Viene de aquí:
16 años después que las tropas del consul Nobilior saquearan Ambracia, otro cónsul romano dirigio su ejercito consular sobre los statelliates, una pequeña tribu de origen ligur en el noroeste de Italia.
Aunque esa tribu en particular no estaba en guerra declarada contra Roma, sus líderes habian reclutado mercenarios cuando supieron de la cercanía de las legiones romanas a su territorio.
Tribus ligures en el siglo II a.c.
El comandante romano, cónsul Marco Popilio Lenas, estaba ansioso de gloria militar, y lanzo a sus tropas contra las del enemigo, ganando fácilmente la batalla, en las cercanías del oppidum de Caristum ( mas tarde Aquae Statiellae.)
Cuando los ciudadanos se rindieron, Lenas les arrebato las armas, saqueó toda la zona y los vendió a todos como esclavos.
Lenas informo al senado romano de todo lo ocurrido, esperando aparentemente ser elogiado por un trabajo bien hecho. En cambio, muchos senadores estaban horrorizados: había atacado a la única tribu de Liguria que estaba en paz con Roma, y luego había esclavizado a una población tras su rendición formal. No solo era una mancha muy perjudicial para la reputación de Roma entre sus vecinos itálicos, sino una imprudencia estratégica, ya que sentaba un muy mal precedente para otras comunidades que en un futuro quisieran rendirse.
Así, el senado ordeno a Popilio Lenas liberar a todos los ciudadanos esclavizados y restaurar su propiedades. Lenas enfureció y se negó a cumplir las ordenes del senado, ya que estaba convencido que el senado debía haber decretado honores a los dioses inmortales por el éxito conseguido en Liguria.
El senado ordeno entonces al otro cónsul ,Lucio Postumio Albino,que liberara a los esclavos y los instalara mas al sur para escapar a la ira del cónsul Lenas.La mayoría de los senadores también apoyo la creación de un tribunal especial para procesar a Lenas por sus fechorías, pero la idea no progreso.
En el 159 a.c., Popilio Lenas fue elegido censor, y cualquier acusación contra él se desvaneció.
En el año 150 a.c., dos comandantes romanos llevaron a cabo una invasión del oeste de la península ibérica, arrasando y saqueando la zona.Estaban decididos a suprimir a los lusitanos, una tribu que regularmente lanzaba ataques sobre los dominios romanos en el oeste de la península ibérica, derrotando en ocasiones a varios ejercitos romanos en batalla.
La “operacion de castigo” romana funciono. Varias comunidades lusitanas se acercaron al pretor Servio Sulpicio Galba, uno de los generales romanos, y se rindió formalmente.
Al principio, Galba recibio a los lideres lusitanos amablemente, se acordó una tregua, y el romano fingió ser comprensivo con la difícil situación de los lusitanos:
“Vuestra tierra es pobre, y vuestra nobleza os obliga a asaltar y hacer la guerra”, dijo Galba, según el historiador griego Apio. “A mis amigos lusitanos necesitados les daré buena tierra, dividiéndola en tres partes, instalándoles en un lugar con abundancia de agua”.
Galba envió a los lusitanos a tres lugares diferentes con la promesa de un reasentamiento .Pero las tropas romanas desarmaron a los lusitanos, les rodearon y masacraron a los varones en edad militar, vendiendo como esclavos a mujeres y niños.
Si Galba esperaba un recibimiento de héroe en Roma por liquidar a los lusitanos, estaba equivocado. En una serie de reuniones, varios senadores acusaron a Galba de violar la buena fe de Roma. Entre sus acusadores se encontraba Marco Porcio Catón el Viejo, un hombre de estado y un famoso orador.
Caton propuso al senado un proyecto de ley que no solo hubiera conseguido la liberacion de todos los esclavos lusitanos, sino que también hubiera puesto a Galba frente a un tribunal especial para juzgarlo por sus crímenes.
Marco Porcio Caton el "Viejo".
Pero Galba también era un buen
orador, y sus discursos, en los que aseguraba que la matanza de los lusitanos había
sido una matanza “preventiva” porque los lusitanos estaban planeando atacar
al ejercito romano y solo habian aceptado una tregua temporal para ocultar sus
verdareos planes, convencieron a buena parte de los senadores.
Más tarde ,Galba se presento en el foro , ante la multitud, con sus hijos en brazos, llorando y confiando sus hijos a la tutela del pueblo de Roma, ya que, de prosperar las acusaciones contra el, pronto se convertirían en huérfanos.
Los romanos rechazaron las acusaciones conrta Galba, así que no hubo juicio por sus crímenes, ni tampoco se libero a los esclavos lusitanos supervivientes de la masacre.
Caton el Viejo clamo en el senado que “pareciera que la violencia y el histrionismo de Galba habían sido más persuasivos que el respeto a las normas y los principios éticos con respecto al trato a los enemigos derrotados”.
De hecho, Galba fue nombrado cónsul algunos años despues.Evidentemente, el pueblo romano decidio que sus atrocidades en Lusitania eran aceptables o, al menos, perdonables.
El mismo año que Galba escapaba de ser juzgado, el senado romano aprobaba la ley Calpurnia, ley que instituía un tribunal permanente diseñado para enjuiciar la mala conducta de los funcionarios públicos romanos en sus misiones en el extranjero.
¿ Quizá este nuevo tribunal fue una respuesta al caso de Galba, para procurar que no volviera a ocurrir?.¿Era un esfuerzo para prevenir futuras atrocidades similares en el futuro?
Pero el nuevo tribunal no era un remedio real y verdadero, ya que solo se ocupaba de restaurar las propiedades confiscadas ilegalmente y no ofrecían ninguna respuesta legal por las masacres, la esclavitud masiva y otros sufrimientos semejantes.
Para algunos lideres romanos, las violaciones de las costumbres militares constituían graves delitos. Siempre había público para escuchar las acusaciones contra ellos, y legisladores que intentaban que no se produjeran excesos, aunque con poco éxito.
Pero la historia demuestra que las normas de rendición de Roma no ayudaban a la moderación en el trato al enemigo. Por un lado, el maltrato a los enemigos que ya se habian rendido podían inspirar indignación pública , que podía ser utilizada como arma por los rivales políticos. Por ejemplo Galba y Popilio Lenas fueron amenazados con juicios formales,lo que podrian haber arruinado sus carreras políticas.
Por otro lado ,ninguno de esos hombres pensó que había actuado de mala manera, incluso esperaban una recompensa por sus atrocidades, y ninguno fue castigado, todos siguieron disfrutando del éxito político.
Al final, los tres casos ilustran la verdad sobre la ética militar en Roma, y en otros lugares y tiempos, como el actual en el este de Europa: las infracciones a las leyes de la guerra solo se convierten en casos criminales si hay voluntad y modo de castigar a los infractores.
Spare no one: mass violence in Roman warfare – Gabriel Baker.
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