lunes, 30 de mayo de 2022

1807: Napoleón: 1ª guerra peninsular ( V )

 

Dom Joao, regente de Portugal en 1807.

Viene de aquí:

  El 24 de noviembre, el día antes de la llegada de las tropas de Junot a Abrantes, el príncipe regente de Portugal, Dom Joao, recibía a un enviado ingles, el almirante sir Sídney Smith, que llegaba para confirmar las noticias que tanto había temido escuchar.

  El almirante  Smith se presento ante el regente con un ejemplar del Le Moniteur Universal, prácticamente el  diario oficial del gobierno francés entre 1780 y 1900.

  

El periódico se hacía eco de las palabras del emperador con relacion a  Portugal:

“La casa de Braganza ha perdido el control de Portugal: van a experimentar el destino de todas las naciones que han puesto su suerte en manos de Inglaterra”.

  Ninguna de las amenazas que el regente había recibido de Francia, Inglaterra o España habian tenido el efecto que tuvieron las palabras de Napoleon. Dom Joao llevaba meses haciendo planes de contingencia, pero tras leer el periodico, decidió escapar del país.

  La corte portuguesa llevaba desde el siglo anterior planeando trasladarse a las posesiones portuguesas en Sudamérica: “Portugal no es la mejor ni la más esencial parte de la monarquía portuguesa” había afirmado Dom Rodrigo de Sousa ya en el año 1779.

  Quizás debido a las enormes extensiones de tierra que Dom Joao poseía en Brasil y al declive de la economía de la metrópoli, con nuevos mercados en desarrollo, la monarquía portuguesa llevaba décadas queriendo marchar a Brasil.

Dom Joao emitió una publicación para ser leída por su pueblo:

  “Habiendo intentado todo tipo de medidas para preservar la neutralidad, habiendo gastado el tesoro real y hecho innumerables sacrificios….incluso exponiendo la economía de mi pueblo a la ruina….me encuentro que las tropas del emperador de los franceses están en estos momentos marchando por las tierras del reino….he resuelto, para el beneficio de mi familia, retirarme con la reina y con la familiar real a mis dominios en America,para establecerme en Rio de Janeiro hasta que la paz vuelva a Portugal”.

  Temiendo que su pueblo viera su marcha como un acto de deserción de sus deberes, las noticias de la marcha de la familia real fueron retrasadas justo hasta que el regente y su familia embarcaran en los navios que los iban a trasladar a Brasil.

  La escala de la evacuación de la familia real  de la dinastía Braganza fue impresionante. Varios funcionarios de alto nivel habían sido informados meses antes de la partida, ya que un vasto numero de posesiones y de personas iba a ser trasladado al otro lado del Atlántico, una evacuación que iba a requerir una gran planificación.

"Embarque de D. Joao y toda  la familia real en el puerto de Lisboa", obra de Francisco Bartolozzi.
  

  Los palacios de Queluz y de Mafra fueron practicamente despojados de todos los objetos de arte y de valor que contenían. Pinturas, esculturas, cerámica, muebles, alfombras, etc, decenas de carros cargados hasta arriba se iban acumulando en los muelles del puerto de Lisboa. Decenas de sirvientes, mayordomos, jardineros, cocineros, etc, se apelotonaban en los muelles a la espera de ser elegidos para viajar.

Palacio de Queluz.

 
  Durante meses, el oro y la plata del tesoro real (joyas, cuberterías, etc) había sido fundido en lingotes y monedas para facilitar su transporte.Docenas de grandes cajas con documentos gubernamentales fueron empaquetados para ser conservados y poder aguantar la travesía que se esperaba.

  No había suficiente lugar en los barcos para acoger a todos los aspirantes a viajar a Brasil con la familia real.

  Cientos de personas se agolpaban en los muelles. Todos querían embarcar, y llenaban los muelles con sus maletas, cajas, bultos de ropa, etc . Algunos de los que pudieron obtener pasaje y pudieron embarcar no pudieron llevar consigo su equipaje, mientras otros que no pudieron embarcar vieron con sorpresa que su equipaje era estibado a bordo, sin poder hacer nada para evitarlo.

  Cuando el regente llego al puerto en su lujoso carruaje fue advertido para que no diera ningún discurso o se acercara a saludar al pueblo, ya que se temía la reacción violenta del "populacho" desencantado. Para asegurar el embarque de la familia real, algunos de  los navíos de la flota portuguesa tuvieron la "precaucion" de  apuntar sus cañones sobre el gentio que se agolpaba en el puerto.

  Pero los habitantes de Lisboa estaban demasiado enfadados como para sentirse intimidados por los cañones. Y algunas de las lujosas casas de los nobles que iban a acompañar a la familia real portuguesa fueron saqueadas y quemadas.

  Desde el palació Queluz, en Sintra, fue trasladaba al puerto de Lisboa la reina María I, mentalmente inestable y de 73 años de edad, que iba a protagonizar varias anécdotas, como cuando gritaba que no se marcharia de Portugal sin luchar, o gritando al chofer para que llevara el carruaje más despacio, para que no pareciera que estaban  huyendo.

 

"Maria I de Portugal, " obra de Jose Leandro de Carvalho.

  La partido del príncipe regente fue todo lo tranquila y digna que pudo ser. Entre lágrimas subio al navío que lo iba a trasportar a Brasil, prefiriendo una retirada estratégica antes que convertirse en una marioneta de los franceses.

  El 29 de noviembre por fin dejaba de llover, y los navíos portugueses, escoltados por navíos de la Royal Navy, comenzaron  zarpar del puerto de Lisboa, dejando en los muelles decenas de baúles, cajas, bultos de ropa, etc., todo lo que no se había podido almacenar en las bodegas de los barcos. Entre la cantidad de riquezas que quedaron atras estaban los más de 60.000 volúmenes de la biblioteca real de Ajuda y 14 carruajes cargados hasta los topes con la plata de las iglesias portuguesas.

Palacio real de Ajuda.
  

  Los británicos habían aplaudido  la decisión de trasladar la corte portuguesa a Brasil, animando al regente  para que pusiera en manos inglesas parte de la armada portuguesa. Aunque  deseaban intervenir con tropas terrestres, los ingleses sabían que seria poco eficiente, y preferían dominar la costa portuguesa con una flota combinada anglo-portuguesa.

  Las posibilidades de defender Portugal de la invasión francesa eran muy escasas, y el gobierno ingles quería limitarse a seguir dañando el comercio francés. Para gran Bretaña, Portugal podia caer en manos francesas, pero con el gobierno portugués en el dorado exilio de Brasil, la posibilidad de un acuerdo entre la casa real de Braganza y gran Bretaña estaría siempre presente.

  Como primer paso en la "nueva amistad" anglo-portuguesa, la armada britanica escoltaría a los navíos que iban a llevar a la familiar real portuguesa a América del sur, a cambio de la cesión temporal a los británicos de la isla de Madeira.

  

  Mientras tanto, Junot seguía con sus preparativos en Abrantes. Habia enviado al general Carafa a ocupar la localidad de Tomar y reunir provisiones allí. Debido a las constantes y fuertes lluvias, el nivel de las aguas del rio Tajo había subido alarmantemente, tanto que los ingenieros del ejercito frances aconsejaron a Junot reconstruir el puente de pontones que cruzaba el Tajo por la localidad de Punhete. Pero Junot no lo veía necesario, y ordeno a los ingenieros encargarse de requisar y construir barcas para transportar la artillería rio abajo hasta las cercanías de Lisboa.

  El 29 de noviembre, la vanguardia francesa al mando del coronel Grandsaigen cruzaba el rio Zezere. Alli se presentó una delegación portuguesa liderada por José Oliveira de Barreto, que informo a Junot que los Braganza estaban viajando hacia Brasil, y solicitaba del general francés que detuviera a su ejército para iniciar conversaciones que pudieran llevar a conseguir un acuerdo.

  Pero las órdenes de Junot eran claras; la monarquía portuguesa debía ser expulsada.

  Asi, el 30 de noviembre de 1807, 4 batallones de infantería francesa entraban en Lisboa, aunque la artilleria estaba aun un par de días atrás.

  Desde los muelles de Belem, Junot observo que algunos navios de la Royal Navy  británica aun permanecían amenazantes en el estuario del Tajo, y ordeno a la artilleria  abrir fuego sobre ellos, que se dirigieron hacia alta mar sin sufrir daños.

Llegada de la familia real portuguesa a Rio de Janeiro.

 (Continuara…)

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