Nada mas conocer el ataque
aéreo japonés sobre la flota USA del
pacifico en Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941, todas las comunidades de
la costa oeste de EEUU comenzaron a
darse cuenta que quizás estaban dentro del radio de alcance de las
fuerzas aeronavales del imperio nipón.
El día siguiente al ataque, los más
altos funcionarios militares del área de San Francisco aterrorizaron a la población civil anunciando un inminente
ataque aéreo masivo de la aviación japonesa. Dicho anuncio se basaba en informes
recibidos de fuentes poco confiables que indicaban la presencia en aguas
cercanas a la costa de un portaaviones japonés y varios de sus submarinos.
En los siguientes meses se hizo
de público conocimiento el hecho de la constante presencia de submarinos
japoneses patrullando por toda la costa oeste y hundiendo varios buques
mercantes estadounidenses.
El 23 de febrero de 1942, los
japoneses se volvieron mas atrevidos, y uno de sus submarinos, el denominado
I-17, se interno por el canal de Santa Bárbara y disparo sus cañones sobre la
refinería de Ellwood, al norte de Los Angeles.
El ataque se produjo al mismo
tiempo que el presidente Roosevelt emitía
uno de sus acostumbrados discursos a la nación a través de la radio, en el que
indicaba “los grandes océanos que han servido en el pasado para la protección de
nuestro país se han convertido ahora en campos de batalla en los que se
cuestiona nuestro futuro como nación”.
Refineria Ellwood en los años 30.
Según una historia que sirvió a algunos norteamericanos como justificación del ataque japonés en Santa Barbara, el comandante Kozo Nishino, al mando del I-17, atacó la refinería Ellwood para vengar una afrenta que había sufrido a mediados de los años 30.
Como capitán de un buque
petrolero japonés, Nishino atracó en la refinería de Ellwood para cargar su
buque.Mientras esperaba, el capitán Nishino decidió dar un paseo por la zona,
pero lamentablemente dio un tropezón y cayó de bruces sobre un enorme cactus nopal.
Todos los presentes comenzaron a reírse a carcajadas, y el capitán nipón se
marcho rápidamente, muy avergonzado por la situación.
Aunque en realidad, si el capitán Nishino decidió atacar la refinería seguramente sería porque estaba absolutamente
indefensa y no tenía ninguna importancia estratégica.
Los disparos que hizo el I-17
sobre territorio continental norteamericano eran los primeros que un ejército
extranjero había realizado desde la guerra anglo estadounidense de 1812, pero
los daños fueron mucho menores. El submarino japonés disparo 16 o 17 proyectiles,
de los que aproximadamente la mitad impactaron en una playa absolutamente
vacia.Un pequeño muelle y una torre de perforación fueron destruidos, y una
bomba de extracción resulto dañada.
Pero los daños en la moral de los residentes americanos en la zona fueron mucho mayores. Algunas familias hicieron las maletas y escaparon de la zona. Rumores sin confirmar avisaban que el ataque a la refinería era el preludio de un ataque masivo contra la misma ciudad de Los Ángeles.
Pero los daños en la moral de los residentes americanos en la zona fueron mucho mayores. Algunas familias hicieron las maletas y escaparon de la zona. Rumores sin confirmar avisaban que el ataque a la refinería era el preludio de un ataque masivo contra la misma ciudad de Los Ángeles.
El pánico comenzó a extenderse
cuando varios testigos afirmaron haber divisado al submarino I-17 dirigirse
hacia el sur, hacia los Ángeles ,tras haber bombardeado la refinería. Otros
testigos afirmaban haber visto luces destellantes en las cercanías de los aeródromos y las instalaciones militares de la zona.
Ante el sesgo que estaban tomando los acontecimientos y para tratar de detener el panico, las autoridades civiles y militares de L.A. decidieron ordenar un apagón general hasta la mañana siguiente. La marina USA anuncio su creencia de que era inminente un ataque japonés sobre el sur de California.A las 7 y 18 de la mañana del día 24 de febrero, las defensas antiaéreas de los Ángeles fueron puestas en alerta máxima, al recibir los radares señales de la proximidad de objetos volantes sin identificar. Pero los misteriosos objetos desaparecieron de las pantallas del radar minutos después.
Ante el sesgo que estaban tomando los acontecimientos y para tratar de detener el panico, las autoridades civiles y militares de L.A. decidieron ordenar un apagón general hasta la mañana siguiente. La marina USA anuncio su creencia de que era inminente un ataque japonés sobre el sur de California.A las 7 y 18 de la mañana del día 24 de febrero, las defensas antiaéreas de los Ángeles fueron puestas en alerta máxima, al recibir los radares señales de la proximidad de objetos volantes sin identificar. Pero los misteriosos objetos desaparecieron de las pantallas del radar minutos después.
A las 3 de la mañana del día siguiente,
la brigada de artillería costera numero 37 comenzó a recibir llamadas
telefónicas de ciudadanos advirtiendo del avistamiento de enjambres de aviones,presumiblemente enemigos.Los artilleros comenzaron a disparar alocadamente sus ametralladoras
antiaéreas del calibre 50.Los cazas del 4º escuadrón de intercepción comenzaron a prepararse en sus bases y aeródromos, aunque finalmente no despegaron.
Poco después de las 4 de la
mañana se recibieron informaciones que alertaban de la aparición de un enorme
globo sobre Santa Monica.Aparentemente, el globo iba iluminado con bengalas
rojas.4 baterías de artillería antiaérea abrieron fuego al unísono sobre el cielo
de Santa Monica.Constantemente se recibían llamadas telefónicas que avisaban de
la presencia de cientos de aviones sobre el cielo de la ciudad, mientras los
reflectores buscaban infructuosamente. Los habitantes de la ciudad salían de sus
casas y se subían al techo con prismáticos para tratar de localizar algún
avión.
Ametralladora antiaerea calibre 50.
Hubo informes y llamadas
telefónicas anunciando el derribo de cuatro aviones japoneses, incluso se reportó
desde la comisaria de la calle 77 que había un avión japonés ardiendo en medio
de Hollywood.
Al fin, se dio por terminada la alarma
a las 7 y 21 de la mañana. Los niños pasaron la mañana recogiendo trozos de
metralla en las calles y las playas. Pero no había ningún avión enemigo.
Tampoco se había lanzado ninguna bomba.
La luz del día sirvió para
mostrar los daños que había causado la respuesta al “ataque aéreo japonés“.Varios edificios habían sido dañados por fragmentos de proyectiles antiaéreos,
y se habían producido un gran número de accidentes automovilísticos debido a
que todas las farolas de todas las calles y carreteras se habían apagado
durante el “ataque”.
En total, cinco personas habían muerto .Uno de ellos, un oficial de
policía de 59 años, que se había estrellado con su coche patrulla contra un
poste mientras se dirigía a verificar una llamada telefónica que anunciaba la
caída de un avión japonés. Dos ancianos pertenecientes a la Defensa Civil,operadores de artillería
antiaérea ,habían muerto debido a fulminantes ataques cardiacos en su puesto de combate.
Y otras dos personas habían muerto al recibir el impacto de sendos fragmentos
incandescentes de proyectiles antiaéreos.
Un residente de Los Angeles mostrando los daños causados a su vehiculo por los restos de proyectiles antiaereos.
(Continuara…)
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