lunes, 25 de julio de 2022

Lepanto, choque de imperios (XIV ) : La batalla ( IV )

 


 Viene de aquí:

  Los capellanes de la liga Santa permanecieron en medio de  la lucha, sosteneindo crucifijos en alto para animar a los soldados cristianos, consolando a los heridos y orando por los moribundos.Cuando un grupo de  otomanos abordo la galera en la que se encontraba el padre Anselmo, el fraile y ex-soldado tomo una espada de un otomano caído y comenzó a blandirla.Antes de darse cuenta de lo que hacia, siete soldados enemigos yacían a sus pies. Inspirado por esa imagen, los compañeros del fraile Anselmo expulsaron al resto de otomanos de la galera cristiana.

  Entre los héroes cristianos en Lepanto se encontraba un simple soldado  español. De 24 años de edad, Miguel de Cervantes y Saavedra, que sirvió en la escuadra derecha cristiana a bordo de la galera La Marchesa del almirante Gian Andrea Doria. Aunque con malaria y fiebre alta, Cervantes empuñó su espada y fue uno de los primeros de su escuadron en abordar una de las galeras turcas. Sufrio tres heridas por arma de fuego, una de las cuales mutiló su mano izquierda “por la gloria de la derecha”, diria mas tarde el futuro autor de Don Quijote.

"Cervantes en Lepanto", obra de Augusto Ferrer-Dalmau.
  

  Otro héroe español de la batalla fue un arcabucero a bordo de la Real, que resultó ser una mujer joven disfrazada. María la Bailadora se había sumado a la expedición para no separarse de su amante, un oficial de la Real. Mientras la Real y La Sultana estaban enzarzadas en combate, un grupo de  abordaje otomano se preparaba para abordar a la Real. María salto agilmente a la cubierta de la galera enemiga, y mato a un turco de un solo mandoble de su espada, animando así a un grupo de infantes españoles que la siguieron al navío enemigo. María la Bailadora fue recompensada permitiéndole permanecer en su regimiento, con su sueldo estipulado.

  De pie junto al palo mayor de la Real, bajo el estandarte de la Liga Santa, don Juan se convirtió en un apetecible objetivo para los arcabuceros y arqueros enemigos.Aunque sus ayudantes le rogaron que bajara a la cubierta, se negó.

Don Juan de Austria en la proa de La Real.
  

  También peleando al frente de sus hombres, el ya anciano almirante Vernier era incapaz de transmitir sus ordenes a sus hombres en medio del ruido y la confusión del combate.Como no podía dirigir a sus hombres, tomo un trabuco, se coloco en la proa de la Capitana y se puso a disparar a los enemigos como un infante mas, mientras uno de sus ayudantes recargaba su arma.

Extracto de "la Batalla de Lepanto" De Andrea Vizentino, en la que aparece el almirante Vernier al lado del castillo de  popa.

   A las 2 de la tarde, con Ali Pasha muerto y su buque insignia destrozado, la flota otomana comenzó a recular. Para colmo de males, los galeotes cristianos de la Sultana habían conseguido liberarse de sus cadenas y habían encontrado y confiscado el tesoro personal del comandante turco ,de 150.000 cequís venecianos, moneda de oro de poco mas de 3 gramos.

  La habilidad de los marinos de la flota cristiana y la superior potencia de fuego hicieron retroceder a los turcos, y los que no pudieron escapar y habían quedado atrapados contra la costa por los navíos del flanco izquierdo cristiano murieron a miles, sirviendo de blanco improvisado para arcabuceros y mosqueteros.

"Batalla de Lepanto, 1671", obra de Jan Peeters el Viejo.
  

  Las pocas galeras que habían quedado del centro otomano y no habían podido escapar fueron destruidas a cañonazos. Como ya no tenian nada con lo que responder al cañoneo cristiano, sus tripulaciones lanzaban a los cristianos lo único que tenían en abundancia, naranjas y limones. Los hombres de don Juan de Austria se las devolvian, entre andanada y andanada artillera, mientras reían.

  Cuando la batalla terminó, a eso de las 4 de la tarde, las aguas del golfo de Patras estaban enrojecidas pos la sangre y sembradas de navíos destrozados, cadáveres y restos de naufragios. Esa misma noche, la flota de la liga Santa se retiro a un fondeadero en las afueras del golfo, mientras algunas naves aun en llamas se reflejaban en las aguas e iluminaban la noche.

  Las pérdidas fueron terribles en ambos lados. Sesenta galeras otomanas encallaron, 53 fueron hundídas o destruidas y 117 galeras y 20 galeotas fueron capturadas por los cristianos. Unos 30.000 otomanos se ahogaron o murieron en combate.

  La flota de la Liga Santa perdió 13 galeras, con 7.600 muertos y 8000 heridos. Pero, tras la victoria fueron liberados la mayoría de los 15.000 esclavos cristianos que habían manejado los remos de los navíos otomanos.

  Cuando la noticia de la victoria llego a Roma, se atribuyo a la intercesión de la virgen, y Pio V derramo lágrimas de alegría. Aunque su prestigio se disparó, el Papa concedió todo el crédito de  la victoria a su almirante, don Juan de Austria: “había un hombre enviado por dios cuyo nombre era Juan.”, dijo el papa, comparando a don Juan de Austria con la referencia bíblica a Juan el Bautista.( Juan 1:6 )

  Por primera vez, los otomanos habian sido derrotados contundentemente, y una ola de alivio y confianza se extendió a toda velocidad por toda la Europa cristiana, las campanas de las iglesias repicaron, las hogueras festivas ardieron en las calles de Venecia, los poetas cristianos escribieron versos alusivos a la victoria, y las casas de moneda acuñaron monedas conmemorativas.

“Hondo punto, que bramas atronado  con tumulto y terror, del turbio seno  

saca el rostro de torpe miedo lleno,  mira tu campo arder ensangrentado,  

 y junto en este cerco y encontrado todo el cristiano esfuerzo y sarraceno,  

y cubierto de humo y fuego y trueno,  huir temblando el impío quebrantado.  

 Con profundo murmullo la victoria  mayor celebra, que jamás vio el cielo 

y más dudosa y singular hazaña,  y di que sólo mereció la gloria,  

que tanto nombre da a tu sacro suelo,  el joven de Austria y el valor de España.”

Soneto a la batalla de Lepanto, de Fernando de  Herrera.

  Lepanto, la ultima gran batalla de las cruzadas, fue decisiva, pero no resolvió nada. Los cristianos pusieron fin a la dominación naval otomana en el Mediterraneo, pero el papa Pio V murió la siguiente primavera, y su liga Santa se desintegro, al no ser capaz de hacer en tierra lo mismo que habían hecho en el mar , es decir, reunir un ejercito combinado de naciones cristianas para repeler definitavamente a los turcos.

  Los turcos siguieron ocupando Chipre, los buques de guerra musulmanes siguieron sus saqueos en  Grecia e Italia, y los piratas berberiscos siguieron asolando la costa occidental del Mediterráneo, hasta varios siglos después, cuando tuvieron que ser los marines estadounidenses quienes acabaran con los últimos refugios de los piratas en lo que hoy es Argelia, a principios del siglo XIX, en las llamas guerras berberiscas.

"Ataque de los marines sobre la fortaleza pirata de Derna, 1805", obra de Charles Waterhouse.
  

  Lepanto marcó el último acontecimiento importante de la guerra naval como una extensión  de la guerra terrestre, con soldados luchando en alta mar.

  También fue el principio de la era de la vela. Los veleros desplegados en Lepanto eran mas rápidos que las galeras, tenia mayor capacidad ofensiva y eran mas manejables.El combate en el mar nunca volvería a ser lo mismo, y los cañones y las velas reemplazaron definitivamente a las espadas y los remos.


 

 La Croze e la Mezzaluna - Arrigo Petazzo

Galeras de guerra - Victor Aguilar-Chang

Lepanto, la battaglia dei tre imperi - Alesandro Barbero.

Military History magazine - November 2021

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