Viene de aquí:
Según Pedro Bartolomé conto a los
líderes de la cruzada en Antioquia,habia tenido varias visiones en los últimos
meses en las que se le aparecía San Andres,hermano de San Pedro,el
fundador de la iglesia de Antioquia.
La ultima visión de Pedro había ocurrido
la noche anterior, cuando trataba de escapar del acoso de las tropas de Kerboga.Segun lo que contó, el apóstol había perdido la paciencia, y había
amenazado a Pedro con funestas consecuencias si no contaba al obispo Ademar y a
Raimundo el lugar en donde se encontraba
oculta una de las mayores reliquias de la cristiandad, secreto que Pedro había recibió en la primera “visita” de San Andres, y que habia mantenido a salvo.
La primera visión de Pedro Bartolomé
había tenido lugar en el puerto de Mamistra el 20 de marzo, cuando Pedro
trataba de encontrar un barco que le sacara de la pesadilla en la que se había
convertido Antioquia. San Andrés le habría detenido y le habría conminado a
dirigirse a la ciudad y revelar la situación exacta de la reliquia, la Lanza Sagrada (lanza del Destino, o lanza de Longinos).
Pedro Bartolomé había
desobedecido a San Andres, y había conseguido tomar un barco que le trasportaba
a Chipre. Pero, a poco de zarpar de Mamistra, los vientos habían cambiado de dirección
y empujado el barco a la costa cercana al puerto de san Simon, el más cercano a
Antioquia.
Dos veces más intento Pedro Bartolomé
abandonar la zona, pero en ambas los vientos en contra le hicieron desistir.
Acabó cayendo gravemente enfermo en el puerto de San Simon.Pudo recuperarse y volvió a Antioquia
poco antes de que la ciudad cayera en manos cruzadas.
Finalmente, el visionario Pedro les dijo a Raimundo y al obispo Ademar donde
se encontraba la sagrada reliquia, enterrada bajo una de las capillas de la iglesia de San Pedro.
Iglesia de San Pedro en Antioquia.
El obispo Ademar no le creyo.En
la colección de reliquias de Constantinopla había ya “otra” lanza Sagrada, y
además el obispo sabia de la pobre reputación de Pedro Bartolomé y lo poco confiable que era.
Pero Raimundo, un noble semi analfabeto,
si creyó ( o quiso creerlas ) las palabras de Pedro, y preparo una solemne busqueda de la reliquia en
los siguientes cinco días (quizás necesitaba esos cinco días para que le diera
tiempo a esconder una lanza en la iglesia, ¿quien sabe ?).Mientras, Pedro Bartolomé
quedo confinado al cuidado del mayordomo de Raimundo.
Las noticias de la visión de Pedro y la posibilidad
de encontrar la milagrosa reliquia se extendieron como la polvora.Las tropas
cruzadas pasaban hambre de verdad, estaban desesperados y ansiosos por buenas noticias,
el caldo de cultivo ideal para tener experiencias sobrenaturales.
La tarde siguiente, mientras los
príncipes cruzados se reunían para discutir futuras actuaciones, un fraile
provenzal, Esteban de Valence, afirmo que había tenido otra visión, en la que
se le había aparecido Jesucristo y la virgen María.
Parece ser que Jesucristo había
indicado a Esteban que, si el ejército cruzado abandonaba su camino de
perdición y pecado, en cinco días recibirían una muestra de su favor,una inesperada
ayuda divina.
(Seguramente Esteban de Valence
ya conocía el plazo de cinco días que había dado Raimundo para buscar la reliquia,
y había decidido hacer coincidir en el tiempo ambas “visiones”.)
Esteban tenia gran predicamento
entre los cruzados y una reputación intachable, tanto que hasta el obispo Ademar creyó en sus palabras. Y decidió no esperar el plazo de cinco días.
El día 14 de junio, un meteorito
surco el cielo de Antioquia y cayó tras las líneas turcas. A la mañana siguiente,
una docena de cruzados, incluyendo al conde Raimundo, al obispo de Orange (curiosamente,
el obispo Ademar decidió no ir a la catedral, seguía pensando que Pedro Bartolomé
era un charlatán) y el propio Pedro se dirigieron hacia la catedral
de san Pedro, comenzando a cavar en el lugar indicado.
Tras un día entero de trabajo, no
se encontró absolutamente nada.Pedro propuso un descanso, que todos
los presentes aceptaron.
Tras la pausa, fue el mismo Pedro
Bartolomé quien se introdujo en la excavación para continuar el trabajo. Al
poco de empezar a cavar, Pedro descubrió la punta de una lanza antigua,muy similar a las lanzas que utilizaban los legionarios romanos .
La comitiva recorrió las calles
de la ciudad hasta la residencia de Raimundo, el Palatium Cassini, mostrando la
reliquia sagrada a todos, en medio del júbilo y la esperanza de los cruzados.
Pero, en medio de las variadas
apariciones y reliquias presuntamente milagrosas, los cruzados seguían
necesitando un plan para terminar con el asedio al que estaban siendo sometidos.
Mientras Raimundo se dedicaba a la búsqueda de la reliquia, el verdadero
líder militar de la cruzada, Bohemundo de Tarento, valoraba sus opciones.
Siempre partidario de la lucha, Bohemundo decidió que había llegado el momento de olvidar las
precauciones.Esperar dentro de la ciudad no tenia sentido, ya que debido a la
falta de alimentos el ejército no sobreviviría todo el verano, a lo sumo podría
aguantar hasta julio. La única esperanza de victoria era un ataque frontal,
básicamente salir de las murallas en grupos, reunirse en un lugar fijado y
atacar.
Bohemundo, siempre bien informado,
sabia de las dificultades en el campamento turco. Los recién llegado beduinos
del desierto odiaban a los turcos de Mesopotamia; el emir de Homs tenía una
fuerte y muy antigua enemistad con el emir de Manjib; y ninguno de los emires tenía
la más mínima intención de combatir a
las órdenes de un simple atabeg como era Kerboga.
Kerboga sabía que necesitaba la
ayuda de Ridvan de Alepo, pero eso suponía enemistarse con Dukak de Damasco.La
falta de alimento comenzaba a afectar también a los turcos, y las deserciones comenzaron
a hacerse más frecuentes.
Los otros líderes cruzados decidieron
intentar probar algún otro método que no supusiera la destrucción el ejército cruzado,
algo que sin duda ocurriría si se seguía la idea de Bohemundo del ataque frontal.
Y enviaron dos hombres a intentar negociar con Kerboga, mientras trataban de averiguar
como aprovecharse de las disensiones entre los líderes turcos.
El día 27 de junio, los
embajadores cruzados llegaron ante Kerboga.Se trataba de un caballero franco
llamado Herluin, básicamente un traductor, que hablaba a la perfección árabe y persa.
Y el otro embajador, que iba a llevar las riendas de la negociación con Kerboga era el
apocalíptico fraile Pedro el Hermitaño, que había caído en desgracia tras su huida-retirada a Constantinopla tras la masacre de sus cruzados sufrida en Civitot.
Pero los líderes de la cruzada
querían aprovechar su aun buena fama entre los cruzados de a pie y el respeto
que aun le tenían los lideres turcos por su valor.
Los dos enviados cruzados abandonaron la
relativa seguridad de las murallas de la ciudad y se internaron en el
campamento turco, hasta llegar a la presencia de Kerboga,que les esperaba en su suntuosa tienda.
Seguramente, Kerboga se sorprendió
por los términos que Pedro le presento.Primero, Pedro ofreció a Kerboga la
posibilidad de rendición de todo el ejército turco, que entregaría todas sus
armas y podría marchar en libertad de vuelta a sus tierras.
Kerboga se rio en voz alta y
mostro a Pedro la enorme cantidad de cadenas de las que disponía, ofreciendo a Pedro
la posibilidad de respetar las vidas de mujeres vírgenes y niños, aunque los
demás cruzados serian asesinados.
La contraoferta de Pedro
consistió en proponer un combate singular. Cada bando elegiría entre cinco y
cien hombres, que se enfrentarían en terreno neutral para dirimir el vencedor
de la guerra.
Tampoco acepto Kerboga, que a
cambio propuso respetar las vidas de todos los cruzados que se convirtieran al
islam.Los lideres cruzados que accedieran a
la conversión recibirian, además de salvar su propia vida,
tierras,pueblos y castillos.
No se llego a ningún acuerdo, y el monje Pedro
y el caballero Herluin regresaron a la ciudad con las
manos vacias,aunque los ojos de Herluin habían captado algún detalle que podría
ser de gran utilidad en la batalla que se avecinaba.
(Continuara…)