Guerreros tlaxcaltecas combaten a españoles, mural en el Palacio de gobierno de Tlaxcala. |
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Para no tener que soportar más los efectos de las armas de fuego de los españoles, los guerreros de Xicoténcatl avanzaron como una marea, para tratar de llegar al cuerpo a cuerpo lo antes posible.
Sus lanzas y garrotes llegaron por fin al choque con las rodelas de los espadachines españoles, que se esforzaban por mantener la línea. Sus brazos ardían con la fatiga, mientras rechazaban repetidamente los cuerpos de una corriente aparentemente interminable de atacantes.
Ballesteros y arcabuceros españoles se habían retirado unas decenas de metros, a un terreno elevado, para disparar sobre las cabezas de los espadachines. Pero el poder de la superioridad numérica comenzó a hacerse notar, y comenzaron a abrirse brechas en la línea española.
Cortes trataba de hacer oír sus órdenes, pero nadie podía oír por el tremendo estrépito de armas chocando, disparos de arcabuz, y ,sobre todo, el griterío de heridos y moribundos.
Parecía que los españoles, y sus aliados serian barridos, pero aun con la victoria tan cerca los tlaxcaltecas ya no pudieron sostener su ataque. El precio a pagar estaba siendo demasiado alto, con el suelo sembrado de guerreros muertos, heridos y mutilados de formas que nunca habían experimentado.
La energía de los guerreros tlaxcaltecas se agotó, y la marea humana retrocedió. La batalla había durado cuatro horas, y los españoles, casi todos heridos de mayor o menor gravedad, estaban completamente agotados. Mientras regresaban tambaleándose al campamento, los soldados elevaban oraciones de gratitud a su dios por su supervivencia.
Tras su casi milagrosa victoria, Cortes volvió a enviar mensajeros a la capital tlaxcalteca, buscando un armisticio al menos temporal, que le garantizara paso seguro por tierras tlaxcaltecas.
Enojados en lugar de preocupados por la derrota de sus guerreros, los lideres tlaxcaltecas rechazaron a los enviados españoles y ordenaron a Xicoténcatl que organizara un ataque nocturno sobre el campamento español.
Aunque atacó con 10.000 de sus mejores guerreros, el ataque nocturno de Xicoténcatl no le fue
mejor que por el día, ya que los españoles estaban alerta, y escucharon a los
guerreros tlaxcaltecas desde lejos, permitiéndoles organizar su defensa.
Tras el fracaso del ataque nocturno, la embajada enviada por Cortes al día siguiente obtuvo un mejor recibimiento, y algunos de los lideres indígenas aconsejaron hacer las paces con los españoles. Los valerosos soldados llegados del otro lado del mar serian valiosos aliados en su eterna lucha con los aztecas.
Además, algunos enviados de Cempoal que habían acompañado a los españoles desde su desembarco en la costa informaron a los lideres tlaxcaltecas que Cortes había ordenado a los asentamientos totonacas de las altas sierras que dejaran de pagar tributo a Moctezuma.
La noticia disipo los temores de los tlaxcaltecas de que los recién llegados fueran sirvientes y aliados de Moctezuma, y las declaraciones españolas de buena voluntad y paz comenzaron a ser tenidas en cuenta.
"Tlaxcaltecas hacen la paz con los españoles", mural del Palacio de Gobierno de Tlaxcala.
Siguiendo el consejo de los ancianos, los lideres ordenaron a sus guerreros cesar en sus ataques, pero Xicoténcatl se oponía a deponer las armas y reafirmo su intención de aniquilar a los españoles a la primera oportunidad.
Las negociaciones se detuvieron cuando Xicoténcatl retuvo a los enviados tlaxcaltecas que debían ir a parlamentar con los españoles. Pero una comisión de 40 enviados consiguió evadir la vigilancia de Xicoténcatl y llegó al campamento español, donde permaneció toda la noche.
Pero los aliados de Cempoala sospechaban que los enviados tlaxcaltecas eran espías, y advirtieron a Cortes del peligro.
Tras interrogar a varios de los enviados, Cortes envió a los tlaxcaltecas el mensaje definitivo. Tomó a 17 de los enviados, y a algunos les corto una mano, a otros los pulgares, etc .Reunio los espantosos trofeos y los envió a Xicoténcatl con un mensaje inequívoco; o aceptaba la oferta de paz española en dos días, o Cortes lo buscaría y lo destruiría.
Los resultados del mensaje fueron inmediatos. Cuatro embajadores tlaxcaltecas se aproximaron al campamento español aquel mismo dia. En presencia de Cortes, hicieron una profunda reverencia y pidieron perdón por haber atacado a los españoles. Los embajadores explicaron a Cortes que habían creído que los españoles eran aliados de Moctezuma.
Los embajadores pidieron perdón por su error, y aceptaron la oferta de alianza de Cortes.
Los españoles entraron en la capital de Tlaxcala el 23 de septiembre de 1519. Tomando aparte a los lideres, Cortes les interrogo para conocer al detalle todo lo relacionado con el imperio azteca.
Cortes volvió a oír hablar del gran poder y riqueza del imperio de Moctezuma, y se le dio una muy detalla descripción de la capital de los aztecas, Tenochtitlan, las calzadas que daban acceso, sus fortificaciones, estructuras y edificios públicos.
Los ancianos tlaxcaltecas incluso aportaron dibujos, pintados sobre tela de henequén, que representaban las batallas del pueblo tlaxcalteca contra los aztecas.
Cortes aprendió mucho de las estructuras de mando del imperio azteca, y de las tácticas militares que solía utilizar el ejército de Moctezuma.
La alianza con Tlaxcala fue de mucho valor para los españoles, que siguieron cultivandola durante la campaña para la conquista de Mejico. Los tlaxcaltecas aportaban suministros, y lucharon al lado de los españoles, contra aztecas y sus hostiles aliados. Y dieron cobijo y seguridad a los supervivientes españoles tras su inicial expulsión del valle de Méjico tras la “Noche Triste”.
Mas tarde, aportaron guerreros para el asedio de Tenochtitlan y participaron con entusiasmo en la destrucción final del hostil y opresor imperio azteca.
Cortes había encontrado un muy útil aliado.
"Guerreros tlaxcaltecas, aliados de los españoles, combatiendo con armas europeas", mural del Palacio de Gobierno de Tlaxcala.
History of the conquest of Mexico – William Prescott.
Conquest; Cortes, Montezuma and the fall of old Mexico – Hugh Thomas.
Historia verdadera de la conqusta de la Nueva España – Bernal Diaz del Castillo.