miércoles, 28 de diciembre de 2011

Unidades suicidas japonesas : ¡ Banzai !



El durísimo entrenamiento al que era sometido el soldado japonés desarrollo enormemente su capacidad de resistencia. No tenían ningún problema ético que le impidiera ser extremadamente combativo en el campo de batalla. Su misión era ganar batallas, aunque tuviera que morir en el intento.La muerte era su destino soñado.

La carga banzai era la culminación de esta filosofía ofensiva. A lo largo de la guerra, donde había soldados japoneses había cargas banzai, concebidas para mostrar la superioridad moral y espiritual del soldado japonés.


Durante la campaña de Saipan, un destacamento japonés fue aislado en un extremo de la isla por las tropas americanas. Una noche, un numeroso grupo de japoneses salió de la trampa y se dirigió al campo de aviación que los norteamericanos habían establecido en la isla, con la intención de destruir todos los aviones que allí se encontraban. La contraseña era Sichi Sei Hokuku (siete vidas por la patria).Eso significaba que cada soldado japonés debía matar al menos a siete americanos antes de poder reunirse con sus antepasados.

Pero fracasaron en su intención. A la mañana siguiente se contabilizaron unos 500 cuerpos de japoneses muertos. Ninguno consiguió llegar hasta las cercanías del aeropuerto.


El general saito, al mando de las tropas japonesas en Saipán sabia que los refuerzos prometidos por parte de Tokio nunca llegarían, así que planeo un ataque banzai por todo lo alto. O conseguía romper las defensas americanas, o todas las fuerzas japonesas en la isla perecerían en el intento. A los soldados japoneses se les dio la misma orden (siete vidas a la patria), pero en esta ocasión no había ningún objetivo táctico. El ataque debía ser el mayor suicidio en masa cometido en el pacifico.Las órdenes eran que todos los hombres disponibles se reunieran en un campo de caña de azúcar, para ocultarse mientras se preparaba el ataque.

Una vez dadas las órdenes, el general comió su última cena, practico las ceremonias comunes y salió fuera de su cuartel general, mirando en dirección donde se encontraba el palacio del emperador. Cogió su sable ceremonial y se abrió el vientre. Al mismo tiempo, su ayudante le disparo en la cabeza.


El mando del ataque recayó en el general Suzuki, que disponía de alrededor de 3000 soldados. El ataque comenzó a las 04 horas del 8 de julio de 1944.Los japoneses rebasaron las posiciones de avanzada de los americanos y se enfrentaron a dos batallones de la 105 división de infantería americana.

Los japoneses contactaron con los americanos a las 5 de la mañana. A las 6 la situación era caotica.Los dos batallones americanos estaban prácticamente destrozados, solo quedaban una decena de bolsas de resistencia.Los observadores americanos que veían la situación desde las colinas vieron algo inaudito a través de sus binoculares; tras las primeras líneas de soldados japoneses marchaba un grupo de lisiados, enfermos, cojos, etc.Los heridos japoneses habían abandonado sus hospitales y salían para morir junto a sus compañeros. 

Armados con una simple bayoneta, o una granada, o desarmados, tratando de matar a algún americano.300 heridos incapaces de moverse habían sido asesinados en los hospitales por los propios japoneses.

Los soldados americanos disparaban a quemarropa sobre los japoneses.La llegada de un batallón de refuerzo americano permitió a los americanos pasar a la contraofensiva.

Por lo que respecta a los japoneses, el suicidio masivo fue un éxito.La carnicería había sido espantosa.Los enterradores americanos tardaron semanas en enterrar todos los cadáveres japoneses.

Pero aun no era el fin de la tragedia. Varios cientos de civiles japoneses se habían refugiado en las cuevas de los acantilados de la costa norte. Creyendo que había llegado su último momento, comenzaron una verdadera orgia de autodestrruccion.Los padres y madres degollaban a sus hijos pequeños y estrangulaban a los ancianos, antes de saltar al vacío ellos mismos. Los soldados japoneses supervivientes se arrodillaban tranquilamente y esperaban que un oficial les decapitara. Civiles que intentaban rendirse eran asesinados por los soldados que luego se hacían estallar con granadas.


A todos los efectos, la batalla por Saipán había terminado, pero miles de soldados japoneses armados seguían ocultos en la jungla. Durante varias semanas fueron cazados y muertos, a un ritmo de 100 al dia, en una de las mayores operaciones de búsqueda y destrucción de la guerra.

En total, murieron más de 25.000 soldados japoneses, la mayoría en acciones suicidas.

La escena se repitió isla tras isla. Se oía un grito en medo de la noche, y se empezaba a percibir una avalancha de formas gritando. Con la bayoneta calada, lanzando granadas y gritando bancaria menudo llevaban consigo cargas explosivas y minas terrestres, con la intención de hacer volar por los aires algún tanque o nido de ametralladoras americano.


Normalmente todas estos ataques suicidas no tenían ningún objetivo ni intención táctica, simplemente se trataba de matar o morir. Menos en Iwo jima, donde pequeños grupos de japoneses suicidas trataban de infiltrarse entre las líneas americanas para desbaratar las líneas de suministro o atacar a las tropas de asalto americanas por la espalda. Cargados con explosivos y cargas de demolición, durante el día se ocultaban en cuevas y pasos subterráneos y al llegar la noche intentaban volar depósitos de combustible, almacenes de suministros, etc.

Pero tuvo el mismo final que las otras cargas banzai. Decenas de miles de japoneses muertos, la mayoría por su propia mano.



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