Viene de aquí:
Milagrosamente, las cinco balsas
que habían zarpado de la Bahía de los Caballos y se había separado en medio del
golfo de Méjico habían llegado a la misma costa.
La balsa liderada por el capitán Téllez
había llegado más lejos que las demás (la bahía Corpus Cristi, en la
desembocadura del rio Nueces), tras haberse separado del resto de la flotilla en
algún lugar al oeste de la desembocadura del rio Mississipi.En medio del mar se
habían quedado sin provisiones ni agua, y aun así habían sido capaces de
navegar más de 200 kilómetros mas que el resto de las embarcaciones.
Pero su viaje no tuvo un final feliz.
Nada más desembarcar, una tribu india, los camones, cayó sobre los hambrientos supervivientes,
que absolutamente exhaustos ni siquiera tuvieron fuerzas para defenderse,
siendo masacrados hasta el ultimo hombre. Los indígenas victoriosos se llevaron
todos los objetos de los españoles, y asi, años después, la siguiente expedición
de españoles que pasó por la zona descubrió lo que había pasado con sus
antecesores.
La balsa que comandaba el
apoderado real José Enríquez y que transportaba al grupo de sacerdotes y frailes
encargados de velar por las inquietudes “espirituales” de la expedición, desembarcó en las cercanías
de la desembocadura del rio san Bernardo.La balsa se hizo trizas en el desembarco,
y el grupo decidio continuar la marcha a través de un terreno pantanoso
atravesado por multitud de riachuelos.
Caminaron en dirección
sur,sobrevivendo a base de cangrejos y algas,
perdiendo varios hombres que se ahogaron en las marismas. Una semana después el
grupo llegó a la bahía de Matagorda, donde se encontraron con los supervivientes
de la balsa de Narváez.
Ambos grupos totalizaban unos 80 hombres,
pero la unica balsa que tenían, la de Narváez, solo podía llevar 40.Muy pronto
comenzaron las discusiones sobre quien seguiría la ruta en la balsa o lo haría caminando.
Tras renunciar a su autoridad sobre las otras balsas cuando había caído una
tormenta sobre la flotilla, Narvaez quería retomar el control de lo que quedaba de la expedicion.
Ante la insistencia del apoderado
real José Enríquez de discutir el mando, Narváez le despojó de todos sus cargos
y lo degradó a simple soldado.Temeroso de un ataque indio, Narvaez se concedió a
si mismo el privilegio de dormir en la balsa, mientras el resto del grupo debía
permanecer en la orilla. Acompañaban a Narváez en la balsa un paje y un timonel,
por si el ataque indio se producía y la balsa debía poner pies en polvorosa.
Una noche en la que todos dormían,
una fuerte racha de viento envió la balsa hacia el mar, sin que nadie se
percatara del hecho.
La balsa no llevaba agua o comida,
así que los 3 tripulantes no debieron tardar en morir nada más que unos pocos días.
Como una ironía del destino, quizás los últimos pensamientos de Pánfilo de Narváez
se referían a el mismo, muriendo de hambre y sed sobre una diminuta balsa de
madera flotando en medio del golfo de Mejico, y mas alla, la enormidad del
territorio que había fallado en conquistar,repleto de riquezas y,lo que mas le importaria en esos ultimos momentos de su vida,agua y alimentos de todo tipo.
El resto de los hombres, ya sin
ninguna balsa por la que pelearse y discutir, se puso en marcha a pie hacia
el sur.Pero la meteorología comenzaba a cambiar, y el viento frio que azotaba la
costa obligó a los supervivientes a detenerse para pasar el invierno resguardados. Eligieron un pequeño claro en medio
del inmenso bosque, con agua abundante, y comenzaron a construir unas pequeñas chozas,pescando
algunos cangrejos y un poco de marisco.
Pero el invierno fue largo y
extremadamente duro. Los supervivientes apenas podían tenerse en pie para ir a
pescar o cazar, y las pocas provisiones que tenían se terminaron.Para tratar de
evitar la inanición, recurrieron al canibalismo:
Página 53 y siguientes.
El primero en caer fue el
teniente Pantoja, que fue asesinado
a palos por el capitan Sotomayor.Los hambrientos supervivientes cortaban la carne de los cadáver
en tiras, que después ponían al sol para secarlas.
A primeros de marzo de 1529 solo
quedaba un hombre vivo, un natural de Badajoz llamado Hernando de Esquivel,que
fue descubierto por un indio cuando estaba terminando de devorar al capitán
Sotomayor
Unos 20 kilómetros al norte de
donde Esquivel terminaba de comerse a Sotomayor, las dos balsas restantes
habían llegado a tierra firme. Una de las balsas estaba dirigida por Cabeza de Vaca,
y la otra por el capitán Dorantes.
Ambas balsas no se habían visto
desde la partida del rio Missisisipi, más de 400 kilómetros atrás. Siguiendo
trayectorias similares, impulsadas por los mismos vientos y azotados por las mismas
tempestades, una increíble coincidencia hizo que ambas balsas tocaran tierra en
los extremos opuestos de la misma isla, la isla de Galveston, en la entrada a
la bahía del mismo nombre.
Cabeza de vaca y los suyos comenzaron
a explorar la isla,y encontraron un pueblo que creyeron deshabitado, hasta que pocos minutos fueron rodeados por un
centenar de indios armados hasta los dientes (seguramente de la tribu karankawa) que ocupaban la costa
oriental del actual estado de Texas.
No había resistencia posible.De los
40 hombres que formaban el grupo de Cabeza de Vaca, apenas media docena podían mantenerse en pie. Tras una conversación a base de signos, los indios recibieron de los
españoles unas cuantas campanillas de metal, y a cambio prometieron volver al día
siguiente con alimentos.
Así lo hicieron, y durante los
días siguientes, los españoles fueron alimentados por los indios a base de
pescado y raíces. Poco a poco, los españoles fueron cogiendo fuerza, y
comenzaron a pensar en continuar su viaje
hacia Panuco. Sacaron la balsa del agua y comenzaron a arreglar los
desperfectos con cualquier cosa que tuvieran a mano: piedras, lianas, ramas,
etc.
El 5 de noviembre, los
expedicionarios trataron de llegar a mar abierto. Pero estaban muy debilitados, y el primer golpe de mar hundió la balsa, junto con tres hombres
que se hundieron en las heladas aguas del golfo de Mejico, entre ellos el inspector
real Alonso de Solís.
Los indios ofrecieron a los
supervivientes la posibilidad de llevarlos a su poblado y alojarlos en sus chozas,
pero los españoles que habían estado en
la conquista de Méjico y conocían las prácticas aztecas del sacrifio humano y
el canibalismo ritual se negaron a marchar, preferían morir de frio y hambre que arriesgarse a ser
devorados.
Tras una tormentosa reunión, la
mayoría de los españoles convino en
marchar al poblado indígena, excepto cinco españoles que prefieron quedarse en la playa. Los otros 40 disfrutaron de unos días de reposo, en una gran choza
construida expresamente para albergarlos, con varias hogueras y gran cantidad
de pescado y raíces que mitigó su hambre en gran manera.
Tras una semana de estancia, los
españoles recibieron la visita del otro grupo de españoles que había
desembarcado en el lado opuesto de la isla, el grupo capitaneado por los
capitanes Dorantes y del Castillo, que incluía a Estebanico.La esperanza volvió
a los corazones de los supervivientes de Cabeza de Vaca, ya que el grupo de Dorantes aun conservaba su balsa en buen estado.
Al menos, alguno de los 80 hombres del grupo podían viajar en ella.Acordaron
que los más fuertes intentarian la ruta por el mar, mientras el resto esperaría
a la primavera para marchar por tierra para intentar llegar hasta zona controlada por España.
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