A lo largo de toda la historia, siempre han existido casos de hombres valientes y temerarios que deciden deliberadamente realizar actos de heroísmo pese a que sabían que esos actos conllevarían con total seguridad su propia muerte.
Pero las tácticas suicidas empleadas por los japoneses al final de la segunda guerra mundial fueron algo completamente diferente.
Para comprender la mentalidad de una nación entera, la japonesa, en la que todos sus miembros parecían estar dispuestos a ofrecer su vida suicidándose en masa o en solitario antes de admitir su derrota, hay que considerar varios aspectos de su historia.
Geograficamente, la situación de Japón con el este de Asia es similar a la situación de gran Bretaña con europa.Separados del continente por una lengua de agua, de 32 kilómetros en el caso britanico, y 120 kilómetros en el caso nipon.En los tiempos de la navegación a vela, estas distancias impedían mucho el intercambio de mercancías e ideas.
Mientras Inglaterra tuvo constantes contactos con las otras naciones del continente europeo, lo que le llevo a una evolución social y material, al contrario que Japon, cuyo monolítico vecino chino no puso las cosas fáciles, se mantuvo con una sociedad esencialmente medieval. Mientras en Europa se sucedían renacimiento culturales y revoluciones industriales, Japon mantuvo una política deliberada de aislamiento y trato de evitar las influencias exteriores.
A mitad del siglo XIX, al fin Japón se vio influido por las ideas y la industrialización occidental, pero seguía siendo una sociedad eminentemente feudal.La clase dominante japonesa mantuvo rígidamente sus hábitos de sumisión incondicional a la autoridad del emperador-dios y a las personas nombradas por él, y no solo porque encarnara la obediencia o por amor, sino simplemente por que era el emperador.
Hiro Hito,dios-emperador.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX,Japon derroto a China y a Rusia en sendas guerras. Pronto comenzó a competir con éxito en los mercados mundiales.Las victorias militares y el éxito económico generaron una autoconfianza que se convirtió en arrogancia, que condujo a Japón a formular exigencias absurdas a sus vecinos, a invadirlos y finalmente a desafiar a los Estados Unidos atacando Pearl Harbour.
Los primeros meses de la participación japonesa en la 2 guerra mundial sirvieron para afirmar en los japoneses la muy alta estima que tenían de si mismos. Pero los superiores recursos de los americanos dieron lugar a las sucesivas derrotas japonesas en el pacifico.
La derrota en Guadalcanal supuso un golpe durísimo para el ejército y el pueblo japonés.La derrota era inconcebible para ellos, había que emplear todos los medios disponibles para lograr la victoria. Esto fue lo que motivo al vicealmirante Omishi a crear lo que sería el programa kamikaze.
Comenzó la última fase de la guerra en el pacifico. Cientos de miles de vidas japonesas fueron sacrificados inútilmente por la sencilla razón de que para los japoneses no existía ninguna otra solución para salvaguardar su honor.La muerte de la nación entera era preferible a la derrota.
La vida del soldado japonés estaba dedicada en cuerpo y alma a su país. Desde niños se les enseñaba a amar a su país con una devoción y una pasión inusitadas. El soldado japonés servía a su emperador con orgullo, disciplina y la influencia del espíritu samurái, “cumple o muere, la muerte antes que el deshonor “.La nación creía en su ejército y lo respetaba profundamente. Si los generales japoneses afirmaban que iban a conquistar el mundo, sin duda lo harian, o perecerían en el intento.
Nunca fue necesario ordenar a un soldado japonés que luchara hasta la última bala, lo hacían motu proprio.Mostrar la espalda al enemigo era una cobardía y suponía el deshonor para el soldado y su familia: el mayor honor era morir por el emperador. Para el alto mando japonés todos los soldados eran igualmente valientes. En el ejército japonés No existía ninguna medalla al valor.
La única salida honorable para el soldado japonés era luchar hasta el fin, reservando para sí la última bala. En cambio, los soldados aliados que se rendían a los japoneses no merecían ninguna consideración, les inspiraban un profundo desprecio.
Los reclutas del ejército japonés eran sometidos durante tres meses a un curso intensivo de adoctrinamiento que les convertía en fanáticos dispuestos a morir por su emperador, su patria y el honor de su regimiento. Y todo esto les era enseñado con una disciplina salvaje, que les endurecía al máximo.
Reclutas japoneses endureciendose a golpes.
También se adoctrinaba convenientemente a la familia del recluta, se enviaba a los parientes una carta pidiéndoles que tuvieran cuidado de no interponerse en el camino del soldado hacia una muerte honorable.
Los soldados japoneses seguían al pie de la letra el código del samurái, el código Bushido, donde el honor, el coraje y la lealtad eran los puntos principales a seguir. Este código hizo adquirir a los soldados japoneses una reputación de ferocidad en todas las batallas que libraron. Los soldados eran forzados hasta el límite de sus fuerzas, con un olvido total de los sentimientos humanitarios, y eran tratados por sus mandos con una salvaje severidad.
El comportamiento de estos soldados con los prisioneros era de una ferocidad brutal. Las tropas japonesas consideraban que los prisioneros no merecían ningún respeto, como tampoco los ciudadanos de los pueblos asiáticos que conquistaban.
Soldados japoneses utilizando civiles siksh para sus practicas de bayoneta.
El ejército japonés estaba planificado para atacar, todos los manuales y reglamentos resaltaban el aspecto ofensivo. Cuando se vieron obligados a defenderse fue el principio del fin. Notificar a los superiores la perdida de una batalla era un deshonor, pero era honorable notificar la perdida de muchos hombres en el campo de batalla, eso sugería valor.
En 1944, cuando la sombra de la derrota se cernía sobre las tropas japonesas, les pareció lógico combinar el código bushido con el suicidio. Y comenzaron a formar las primeras unidades formadas íntegramente por kamikazes.
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