Busto de Cabeza de Vaca en Houston,Texas.
Viene de aquí:
Durante la primera semana de la singladura,
las balsas se vieron forzadas a maniobrar por entre una intrincada red de
islotes y bancos de arena antes de llegar a mar abierto.
Llegaron a una isla, seguramente la actual isla de san Vicente, donde
divisaron 5 canoas cargadas de indígenas, que se internaron en la isla cuando
los españoles trataron de hablar con ellos.
En una de las canoas los españoles encontraron
pescado seco y huevos de algun ave desconocida Los expedicionarios se apoderaron
de las canoas y utilizaron su madera para reforzar ciertas partes de las balsas
que se habían deteriorado en la primera etapa del viaje.
Una vez en mar abierto, la
flotilla navego más de un mes sin ninguna novedad a reseñar. Navegaban
costeando por los actuales estados de Alabama y Mississippi, internándose de vez en
cuando en ensenadas y pequeñas bahías para intentar obtener agua potable. Porque
tras un mes de viaje, las provisiones empezaban a escasear, y las bolsas de
agua que los expedicionarios habían fabricado con la piel de las patas de los
caballos se habían podrido completamente y eran incapaces de retener el liquido
vertido en ellas.
La deshidratación comenzó a hacer
mella en los expedicionarios, y tras cinco días sin apenas agua para repartir,
cinco hombres enloquecieron y bebieron agua del mar.
El agua salada ingerida aceleró
el proceso de deshidratación: el sodio del agua salada se une con las
moléculas de agua del interior del cuerpo humano, haciendo que las células
pierdan su humedad. Las convulsiones de los cinco insensatos comenzaron casi de inmediato,
y después llego el irreversible daño cerebral.
Ese día, finales de octubre o
principios de noviembre de 1528, y con la necesidad perentoria de encontrar
agua potable, la flotilla se dirigió hacia tierra fime.En la costa fueron
recibidos por un gran número de canoas. Tras un intercambio de signos, los españoles
fueron invitados al poblado indígena.
Allí se les ofreció una sencilla
cena a base de pescado, y toda el agua que pudieron beber.Despues, se les cedieron
varias chozas para que pudieran descansar de las penalidades sufridas. Incluso
el jefe del asentamiento ofreció su propia choza a Narváez para que pudiera
descansar.
No se sabe la razón (Cabeza de Vaca no lo dice en su libro), pero a media noche los indígenas atacaron a sus invitados,
matando a tres de ellos a pedradas, ya que apenas tenían flechas.
Los españoles fueron forzados
a retroceder a sus balsas, mientras trababan de defenderse con sus espadas y
cuchillos.La mayoría fueron heridos por las piedras, y Cabeza de Vaca sufrió un
profundo corte en la cara. Los españoles se vengaron de la poca hospitalidad
indígena quemando una treintena de canoas y saqueando todos las vasijas que
consideraron serian de utilidad para almacenar agua.
Tras tres o cuatro días de
navegacion, de nuevo se quedaron sin agua, y se vieron forzados a desembarcar
en tierra firme. Una canoa cargada de indios llegó, y en la conversación que
se produjo, los indios estuvieron de acuerdo en proporcionarles agua a los españoles a cambio
de las vasijas que llevaban.
Era una situación complicada. Los
españoles estaban sedientos, pero las vasijas para almacenar el agua les eran
absolutamente imprescindibles para continuar la singladura. Al final, el griego
Teodoro se ofreció para marchar con los indios, que a cambio dejaron dos de los
suyos en manos españolas.
A la mañana siguiente, varias
canoas aparecieron y rodearon a las balsas.Los indios exigieron a Narváez que devolviera
a los dos rehenes, a lo que este replicó que antes, los indios debían devolver
al griego Teodoro, las vasijas y el agua.
La conversación no llegó a buen
fin, y los indios comenzaron a lanzar piedras y flechas sobre los españoles,
que superados en número subieron a las balsas
y se alejaron en dirección al mar. Una expedición posterior averiguó la suerte
del griego Teodoro, que había sido trasladado al interior de tierra firme y asesinada
en una ceremonia ritual. No se sabe lo que ocurrió a los dos indios rehenes de de
los españoles, aunque es facil suponerlo.
Al día siguiente, por fin los
expedicionarios tuvieron una alegría, y encontraron toda el agua potable que podían
desear. Llegaron al delta de un enorme rio, que entraba en el golfo de Méjico
como una catarata, con tanta agua potable que los expedicionarios podían beber
directamente desde la balsas.
Habían llegado al delta del rio Mississippi.Desde su partida de la Bahía de los Caballos habían viajado mas de
500 kilometros.Pero aun les quedaban más de 1000 kilómetros para llegar a su
presunto objetivo, que seguia siendo Panuco.
Delta del rio Mississippi,imagen tomada desde la Estacion Espacial Internacional.
Beber cuanto quisieran desde la balsa
era una bendición para los españoles, pero cruzar el delta de este a oeste para continuar el viaje fue un trabajo formidable.
Además del enorme caudal de agua que el rio arrojaba al golfo de Mejico, el
viento soplaba con fuerza desde la
tierra hacia el mar, devolviendo al golfo una y otra vez a la flotilla de balsas que una y otra vez trataba de cruzar
el delta, empujando las balsas a una distancia de media legua (1 legua = algo menos de 5 kilometros, aprox.) de la costa.
Tras dos días de intentos y con
los hombres extenuados y sedientos, Narvaez decidio dar un breve descanso,
llevando la flotilla a tierra firme.Seguramente debido al cansancio, no se sujetaron las balsas adecuadamente, y por la noche, el fuerte viento desató las balsas
y las empujo mar adentro, sin que los hombres que dormían sobre las balsas se dieran
cuenta.
Una de las balsa se separó de las
demás,y Narváez y Cabeza de Vaca parlamentaron sobre que debían hacer, si dejar
que se perdiera en el mar, o tratar de alcanzarla. Contra la opinión de Cabeza
de Vaca, Narvaez se inclinó por intentar el rescate, y su balsa, tripulada por
los expedicionarios mejor alimentados y en mejor forma fisica se dirigió en busca de la balsa perdida.
Durante unas horas, la balsa de Cabeza de Vaca pudo seguir a duras penas la balsa de Narvaez, pero sus hombres estaban
exhaustos y enfermos y se vieron obligados a ceder.
Mientras ambas balsas se
separaban definitivamente, Cabeza de Vaca gritó a Narváez pidiéndole consejo.
La respuesta de Narváez no dejo lugar a dudas “ya no era el momento en que un hombre debía dirigir a los demas,
sino que cada uno debía hacer lo que pudiera para salvar su vida”.
Era un “sálvese quien pueda “ en
toda regla: Narvaez cedía el mando de la flotilla, y cada balsa debía valerse
por si misma. Mientras las tres balsas restantes se unían a duras penas usando cuerdas,
los expedicionarios observaron como la balsa de Narváez desaparecía en el
horizonte.
La flotilla (por entonces reducida
a tres balsas) continuó unida durante 4 dias, hasta que una fuerte tormenta
volvió a separarlas, esta vez definitivamente.Un par de días después, con los
hombres al borde de la locura, Cabeza de Vaca oyó en la lejanía el sonido de las
olas sobre la costa.Segun amanecía el dia, divisaron tierra a unos 5
kilometros.La mayoría de los tripulantes estaba enfermos y debiles y fueron incapaces de
coger los remos. Apenas media docena de hombres remaron hasta la costa. Pero
cuando intentaron detener la balsa, no tuvieron fuerzas, y una ola arrojó la
balsa sobre la arena de la playa, con tanta fuerza que la balsa se destrozño,
diseminando sobre la arena a los hombres.
Cabeza de Vaca había llegado a
Texas, a la actual bahía de Galveston.
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