lunes, 15 de febrero de 2021

1943: Objetivo Teherán; Operación Gran Salto (II )

 


 Viene de aquí:

  Tras más de 7 décadas después de la conferencia de Teherán de 1943, la controversia sobre la operación Gran Salto no ha terminado.

  Se han publicado varios libros sobre los hechos, y algunos estudiosos del tema han descartado por completo que tal misión no fuera más que un sueño en algunas de las mentes de las altas instancias de los servicios de inteligencia alemanes. Otros plantean que la operación nunca existió, y que simplemente se trataba de propaganda soviética, para intentar convencer al mundo libre que si Roosevelt y Churchill estaban vivos, había sido gracias a los servicios de inteligencia soviéticos que habían terminado con la amenaza.

  Pero más allá de la desinformación y los intereses políticos ¿qué fue lo que realmente paso aquella semana de 1943 en Teherán?

  Irónicamente, la trama debe sus inicios a una declaración que el presidente Roosevelt había hecho a principios de 1943, el 24 de enero, el día final de la conferencia de Casablanca.

  

  Ante la presencia del premier Churchill, Roosevelt se encargo de difundir a los cuatro vientos los términos para el final de la guerra; “lucharemos hasta la rendición incondicional de Alemania, Italia, y Japón”.

  En ese momento de la guerra, con los preparativos para la  invasión aliada de Europa en marcha, la mayor parte de los dirigentes nazis sabían que la victoria en los campos de batalla era materialmente imposible.

  Resignados, pensaban en una estrategia diferente: la Werhmacht mantendría el mundo en armas, luchando a vida o muerte hasta que se dieran las condiciones para una paz aceptable y negociada, cuando los aliados se dieran cuenta que derrotar por completo al Eje sería demasiado costoso.

  Pero con las palabras de Roosevelt, “rendición incondicional” resonando en sus oídos, las fantasías de lograr una paz negociada con los aliados habían terminado, no iba a haber una paz negociada. Así, los lideres alemanes y sus subordinados comprendieron abruptamente que se enfrentaban a un futuro en el que tendrían que responder de sus actos ante los tribunales aliados.

  Solo quedaba una opción: eliminar físicamente al liderazgo aliado, los Tres Grandes, para que fueran sustituidos por otros líderes más partidarios de un arreglo en la mesa de negociaciones.

  Pero, los dos jefes de espías que dirigían las dos organizaciones de inteligencia alemanas que podían planear operaciones en el extranjero, el general Walter Schellemberg,jefe de la sección VI (actividades en el extranjero) de la Oficina Central  de Seguridad del Reich ( R.S.H.A.), y el almirante Canaris,director del Abwehr,inteligencia militar, se dieron cuenta rápidamente que una misión de asesinato a  la escala requerida era simplemente una ilusion.Los 3 lideres aliados eran, sin ninguna duda, los tres hombres mas protegidos y vigilados del mundo, exceptuando quizas al propio Hitler.

Walter Schellemberg.
  

  La planificación, la logística necesaria, el desafío operativo de una misión a tanta distancia, todo convertía la misión en un objetivo imposible.

  Pero, el 12 de septiembre de 1943, otra misión calificada como imposible, tuvo éxito.

  En una misión puesta en marcha tras la orden directa de Hitler,12 planeadores cayeron del cielo italiano, y en medio de unas fuertes ráfagas de viento, aterrizaron en la cima de una montaña, el Gran Sasso,donde Benito Mussolini, el dictador que había dominado Italia con mano de hierro, estaba retenido en un hotel de montaña bien vigilado.

Paracaidista en el Gran Sasso
  

  El capitán de las SS Otto Skorzeny condujo a sus hombres al hotel a toda velocidad, y los guardias italianos se rindieron casi sin resistencia.

  Tres días después, Hitler, Mussolini y Skorzeny tomaban el té en Wolfschanze, el puerto de mando de Hitler, oculto en lo más profundo de un bosque en Prusia oriental.

Skorzeny junto a Mussolini,en el centro de la imagen.
  

  Por primera vez, Schellenberg y otros altos mandos de la seguridad alemana comenzaron a creer en el milagro. Si Skorzeny, rápidamente ascendido a coronel, había tenido éxito… ¿por qué no intentarlo otra vez?

  Así, al denominado por la prensa aliada “el hombre más peligroso del mundo”, se le dio el mando operacional de la operación Gran Salto.

  (Este encargo, y quien dio la orden  no aparece en ningún lado de las memorias de Skorzeny, “!vive peligrosamente¡”, aunque si hay un capítulo dedicado íntegramente a la operación Gran Salto).Cuando después de la guerra fue arrestado e interrogado por la inteligencia aliada no fue preguntado por la operación , y cuando fue liberado tras pasar unos años en prisión, tuvo cuidado en no mencionarlo en ninguna de las múltiples entrevistas de prensa que concedió.

  

  Pero en 1950, en una entrevista en Madrid con el escritor húngaro Lazlo Havas (que más tarde escribiría el libro “Asesinato en la cumbre”), confirmó su participación en la operación, y más tarde se jacto de ello  ante el Mossad israelí, quien lo empleo como agente un tiempo.

  A principios e 1943, los servicios de inteligencia sabían que los Tres Grandes estaban planeando reunirse por primera vez, ya que habían sido interceptado gran cantidad de trafico diplomático e incluso la fecha de la prevista reunión había sido discutida en la prensa aliada.Los tres objetivos iban a estar en el mismo sitio al mismo tiempo, pero la ubicación de la conferencia se mantenía en secreto.

  En el negocio del espionaje, un invitado al que nadie ha invitado es algo a lo que ningún oficial de inteligencia quiere dar la bienvenida. La pregunta que un oficial   de inteligencia se hace es: ¿ la llegada del invitado y aspirante a agente secreto es real, ofrece  logros de inteligencia reales ? ¿ O es un doble agente, una parte de una conspiración urdida por el enemigo para acceder a información clasificada?

  Esa era la disyuntiva con la que iba a tener que tratar Schellenberg a finales de octubre de 1943.

  Un hombre que afirmaba ser el ayudante de cámara del embajador británico en Ankara, Turquía, había ofrecido un trato a la delegación diplomática alemana en la ciudad turca.

  A cambio de 20.000 libras esterlinas de la época (unos 500.000 dólares en la actualidad), el misterioso hombre entregaría fotografías de los documentos más secretos que se guardaban en la embajada británica.

  Al final, Schellenberg decidió que sus agentes en Ankara debían aceptar la oferta, aunque con una importante variacion :buena parte del papel  moneda que entregarían al informante a cambio de sus servicios seria falsa, una hábil falsificacion obra de los especialistas del servicio secreto alemán que habían elaborado la operación Bernhard.

  Los recelos de Schellemberg sobre si debía confiar en el informante se diluyeron en cuanto pudo examinar las primeras fotografías .Según Schellenberg comenta en sus memorias (El Laberinto, el servicio secreto de Hitler) “su contenido  era bastante impresionante”.

  En la semana siguiente, las entregas de correspondencia altamente secreta entre la embajada británica en Ankara y el ministerio de exteriores en Londres siguió llegando a la mesa de Schellenberg en la sede del RSHA, en las afueras de Berlín.

  El rendimiento era tan bueno, que al ayudante del embajador británico en Ankara, el informante, recibió el nombre en clave de Cicerón (de nombre real Eleysa Bazna), como el famoso orador romano, por que los documentos robados decían muchas cosas, y muy claras.

Eleysa Bazna.
  

  Fue de ese modo, en la segunda semana de noviembre de 1943, cuando Schellemberg descubrió que los Tres Grandes, los líderes aliados, se reunirían en Teherán.



 

(Continuara…)

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