Viene de aquí:
A finales del año 89 a.c.,
Nicomedes IV envió su flota a saquear los
puertos del Ponto, llegando incluso hasta Temiscira.Al mismo tiempo, ordenó a su
tropas fronterizas atacar el oeste del reino de Mitridates.Los barcos de Nicomedes
volvieron con una gran cantidad de riquezas de su expedición de saqueo, que le
sirvieron para sufragar los sobornos y pagar las deudas que tenia con generales
y senadores romanos.
Manio Aquilio, el cónsul romano
que movía las cuerdas del títere Nicomedes, creyó que el “arrogante reyezuelo Mitridates” aprendería la lección.
Pero Nicomedes estaba aterrado.
Durante las incursiones de sus tropas y naves, ninguno había encontrado la
menor resistencia por parte de las tropas del Ponto.El rey de Bitinia sabia que Mitridates tramaba algo.
Los espías de Mitridates en Bitinia
le habían informado del plan de Manio Aquilio.Las tropas y la flota de Mitridates estaban dispuestas para el combate,
pero el rey las había enviado a la frontera del norte de su imperio. Envió
mensajeros a los puertos del Ponto para que los ciudadanos los abandonaran y no
prestaran ninguna resistencia a la flota bitinia de Nicomedes.
Según el cronista Apiano, Mitridates quería
tener un casus belli incontestable.
Mitridates sabía que la intención
de Roma era destruir el imperio que el rey del ponto estaba formando en las
costas del mar negro, y para ello estaba apoyando a Nicomedes de Bitinia.
Mitridates también sabía que Roma
estaba ocupada en su guerra social contra los otros pueblos de la península itálica
,y tendría serias dificultades en poder enviar tropas a Anatolia.
Entonces, tras el ataque de las
tropas de Nicomedes, Mitridates se había convertido en la victima de un ataque
preventivo por parte del reino de Bitinia, instigado por la avariciosa
republica romana.
Mitridates envió a Roma al eminente
orador Xenocles de Adramitio, para presentar sus quejas por el ataque de que había
sido objeto su reino por parte de Nicomedes de Bitinia.
El senado romano no tuvo más
remedio que aceptar los hechos, y ordeno el comienzo de negociaciones de paz
entre Bitinia y el Ponto, con Manio Aquilio actuando como intermediario con
plenos poderes por parte del senado.
La delegación del Ponto estaba
encabezada por Pelopidas, un legislador griego perfecto conocedor de la
política exterior de la republica romana. Mitridates estaba seguro que el
senado romano nunca aprobaría una declaracion de guerra por parte del cónsul Aquilio en Anatolia,dado que los comandante militares Sila o Mario ya estaban
socavando el poder del senado, y los senadores no querrían dar más poder a otro
comandante militar.
Pelopidas comenzó por recordar a
los romanos la tradicional amistad entre el reino del Ponto y la republica romana.
Culpó a los generales romanos el haber permitido al rey Nicomedes de Bitinia
amenazar la seguridad del comercio en el mar negro. Y termino su exposición aludiendo
a la tendencia que tenia Roma a traicionar a sus aliados.
El embajador de Nicomedes contestó
a Pelopidas aludiendo al complot organizado por Mitridates para colocar a Sócrates
el bueno en el trono de Bitinia. Enumeró los aliados que Mitridates había
cosechado en la zona (tracios, escitas, armenios, etc), y las conversaciones
secretas que enviados de Mitridates estaban teniendo con egipcios y sirios.
Y finalizo su exposicion afirmando que Mitridates no estaba reuniendo tan
enorme ejército para conquistar Bitinia y Capadocia, su objetivo real era la
republica romana.
Los diplomáticos romanos se retiraron
a deliberar. Estaban comprometidos a ayudar a Nicomedes, pero el discurso de Pelopidas les había recordado el control que ejercia Mitridates sobre las rutas de
comercio en el mar negro, rutas que Roma no quería perder bajo ninguna circunstancia.
Tras una larga consulta, volvieron con una astuta respuesta:
“No deseamos que Mitridates sufra
ningún daño por parte de Nicomedes. Pero tampoco Roma permitirá que Mitridates
ataque a Nicomedes. Bitinia no será abandonada a su suerte”.
Pelopidas envió a toda prisa un
mensajero a Mitridates, avisandle de la decisión que habían tomado los intermediarios
romanos.
Mitridates ya no tenía
opciones.La negativa de Roma a concederle lo que él creía justo (controlar Bitinia y Capadocia ) no le dejaba otra salida que mandar un ultimátum a Roma.
Mientras llegaba la respuesta
romana a su requerimiento, Mitridates cedió parte de su ejército a su hijastro Ariarates IX y lo envió a ocupar Capadocia, algo que hizo sin ninguna
dificultad.
Pelopidas presento entonces el
ultimátum a los diplomáticos romanos; si aceptaban la petición de Mitridates, Bitinia y Capadocia serian suyas
sin lucha; si Roma lo rechazaba, el reino del Ponto estaba preparado para la
guerra.
Los generales romanos
reaccionaron justo como Mitridates preveía. El cónsul Aquilio ordeno a Mitridates abandonar Bitinia y anuncio que iba a restaurar en el trono de Capadocia de nuevo a Ariobarzanes.Los legionarios romanos escoltaron a Pelopides
hasta la frontera, para evitar que pudiera contactar con los ciudadanos de Bitinia e impulsarlos a una rebelión.
Sin esperar a lo que “el senado y
el pueblo de roma” decidieran sobre entrar en guerra con el Ponto, Aquilio se
preparo para la invasión. Mitridates haba conseguido lo que quería, que un cónsul
romano declarar una guerra sin la aprobación el senado.
El cónsul Aquilio ordeno a su
flota que bloqueara la entrada al mar Negro. Según las estimaciones (un tanto exageradas)
del historiador romano Apiano, las tropas terrestres para la invasión sumaban más
de 175.000 hombres, de los que 12.000 eran legionarios romanos.
A primeros del año 89 a.c., las
tropas para la invasión se dividieron en 3 contingentes principales:
El cónsul Manio Aquilio al mando
e 40.000 soldados se situo en la frontera
entre Bitinia y el Ponto, al sur de las montañas Olgassy;
El gobernador Lucio Casio y otros
cuarenta mil soldados se coloco entre la frontera de Bitinia y Galatia, al sur, y
Quinto Oppius, otro general
romano estrecho colaborador del cónsul Aquilio, protegía la ruta hacia Capadocia,
al mando de otros 40.000 soldados.
La vanguardia de la invasión
seria el ejército de Bitinia, 56.000 hombres bajo el mando directo del rey Nicomedes IV.
(Continuara…)
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