atención.


  El asesino de Odenato fue su sobrino  Maeonius, que murió poco después apaleado por la guardia de la reina. Aunque evidentemente no hay ninguna prueba que relacione a  la reina con el asesinato de su marido, la súbita desaparición del mimado y cobardica niño Hairan deja pocas dudas de la implicación de la reina.


  Poco después del asesinato, con el cadáver del rey recién incinerado, Vabalato (tambien llamado Atenodoro), el hijo más joven de Zenobia,que solo tenia un año de edad, fue proclamado sucesor al trono de Palmira. Pero no tenía la edad suficiente para reinar, así que la responsabilidad paso a la reina Zenobia ,que paso a actuar como regente del reino.

 Zenobia y Vabalato.


  La nueva reina regente tenía una personalidad muy fuerte. Poco después de su llegada al trono, sus consejeros le hicieron llegar una misiva de un egipcio llamado Timagenes,un poderoso líder militar, que hacía saber a la reina la debilidad de la presencia romana en Egipto en aquellos momentos, y que sería una buena oportunidad para controlar el país del Nilo.


  El mayor peligro para Zenobia era que si atacaba para hacerse con el control de Egipto, colocaría a su reino en guerra abierta con el imperio romano.


  Tras largas discusiones con sus consejeros, que temían el enfrentamiento abierto con Roma, la reina decidió que las riquezas de Egipto merecían el precio que debía pagarse por ellas.

4 comentarios:

  1. Mi amigo el (EI) destruyo varias ruinas de Palmira según la unesco, lamentable.
    y gracias por la informacion.

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  2. Fascinante historia y muy oportuna para conocer parte de lo que estos fanáticos de Del (EI) están empeñados en destruir

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  3. Fascinante historia y muy oportuna para conocer parte de lo que estos fanáticos de Del (EI) están empeñados en destruir

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