Viene de aquí:
Las imágenes del K-129 reposando
en el fondo del mar escalaron por toda la cadena de mando del gobierno y las
fuerzas armadas estadounidenses.Desde el presidente Johnson hasta el jefe de
operaciones navales,almirante Thomas Moorer,los mas altos cargos de USA se pusieron
a la tarea de reunir un equipo de
científicos y expertos para encontrar un modo de recuperar los secretos
que se escondían en el K-129.El equipo iba a incluir al capitán Bradley,
responsable de las misiones de espionaje submarino de la marina de los EEUU y al
doctor John Piña Craven,uno de los principales responsables de haber podido localizar los
restos del submarino.
Si las tareas de extracción del submarino
soviético tenían exito,los EEUU podrían confirmar la existencia de misiles nucleares
en los submarinos soviéticos de clase Golf-II,conocer que materiales se usaban
en su fabricación y analizar el diseño de la cabeza nuclear. Ademas,lograr
acceder a la sala de control de la torreta del submarino permitiría tener acceso
a las comunicaciones del submarino, los sistemas de criptografía, libros de
codigos, manuales diversos de operaciones,etc.Este material daría a la armada USA la capacidad de monitorizar y ser capaz de leer y entender las comunicaciones
secretas de los diferentes buques de la armada soviética, lo que podía suponer una
tremenda ventaja táctica para, en plena guerra fría,conocer con detalle la
situación y los movimientos de los submarinos soviéticos.
Tras estudiar el asunto detenidamente,el grupo de expertos de la Armada propuso una primera opción, que consistía
en utilizar uno de los DSSV (Deep Sumergence Search Vehicle), uno de los mini-submarinos que Craven había desarrollado
para la armada, en principio para operaciones de búsqueda y rescate submarino.
La misión de estos pequeños
minisubmarinos consistiría en colocar pequeñas cargas explosivas en puntos
determinados de la estructura del K-129,para hacer saltar las planchas de acero
y conseguir acceso al interior del submarino.Brazos mecánicos controlados remotamente
unidos al minisubamrino podrían
entonces recuperar los objetos interesantes, llevandolos después a la superficie
para su analisis.Algunas pruebas realizadas confirmaron que el uso de pequeñas
cantidades de explosivo colocadas estratégicamente permitirían la apertura de entradas en el submarino sin dañar el equipamiento
interior.
Pero, desafortunadamente para
Bradley y Craven, el almirante Moorer no vio apenas ventajas en el método. Tenia serias
dudas de que los explosivos pudieran abrir una apertura lo suficientemente
grande sin dañar el contenido interior del submarino, y tampoco veía factible
que un mini-submarino a una profundidad de 6.000 metros pudiera ser capaz de extraer
del submarino hundido algo tan pequeño como un libro de codigos,o algo tan grande como la cabeza de un misil nuclear soviético.
Para disgusto de Bradley y Craven,
el almirante Moorer elevó un informe a sus superiores para indicarles que la
armada USA no veia forma de conseguir nada reseñable del submarino hundido. Pero
abría una puerta a otras ideas, indicando que si existía algún plan para
extraer el submarino por completo del fondo marino, la armada USA estaría
dispuesta a colaborar. Y recomendaba llevar el proyecto a la CIA, para que su
equipo de espionaje submarino,de muy reciente creación,podria desarrollar
algún sistema para recobrar todo el objetivo, el K-129.
A principios de abril de 1969, el
director de la CIA Richard Helms recibía un memorándum en el que el secretario
de defensa USA, David Packard (el fundador de la empresa HP) le informaba de
todo el asunto del K-129 y le preguntaba si la CIA podía estar interesada en el
rescate del submarino.
El director Helms pensó al principio
que era una broma.La CIA sabia de aviones espía y satélites, pero no sabía nada
de barcos ,y apenas tenia experiencia en ingeniería marina: todas sus anteriores
intervenciones en espionaje marítimo había sido en apoyo de otras agencias de
inteligencia norteamericanas. Así que el director Helms pasó el memorándum
al recientemente nombrado director de
ciencia y tecnología de la CIA,Carl Duckett.
Carl Duckett,a la derecha,compareciendo ante un comité del senado estadounidense acusado de practicas poco eticas en uno de los experimentos que la agencia a su mando llevó a cabo en los años 60.
Si el director Helms creía que no
había posibilidad de extraer un submarino del fondo del mar, Carl Duckett,
cabeza pensante del DS & T ( directorio para la ciencia y la tecnologia de la CIA,llamados eufemísticamente los "magos de Langley")
no estaba tan seguro, y decidió estudiar el problema reuniendo un grupo de
expertos para explorar todas las posibilidades.
Deckett decidió poner al mando del grupo de expertos a John Paragonsky, experto en el manejo de grupos de la CIA, pero sin ninguna experiencia
en ingeniería naval u operaciones submarinas.
John Paragonsky en la base aerea de Adana,en Turquia.
Paragonsky había comenzado su
carrera en la CIA trabajando en la base aérea estadounidense de Adana (actual Incirclik, en Turquía) supervisando las tareas de espionaje de los aviones espía
U-2 ( nombre en clave, Aquatone ) sobre oriente medio.
Lockheed U-2 Aquatone.
Después habia sido puesto al
cargo del desarrollo e investigación del proyecto del avion supersónico de
reconocimiento A-12 (nombre en clae,Oxcart), que debía reemplazar al ya un tanto obsoleto U-2
en las tareas de recogida de inteligencia sobre territorio soviético.
Lockheed A-12 Oxcart.
En 1961, Oxcart entraba en su periodo de pruebas finales, y Paragonsky era designado para liderar el programa
CORONA, un satélite espía que se desarrolló bajo el paraguas de la recién creada Oficina Nacional de Reconocimiento, una organización creada para coordinar los trabajos de la CIA y la fuerza aérea estadounidense
para recoger inteligencia estratégica detrás del Telon de Acero. Gracias a la colaboración entre ambas instituciones,
se había logrado “escamotear” al enemigo un caza Mig 15 casi completo en Siria, un misil tierra-aire
soviético en Vietnam, otro en Indonesia, y el motor de un
bombardero ruso accidentado en Alemania oriental.
Capsula de reentrada del satelite Discoverer 13,perteneciente al programa CORONA,el primer objeto fabricado por el ser humnao en ser recuperado del espacio,apenas 10 dias antes que el sovietico Sputnik.
El primer objetivo de Paragonsky
era reunir un grupo de científicos y
expertos del directorio de ciencia y
tecnología de la CIA (DS&T) que pudieran aportar una nueva visión al problema.
Aunque en la agencia no había
ingenieros naveles, Paragonsky consiguió reunir un equipo de 9 hombres que
trabajarían a tiempo completo en la búsqueda de soluciones para extraer el
submarino hundido.
El oceanógrafo Ernest Ruggle fue
el primer fichaje de Paragonsky, y fue trasladado al DS & T desde el ORD
(Oficina de Desarrollo e Investigación), una oficina que investigaba nuevas tecnologías.
En particular, Ruggles había estado trabajando explorando las posibilidades
para recoger inteligencia del fondo marino,aunque con poco éxito.
EL ingeniero quimico Jack Sparkman también procedía de ORD, al igual que Alex Hausman, físico y matematico. Bill Rivers, un antiguo capitán de la fuerza aérea se encargaría de los asuntos administrativos, mientras Paul Eastman se ocuparia de los asuntos de
seguridad para evitar fugas de informacion, y Doug Conrad, abogado, se encargaría de los
asuntos legales.
Las últimas incorporaciones al
grupo fueron David Sharp, un ingeniero electrónico, Frank Hillcrest, un experto
en submarinos soviéticos y Jack Mahoney, un ingeniero mecánico con unos impresionantes
conocimientos de aeronáutica y sistemas espaciales.
La operación AZORIAN daba
comienzo.
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