Viene de aquí :
Mientras, en Stanleyville, los
rebeldes simba habían ejecutado públicamente e 137 congoleños por sus simpatías
hacia los europeos,ademas de violar y mutilar a cientos de mujeres.
Los peores entre los simba eran
los jeunesse, pandillas de jóvenes delincuentes callejeros que se deleitaban
en la violación, el desollamiento, empalamiento, desmembramiento, destripamiento
y canibalismo ritual de los pobres desgraciados que caían vivos en sus manos.
Para negociar, los rehenes blancos valian mucho mas vivos que muertos, pero nadie sabia cuanto tiempo podrían escapar de
la violencia de los drogados jeunesse.
Cuando llegaron nuevos
reclutas a la base de Kamina, Hoare dividió su grupo (5º comando) en 6 subcomandos, del 51
al 57, con entre 30 y 40 soldados en cada uno, para desplegarlos por diversas zonas
del Congo.
El teniente Gary Wilson, un
sudafricano de 25 años educado en Sandhurst y veterano de la crisis de Chipre de
la década de los 50 ( en la que los soldados británicos que ocupaban Chipre
desde la 2ª guerra mundial se enfrentaron a la guerrilla nacionalista EOKA, y
que termino con la independencia de Chipre en 1960, aunque los britanicos pudieron
conservar dos bases aeronavales en la isla chipriota) tuvo el bautismo de fuego
del comando 51, en Lisala,cerca del rio Congo ,a 500 kilómetros de Stanleyville.
En una entrevista con el reportero
del New York Times, el teniente Wilson contó lo sucedido:
“Los rebeldes estaban en la cima
de una colina a unos 300 metros,
disparando con fuego de ametralladoras y un bazooka.Nosotros solo teníamos
rifles automaticos".A los pocos minutos de comenzar el enfrentamiento, medio
centenar de soldados del ANC que “apoyaban” el comando 51 huyeron y se
internaron en la selva, dejando a Wilson al mando solo 42 mercenarios, de los que solo 15 tenían experiencia de combate,
para enfrentarse a más de 400 simbas.
“Combatían a cara descubierta,
sin tratar de cubrirse.No tenían miedo a la muerte, y solo tuvimos que
limitarnos a avanzar,disparando sobre ellos como si estuviéramos en una galería
de tiro”.
Cuando los mercenarios habían eliminado a mas de 150 rebeldes, el resto desapareció en
la jungla. Solo un mercenario resulto levemente herido por una esquirla de
metralla.
Los gansos salvajes pudieron entonces
apreciar en toda su crudeza la realidad de la guerra en África, el llamado
ratissage (rastrillar en francés), caracterizado por la pura y simple venganza,
tribal y ritual.
El soldado o miliciano congoleño
no tenía ningún respeto, ni misericordia, o caballerosidad con el enemigo
vencido, y la tortura salvaje era siempre el preludio al asesinato, causando
siempre el mayor dolor posible.
Durante dos días, los soldados
del ANC, que habían retornado tras el fin del combate, se dedicaron a la violación
y al asesinato en las aldeas cercanas: la matanza solo terminó cuando los
mercenarios terminaron con la vida de varios soldados congoleños, haciendo huir
a los demás.
Los mercenarios aprendieron una
valiosa lección, que les libraría de muchos problemas más adelante: el soldados
o el miliciano congoleño tenía mucho miedo del mercenario “blanco”.
Pero la brutalidad no era
exclusiva de los nativos del congo: en su ruta hacia Stanleyville desde el
oeste, el comando 52, formado mayoritariamente por exparacaidistas alemanes y
dirigidos por el capitán Sigfried Muller, ex sargento de la Wehrmacht en el
frente ruso (a quien Hoare permitía usar una cruz de hierro completa, con su esvástica incluida),adornaban
los vehículos de la unidad con lanzas, escudos y ,en ocasiones,
las cabezas de rebeldes muertos.
Capitan Sigfried Muller con uno de sus trofeos.
El teniente belga Charles Masy
fue fotografiado en una ocasión limpiando calaveras para venderlas como
souvenirs,algo que disgustaba enormemente a Mad Mike, que consideraba esa
“actividad” del teniente Masy
perjudicial para sus intereses, ya que podría ser aprovechada por la
propaganda de los comunistas.
Teniente Masy con uno de sus trofeos.
Pero todos los excesos de los mercenarios
serian olvidados si conseguían recuperar Stanleyville.
El contingente mercenario
disponía de más de 200 vehículos, incluyendo camiones,jeeps, automóviles blindados
abandonados en el Congo por el contingente de la ONU en 1963,etc. Ademas, tenían
su propia fuerza aérea, compuesta de un par de bombarderos B-26 invader y media
docena de entrenadores T-28 Trojan reconvertidos a aparatos de caza.
T-28 Trojan en el Congo.
Todos estos aviones estaban
pilotados por exiliados cubanos anticomunistas, entrenados y financiados por
la CIA.
El 30 de octubre, los gansos
salvajes se ponian en marcha con destinos Stanleyville,a unos 1500 kilómetros al
norte.Hoare dijo a sus hombres que no tenían ningún tipo de restricción sobre
la municion que fueran a usar, es decir, podían disparar a quien necesitaran.
Uno de los suboficiales de Hoare contaría
más tarde:”Cuando entramos en acción por primera vez,simplemente estábamos
tratando de hacer el trabajo por el que
nos pagaban. Pero la mayoría del tiempo lo único que hacíamos era disparar las ametralladoras
que llevábamos montadas en los vehiculos, mientras no dejábamos de gritar. Si
alguien se acercaba demasiado,,simplemente abríamos fuego.”.
Los comandos de Hoare
convergieron sobre Stanleyville desde tres direcciones.Cuando la victoria estaba
cercana,llego la orden de mantener las posiciones y esperar nuevas
instrucciones.Los estadounidenses estaban intentando negociar con los simbas
para liberar a los rehenes a cambio de una
importante cantidad de dinero.
Mientras, los paracaidistas
belgas se habían trasladado de la base británica en la isla de la Ascensión hasta
la base de Kamina,preparandose para una operación aerotransportada denominada
operación Dragón Rouge.
Paracaidistas belgas en vuelo hacia el Congo.
La noticia de la llegada de los
paras belgas provocó la rabia de los simbas.La radio de Stanleyville, en poder
de los rebeldes, animaba a los simbas para que asesinaran a los rehenes:
“Afila tu chuchillo, afila tu
machete, afila tu lanza.Si ves a los paracaidistas caer del cielo, mata a los extranjeros.
No esperes ordenes, La orden es esta :mata, mata, mata”.
Las negociaciones para liberar a
los rehenes extranjeros habían fracasado, y los paracaidistas belgas saltarían
sobre Stanleyville al amanecer del día 24 de noviembre.
Al anochecer del día 23, la columna
numero 5 de los mercenarios de Hoare aun se encontraba a mas de 200 kilómetros
de la capital, moviéndose silenciosamente a través de territorio controlado por
las milicias enemigas.
Todavía en las afueras de Stanleyville,
la columna de mercenarios aceleró al máximo, y comenzaron a divisar grupos de paracaidistas que se atrincheraban a ambos lados de la carretera, haciendo signos
de que el enemigo estaba justo delante.: pero los mercenarios no se detuvieron,
simplemente saludaron a los paracaidistas belgas y continuaron su ruta hacia la ciudad, disparando las ametralladoras de sus vehiculos sobre todo lo que se movia.
Enfurecidos por el ruido de los aviones
Lockheed Hércules 130 que seguían lanzando paracaidistas belgas, los simbas
sacaron a los rehenes a la calle.
“Tus hermanos han venido a
rescatarte, pero llegan tarde, ahora vas a morir “.Cuando los paracaidistas de
aproximaban a los rehenes sentados en la calle, los rebeldes simba abrieron
fuego sobre los rehenes con sus armas automática,matando dos docenas de hombres,
mujeres y niños e hiriendo a medio
centenar, antes que los paracaidistas los pusieran en fuga.
Paracaidista belga cuerpo a tierra ante los cadaveres de los rehenes asesinados por los simba.
Entre los mercenarios y los paracaidistas
no tardaron en tomar la ciudad por completo. Mientras los paracaidistas
instalaban un hospital de campaña, los mercenarios se dedicaron al saqueo,
asaltaban tiendas de licor, rompían las ventanas de los hoteles para acceder a
las habitaciones,incluso usaron dinamita y lanzas termicas en cajas fuertes
bancarias, liberaron los animales del
zoo, etc.
Hoare hizo la vista gorda. “sé
que mis hombres saquearon todo lo que pudieron, pero con las atrocidades que habían
visto a su alrededor, decidí que asi podían
liberar la tensión y olvidar lo que habían visto.”
Lo que sucedió después, cuando
las tropas del ANC llegaron para hacerse cargo de la ciudad, fue el mayor baño
de sangre que había ocurrido en la zona, según afirmaría mas tarde el comandante
de los paracaidistas belgas, coronel Charles Laurent.
“Los soldados del ANC no tomaron
prisioneros.Los rebeldes eran golpeados hasta la muerte, o asesinados a machetazos.
Fue una situación brutal.”
Con su trabajo terminado , el
coronel Laurent ordeno a sus paracaidistas
volver a sus aviones, y el contingente belga abandonó el pais.
Hoare escribió: "Los paracaidistas
belgas llegaron,hicieron su tarea y se marcharon.Y nos dejaron con la tarea de
reunir a los rehenes”.