miércoles, 27 de marzo de 2013

1940 : Eben Emael,la blitzkrieg aerotransportada,2ª parte.




En febrero del año 1940, los paracaidistas fueron trasladados a los aerodromos de Ostheim y Butzweilerhof, ambos cerca de Colonia, desde donde partiría la operación.

Allí llegaron también los planeadores, que fueron ensamblados en cinco días por los mecánicos de la luftwaffe.Paracaidistas y mecánicos fueron incomunicados, no se les permitía ningún tipo de contacto con el exterior, para mantener la operación en absoluto secreto. Nadie sabía dónde ni cuándo se realizaría la operación.

El 9 de mayo, los Junkers 52 que transportarían los planeadores comenzaron a aterrizar.Inmediatamente, los mecánicos unían cada avión con el planeador. Un poco antes de medianoche, se les indico a los paracaidistas que iban a atacar un fuerte en el sistema defensivo belga.

A las 3 de la mañana, los paracaidistas subieron a  los planeadores. Uno a uno, los Junkers con sus planeadores comenzaron a despegar, hasta llegar a la altitud de 2.500 metros.

Cada junker llevaba una luz en la cola, invisible  excepto para el piloto del planeador que transportaba. Esta luz serviría para avisar al piloto del planeador del momento justo en el que debia desenganchar el aparato.El primer problema ocurrió cuando el planeador que llevaba al teniente  Witzig (el encargado de atacar el propio fuerte Eben Emael) estuvo a punto de entrar el colisión con otro planeador. El piloto realizo una maniobra evasiva para evitar la colision, desenganchadose de su avión remolcador.

Evidentemente, el planeador de Witzig se vio obligado a aterrizar.Witzig, furioso, ordeno a sus hombres que limpiaran en lo posible el campo donde habían aterrizado. Requiso un automóvil y se dirigió a toda velocidad hacia el aerodromo de Ostheim para tratar de conseguir otro avión.

Otro planeador se perdió cuando el piloto del junker que le llevaba dio erróneamente la señal para desengancharlo. Quedaban todavía 40 kilómetros para llegar, y no tenía suficiente altitud para llegar planeando hasta el objetivo. Solo quedaban 70 hombres en la fuerza de asalto granit, la encargada de asaltar el propio fuerte.

A las 4 de la mañana, los aviones estaban sobre el último punto de control, una luz sobre una colina al noroeste de Aachen.Pero la señal esperada para desenganchar los planeadores no se produjo. Los aviones estaban demasiado bajo.Tardaron diez minutos más para tomar altura. Para entonces, ya habían sido detectados por la artillería antiaérea belga alrededor de Maastricht.

El mayor belga jean Jottrand, al mando del fuerte Eben Emael, estaba recibiendo informes procedentes del puente Canne de que aviones se estaban aproximando. Pero la artillería antiaérea del propio fuerte aun no disparaba. No sabían de quien eran esos aviones, aunque sabían seguro que no eran aviones belgas o franceses.

Rápidamente envió órdenes al puente Canne, para volarlo. El grupo de asalto eisen, del teniente Schaechter, había llegado tarde, El puente Canne voló en pedazos.


 En cambio, el grupo de asalto Stahl, del teniente Altman consiguió su objetivo de tomar el puente Weldwezelt intacto.

Y el grupo beton, del teniente Schaht asalto las defensas del puente Vrohenhoven, consiguiendo desactivar las cargas explosivas del puente antes de que los belgas activaran las cargas.

Tras tres horas de combate, toda resistencia significativa belga alredededor de los puentes había terminado. Dos puentes estaban intactos en poder alemán y dos caminos hacia el oeste estaban ahora completamente abiertos.La única esperanza para los belgas era la artillería pesada del fuerte Eben . Si conseguían destrozar los puentes ahora en poder alemán, no habría camino seguro para las divisiones acorazadas alemanas.


 Pero los belgas no tuvieron tiempo. Los planeadores ya estaban aterrizando en la parte superior de la fortaleza. La fuerza atacante, ahora bajo el mando del sargento primero Helmut Wenzel, se dirigió a sus objetivos previamente establecidos. Cada bunker, cada casamata, cada nido de ametralladoras belga fue asaltado utilizando granadas, lanzallamas y la nueva arma, el hohlladungen.

Ningún soldado belga había visto nunca lo que un proyectil de carga hueca podía hacer.Los grupos de asalto primero colocaban la carga, y cuando explotaba, atacaban el interior  de las posiciones belgas con granadas y armas ligeras. Lo unico que podían hacer los soldados belgas supervivientes era rendirse o tratar de escapar por los tuneles que unian las diferentes posiciones.


 La misma escena se repetía una y otra vez a lo largo de todo el fuerte. Los grupos de asalto neutralizaron los puestos de observación y las torretas de artillería. Pero la artillería belga comenzó a actuar, concretamente una posicion situada al norte del fuerte.

 Un grupo de asalto hizo estallar una carga hueca, que daño el cañón pero no penetro en la casamata. Antes de que los paracaidistas pudieran intentarlo con otra carga, el fuego artillero y de ametralladoras manejadas por los belgas obligo a los alemanes a ponerse a cubierto.

Pasado un cuarto de hora del comienzo del asalto, 2 paracaidistas alemanes habían muerto y 8 estaban gravemente heridos. Solo quedaban 60 paracaidistas para terminar con las posiciones belgas que aun resistían. Si a los belgas se les ocurría comenzar a moverse por los túneles del fuerte, podrían sorprender a los paracaidistas con facilidad.


 El fuego de la artillería belga continuaba, y los paracaidistas alemanes temían la llegada de refuerzos belgas por el oeste.

El único oficial que tenían los paracaidistas del fuerte era un teniente de la Luftwaffe llamado Delica, que se encontraba al sur del fuerte. Pero el mando real lo seguía ostentando el sargento Wenzel, que llamo por radio para pedir el apoyo de los stukas para bombardear las posiciones belgas de artillería y ametrallar el inminente contraataque de la infantería belga.

A las 08:30, apareció un solitario planeador. Era el teniente Witzig, que por fin había encontrado un junker para transportarle.

El mayor belga Jottrand intento organizar un contraataque desde los túneles del fuerte. En una primera ocasión, solicitó voluntarios, pero las tropas belgas de Eben Emael eran artilleros, ningún había sido entrenado como infantería .Los pocos que se presentaron voluntarios fracasaron en la primera salida.

Un segundo intento belga para desalojar a los paracaidistas alemanes también fracaso, debido sobre todo a la constante presencia de los stukas y a la escasa preparación de los artilleros belgas.

Poco más tarde, un destacamento belga de unos 200 hombres lanzo un contraataque desde la ciudad de Wonck, a unos cinco kilómetros del fuerte, pero fue rápidamente neutralizado por la acción de los stukas y no pudieron siquiera llegar al fuerte.

Ese fue el principio del fin, aunque aun resistían posiciones belgas en el fuerte.


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