Viene de aquí:
Pensando que los españoles iban a someterse tranquilamente al dominio de un pais extranjero, Napoleón había errado en sus cálculos. El descontento se había extendido por el pais tras la deposición de la monarquía borbónica en España, y los actos de rebeldía y violencia contra los ocupantes franceses se habían empezado a extender antes incluso que la familia real española abandonara el Palacio Real de la Granja para dirigirse a Bayonne. Algunos campamentos de soldados franceses se vieron obligados a doblar la guardia, ya que habían empezado a aparecer centinelas degollados.
Pero la hostilidad hacia el invasor no se limitaba a las áreas rurales. Cuando se supo en la capital que los Borbones estaban prisioneros en Francia, el resentimiento corrió por las calles, mas aun cuando se supo que Napoleón iba a imponer un rey extranjero, que además era su propio hermano, lo que revelaba las ambiciones del emperador francés para instalar una nueva dinastía en el trono español.
"Pelean los franceses con los españoles en la Puerta del Sol", obra de Alejandro Blanco. |
Los disturbios en la capital comenzaron el 1 de mayo, cuando los restantes miembros de la familia real fueron enviados a Francia por los ocupantes.
Los llantos del infante Francisco de Paula cuando era obligado a entrar en el carruaje que le llevaríaa Francia enervaron a la multitud que presenciaba los hechos, y el motín surgió sin nadie que lo dirigiera.
Atacados con piedras, palos y navajas, un destacamento de la guardia imperial enviada por Murat abrio fuego sobre la muchedumbre, matando o hiriendo al menos a 10 civiles.
Las noticias de lo ocurrido se extendieron con rapidez por la ciudad, y los ciudadanos se armaron con lo que pudieron encontrar: cuchillos, espadas, pistolas, etc . Cientos de furiosos madrileños salieron a las calles en lo que más tarde se llamaría Levantamiento del 2 de mayo, buscando soldados franceses en solitario o en pequeños grupos.
"Malasaña y su hija batiendose contra los franceses", obra de Eugenio Alvarez Dumont. |
Algunos soldados del parque de artilleria de Monteleon, uno de los más grandes de la ciudad, bajo el mando de los capitanes Daoiz y Velarde, se unieron a la lucha contra el invasor, y trataron de usar los cañones.
Los hombres de Murat pronto comenzaron a hacer retroceder a los insurrectos, poco preparados para tratar de resistir a una disciplinada línea de soldados con la bayoneta calada en sus fusiles.
"Muerte de Velarde el 2 de mayo", obra de Manuel Castellano. |
Pero desde los tejados lanzaron ladrillos, muebles y casi cualquier objeto contundente que pudieron encontrar , obligando a los soldados franceses a retroceder.
En la Puerta del Sol se desplego la infantería francesa, que comenzó a disparar sobre la multitud. Pero la multitud seguía atacando a los soldados franceses con cualquier cosa que tuviera a mano, y Murat se vio obligado a poner en juego tambien a su caballería, incluyendo a los odiados mamelucos, que usaron sus sables contra las navajas de los insurrectos madrileños.
"La carga de los mamelucos", obra de Francisco de Goya. |
Al final, la disciplina y el armamento francés prevalecieron, y la multitud escapo por las calles que llevaban a plaza, aunque algunos fueron alcanzados y muertos.
Al menos 200 españoles habían muerto en los disturbios, y Murat desplegó su artilleria por las calles para ayudar a restaurar el orden.
Los siguientes días se produjeron no menos de 300 ejecuciones arbitrarias, principalmente en la montaña del Príncipe Pio, para dar ejemplo y disuadir de iniciar nuevos disturbios.
"Los fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Principe Pio", obra de Francisco de Goya. |
La revuelta , aparte de la escasa participación de militares españoles, había sido obra de la gente común, y sirvió como punto de partida de lo que iba a ocurrir en España los siguientes años mientras la resistencia española se incrementaba y el desafío a los invasores crecía.
La naturaleza de los disturbios sorprendió a las autoridades francesas, y las noticias de lo ocurrido se extendieron a toda velocidad por toda España, junto a historias sobre la brutalidad francesa.
Tras el dos de mayo, las mayores incidentes se sucedieron en Valencia, Asturias y Sevilla, en donde se estableció la llamada Junta Central Suprema Gubernativa del Reino de España, que inicio su trabajo enviando mensajeros a Gibraltar para solicitar ayuda a los británicos.
Algunos afrancesados (españoles partidarios de Francia) y expatriados franceses fueron asesinados y, con la disidencia aumentando su número y fuerza rápidamente, algunos generales españoles (Joaquín Blake, Antonio Cuesta) se dispusieron a reclutar tropas en los lugares de España que aun no habían sido ocupados por el ejercito frances, que pronto se dio cuenta que iba a necesitar aumentar su número para reprimir las revueltas.
Las noticias de lo que ocurría en España no tardaron en llegar a Portugal. La confiscación de propiedades de la monarquía y el gobierno portugués por parte de los franceses había sido tomada por los portugueses como una afrenta al honor del país.
La lucrativa industria local del
vino estaba al borde de la quiebra, y las
rutas del comercio portugués con sus colonias estaban prácticamente bloqueadas por la armada britanica. Era solo cuestión de tiempo que una revuelta armada estallara,
y lo hizo en el norte del pais, en Tras os Montes y Minho, con los primeros disturbios.
El general Ballesta ,sucesor del general Taranco, que habia muerto a principios de 1808 por un "violento colico", se encontraba en Oporto cuando recibió la noticia del levantamiento del 2 de mayo en Madrid. De inmediato amotino a sus tropas, arresto al gobernador francés de la ciudad, general Quesnel y obligo a rendirse a la guarnición francesa de la ciudad, varios destacamentos de dragones y de artillería.
Los patriotas portugueses declararon una Junta de insurrección el día 6 de junio, y el general Ballesta permitió a los portugueses izar su bandera en todos los cuarteles y edificios oficiales de la ciudad. Pero Ballesta no iba a quedarse en Oporto para reforzar la defensa de la ciudad y apoyar a los insurrectos, y pronto se dirigió a la frontera entre ambos países al mando de sus 6.000 soldados.
Los insurgentes eligieron al coronal Francisco de Silveira y lo nombraron general en Via Real, y convencieron al general Manuel José de Sepúlveda para unirse a la rebelión el 9 de junio. Otros altos oficiales del ejercito portugués, como el general Andrada y el coronel Coutinho, que se habían retirado del ejercito, prefiriendo marchar a casa antes que servir a Francia, necesitaron poca persuasión para volver a tomar el mando de sus antiguas unidades.
La rebelión comenzó a tomar forma en Braga y Melgaco, pero los patriotas necesitaban un líder político que pudiera aunar a todos los sectores de la sociedad portuguesa para enfrentarse al invasor francés.
El día 16, los portugueses encontraron a su líder cuando proclamaron la Junta Suprema del Reino de Portugal, declarando al obispo de Oporto, Don Antonio de Saó José de Castro gobernador de la ciudad y presidente del gobierno portugués.
El obispo era descendiente directo de Joao de Castro, muy conocido por sus obras pías en la india, e hijo natural del conde de Reizende.
Había entrado en al orden de san Bruno a muy temprana edad, y no había tardado demasiado tiempo en convertirse en superior de la orden.Era conocido y muy popular entre todas las clases de la sociedad portuguesa, y dio a la junta un aura de extrema respetabilidad.
Uno de sus primeros actos fue entablar negociaciones con la Junta de Defensa de Galicia, para buscar apoyos.
El primer anuncio oficial del obispo fue el 20 de junio de 1808:
“En nombre del principe regente de Portugal, la Junta Suprema del Gobierno de la ciudad de Oporto hace saber: que cualquier francés hostil en territorio portugués será completamente exterminado, y la autoridad del legitimo gobierno portugués será pronto restaurada.”
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