lunes, 2 de mayo de 2022

Deditio in Fidem, las leyes de la guerra ( I )

 

Busto de Cayo Mario, en la Gliptoteca de Munich.

  Al terminar el verano del año 107 a.c., Cayo Mario hizo que sus legiones se adentraran aun más en el interior del norte de africa, decidido a terminar la guerra definitivamente

  Recién elegido cónsul de la republica romana,Cayo Mario había tomado el mando de la guerra de Roma contra el rey Jugurta, un astuto enemigo cuyo reino, Numidia, se extendía por la costa norte de África en lo que hoy es Argelia y parte de Tunez, aprox. 


 

  Jugurta eludió enfrentarse a las legiones cara a cara en batalla, prefiriendo usar su caballería ligera para asaltar y emboscar las lineas de aprovisionamiento romanas en vez de ser sin duda aniquilado por la infantería pesada romana.

  Cayo Mario adopto entonces la estrategia de asaltar las fortalezas númidas una por una. Su último objetivo iba a ser la fortaleza de Capsa (actual Gafsa), que según sus unidades de reconocimiento seria un objetivo difícil de tomar.

Ciudadela de Gafsa.
  

  Aparte de sus solidas defensas, la ciudad estaba rodeada del desierto bañado por el sol, sin agua a la vista, sin forraje para los animales y, según los informes de reconocimiento, infestada de serpientes venenosas.

  Ninguno de esos problemas disuadió a Cayo Mario. Condujo a su ejercito en unas serie de interminables marchas hasta que llegaron de noche  a unas colinas a pocos kilómetros de Capsa.

  

  Tras ocultar sus fuerzas, Mario espero hasta que la luz del amanecer comenzó a extenderse por el horizonte. Los habitantes de la ciudad, desconocedores de la cercanía de las legiones, abrieron las puertas de la ciudad y se dedicaron a sus tareas habituales.

  Mario vio su momento, y lanzo su caballería y su infantería ligera hacia las puertas abiertas de la ciudad. Los habitantes de Capsa vieron el peligro y corrieron para tratar de entrar en la ciudad mientras tuvieran tiempo. Pero no hubo opción. Los líderes de la ciudad se desanimaron, y se rindieron antes que los legionarios llegarán ante los muros,

  A pesar de la rendicion de la ciudad, Mario no contuvo a sus hombres. Dada la importancia estratégica de Capsa, Mario pensó que no se podía confiar en la lealtad de la población, y decidió neutralizar la amenaza  de raíz. Sus tropas masacraron a la población masculina de la ciudad, reunieron  mujeres y niños para venderlos como esclavos, y luego saqueran e incendiaron Capsa.

  Salustio, historiador romano del siglo I a.c.,  afirma que Cayo Mario “cometió una acto contra las leyes de la guerra” al destruir Capsa tras la rendición de su población. Pero ni los romanos ni otros reinos o pueblos de la época tenían un concepto de "crimen de guerra" en sentido legal. Tampoco consideraban las masacres de prisioneros enemigos, la esclavitud en masa o la destrucción de  pueblos y ciudades enteras como algo moralmente inaceptable.

  De hecho, las guerras de Roma estuvieron marcadas con frecuencia por esas y otras atrocidades a gran escala, sin comentarios ni críticas negativas en los textos de la época o escritos por historiadores romanos varios siglos despues.

  Eso era lo comun en el mundo antiguo, cuando no había leyes internacionales efectivas para reducir la violencia militar y donde los vencedores disfrutaban de los derechos de victoria sobre los vencidos, de hecho, tenían el derecho de hacer lo que quisieran para derrotar a los enemigos, y podían disponer libremente de ellos tras haberlos derrotado.

  Por otro lado, los romanos desarrollaron normas y convenciones para el trato de los enemigos que se rendían, seguramente lo que Salustio quería decir cuando alude a las leyes de la guerra.

  Era costumbre perdonar a los enemigos que se sometían "antes que el ariete tocara la muralla", es decir, que se rindieran sin oponer resistencia.

  Tito Livio decía: " Las ciudades son saqueadas después de ser capturadas, pero no si se rinden antes". Y estas ideas se formalizaban sobre el terreno con el ritual romano de rendición incondicional llamado “deditio in fidem”, entrega a la buena fe de Roma.

  En este procedimiento, la parte que se rendía cedía formalmente su pueblo, comunidad o propiedad a la voluntad romana. Polibio, autor griego, observa que "los romanos se apoderan de todo, y los que se rinden quedan en posesión de absolutamente nada”.

  Técnicamente, la celebración del ritual “deditio in fidem” daba  a los comandantes romanos licencia para hacer lo que desearan. Pero el resultado habitual era que los romanos trataban los vencidos relativamente bien, quizás imponiendo un castigo menor pero restaurando después la libertad y la propiedad del castigado.

  Pero a menudo, algunos generales romanos no seguían las reglas no escritas, pero tampoco eran castigados por violarlas, ya que se trataba de costumbres y convencione sociales, no leyes formales.

  Pero, en el siglo II a.c., tres comandantes romanos sufrieron severas reacciones políticas cuando trataron a  los enemigos que se rendían con una horrible crueldad. Sus casos revelan que, mientras los romanos tomaban sus normas militares muy en serio, no ponían mucho interés en frenar la violencia gratuita en la guerra.

  El primero de los casos se produjo en el verano del año 189 a.c., cuando el cónsul Fulvio Nobilior atacaba la ciudad griega de Ambracia. Ambracia, miembro de la liga Etolia, estaba bien fortificada y tenia gran importancia estratégica, por lo que su captura seria un golpe de efecto para el futuro político del cónsul Nobilior.

Murallas de Ambracia.
  

  Pero  , a pesar de usar con profusión maquinas de asedio, torres y túneles, los soldados del cónsul Nobilior no lograban penetrar las defensas de Ambracia, cuya pequeña guarnición se defendía eficaz y valerosamente contra los soldados romanos.

  Cuando llego el hambre y el agotamiento a la ciudad, ambas parte iniciaron conversaciones para llegar a un acuerdo de paz. La liga Etolia hizo la paz por separado con la republica romana, mientras que los ambracios entregaban formalmente la ciudad a Nobilior, que tardo poco en animar a sus soldados al saqueo y el asesinato.

Escena de la columna de Marco Aurelio : Soldados romanos capturan a mujeres y niños mientras asesinan a los varones.
  

  En su camino de vuelta a Roma un par de años después, el cónsul Nobilior estaba convencido que el senado le había concedido un triunfo por su éxito en la toma de Ambracia.

  Pero Marco Emilio Lepido, uno de  los rivales políticos de Nobilior, había visto una gran oportunidad para volver  los sentimientos del pueblo contra el cónsul.

  Lepido presento en el senado romano a varios embajadores de Ambracia, previamente sobornados, para lanzar acusaciones contra Nobilior.

  Los embajadores de Ambracia se lamentaron ante los senadores de que Nobilior había atacado su ciudad sin una causa justa, y había saqueado la ciudad con el mayor salvajismo. Para dañar políticamente a Nobilior, Lepido había convencido a los embajadores de Ambracia para que exigieran a los senadores la aprobación de un decreto senatorial que ordenaba la devolución de las propiedades saqueadas a los ambracios, junto a una clausula adicional que establecía que Ambracia no había sido tomada por la fuerza, sino que había sido fruto de la traición de algunos habitantes de la ciudad que habían abierto las puertas  a las tropas de Nobilior.

  El cónsul Nobilior y sus aliados en el senado aseguraron que no había habido nada inusual en el saqueo de Ambracia, ya que el saqueo de ciudades que no se rendían era lo habitual. Además, Nobilior si merecía el triunfo, ya que sus soldados habían combatido durante mas de 15 días asaltando las murallas de la ciudad una y otra vez, causando más de 3.000 bajas a sus enemigos.

  La mayoría del senado estuvo de acuerdo con la tesis del cónsul Nobilior, que, al final, obtuvo su triunfo y exhibió abiertamente el botín capturado en Ambracia a las multitudes de romanos que lo vitoreaban.

Escena de la columna de Trajano : soldados romanos maltratando a prisioneros.


(Continuara…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario