Durante todo el verano de 1962,
la CIA había mantenido una estrecha vigilancia sobre la gran cantidad de buques
rusos que surgían del mar Báltico y del mar Negro y se dirigían a Cuba. El aumento de los envíos y la llegada
de nuevos “técnicos” rusos a los puertos cubanos se convirtieron en una
preocupación fundamental para las agencias de inteligencia estadounidenses.
El vuelo de un avión espía U-2
sobre la isla caribeña el día 29 de agosto de 1962 reveló que cubanos y soviéticos estaban
construyendo una red de defensa antiaérea basada en misiles SAM (Surface-Air-Misile,
misiles tierra aire) SA-2 por toda la isla, basados en baterías S-75 Dvina, de fabricación
enteramente soviética.
Bateria S-75 Dvina.
S-75 desplegadas en Cuba.
Mas tarde, el descubrimiento de lanchas
patrulleras clase Komar armadas con misiles guiados Styx,y unidades de lanzamiento
de misiles de crucero situadas en puntos clave de la costa cubana para defensa
contra asaltos anfibios, alertó al gobierno de los estados unidos sobre la situación
en la isla caribeña.
Lancha lanzamisiles clase "Komar".
La acumulación de material
militar y “técnicos” soviéticos en Cuba comenzó a alarmar seriamente a John Mc Cone, director de la CIA. Sobre los misiles SA-2 afirmó que “no los estaban
instalando para ayudar a la recogida de la caña de azúcar “.
Mc Cone insistió en solicitar un
severo aumento de los vuelos de los aviones espía U-2 sobre Cuba, y expresó a
los políticos estadounidenses con los que se reunió su preocupación de que los soviéticos
pudieran introducir misiles nucleares de alcance medio en Cuba.
En las primeras semanas de septiembre, el presidente Kennedy aviso a los soviéticos de las funestas consecuencias
que tendría la instalación en Cuba de misiles SSM (surface to surface missil,
misiles tierra–tierra).En declaraciones oficiales y en reuniones de
funcionarios de muy alto nivel de ambas naciones, URSS y USA, los soviéticos expresaron
su preocupación y su desencanto, ya que, según dijeron, no tenían ni la mas mínima
intención de instalar armas ofensivas en Cuba.
Estaban mintiendo, claro.
El lunes 15 de octubre, el NPIC (National Photograpic Interpretation Center), perteneciente a la CIA, descubrió dos instalaciones de misiles balísticos de medio alcance ( MRBM,por sus siglas en ingles) en construcción,
en la zona de San Cristobal.
MRBM en San Cristobal.
El presidente Kennedy fue informado
inmediatamente, y ordenó intensificar la actividad de los aviones espias por
toda la isla. El día 16, NPIC descubría cuatro sitios mas donde se estaban
instalando MRBM, y otros tres sitios en donde se instalaban misiles balísticos de
alcance intermedio (IRBM), además de localizar a cuatro grupos móviles de
combate soviéticos.
(Los misiles MRBN podían alcanzar
hasta Washington, mientras los misiles IRBM podían golpear en cualquier parte de los Estados Unidos, excepto los estados situados en el extremo noroeste).
El general Maxwell Taylor, jefe
de estado mayor conjunto de la administración Kennedy, pensaba que el despliegue militar soviético en Cuba era un intento para intentar cambiar el equilibrio
estratégico. Era un intento soviético para borrar de un plumazo la superioridad
nuclear estadounidense. Esa superioridad se estimaba que estaba 7 a 1 a favor
de los USA, aunque los funcionarios soviéticos declaraban off the record que se
acercaba más a un 5 a 1.
El general Taylor y otros
miembros de la junta de jefes de estado mayor conjunto pusieron sobre la mesa
tres posibilidades militares. Un ataque aéreo masivo sobre los sitios de instalaciones misiles soviéticos en Cuba, un asalto
aerotransportado y una invasión en toda regla, para terminar con la amenaza de los
misiles, y, ya que estaban allí, derrocar la dictadura de Fidel Castro.
Por su parte, el consejo de
seguridad nacional estadounidense puso sobre la mesa tres opciones: una cuarentena
(en realidad, un bloqueo naval), un bombardeo sobre las bases de misiles, y una
invasión. El presidente Kennedy eligió el bloqueo, pero se dieron los primeros
pasos para poner en marcha las otras dos alternativas, si el bloqueo fallaba.
Para la comunidad de inteligencia
estadounidense, el envite soviético tenía la marca del premier Kruschev: una
apuesta grande, audaz, premeditada, pero poco y mal pensada. Podía convertirse
o en una gran victoria estratégica, o en un colosal error.Militarmente, los soviéticos
habían elegido jugar con las armas mas grandes, en un territorio muy alejado de sus
bases y demasiado cerca de las bases norteamericanas.
Los planes de contingencia
ideados por la junta de jefes de estado mayor para los ataques aéreo, el
bloqueo y la invasión habían sido completados a finales de verano, y eran
conocidos como planes operacionales 312,314 y 316, respectivamente.Los
ejercicios para las tres operación ya estaban programados, como un ejercicio de
desembarco de una brigada de marines en la isla de Vieques, en Puerto Rico, que tendría
lugar entre los días 15 y 20 de octubre.
En el último momento, el ejercicio
se canceló debido al mal tiempo, pero miles de marines seguían en los barcos,
preparados por si se producía un desembarco de
verdad.
Durante el mismo periodo e
tiempo (entre el 15 y el 20 de octubre) el ejerito de EEUU y la fuerza aérea
estaban participando en el centro de Texas en dos ejercicios diseñados, para
los paracaidistas de la 101 división aerotransportada, que esperaban en la base
de la fuerza aérea John Conally en Waco hasta que se les ordenó regresar a su
base de origen en Fort Bragg, en Carolina del Norte.
Por su parte, en un ejercicio aeronaval llevado a cabo la segunda y tercera semana de octubre, los aviones del comando aéreo táctico, que deberían
apoyar a los paracaidistas, fueron
enviados a los aeropuertos y bases aéreas de florida, los mas cercanos a la
isla cubana. La 1ª división blindada, que desembarcaría en la isla cuando los
paracaidistas controlasen las bases de misiles, fue puesta en estado de alerta
en su base de Fort Hood.
La Junta de Jefes de Estado Mayor,
a través del almirante Robert Lee Dennison (CinCLAT, comandante en jefe del
mando de la flota del Atlántico) puso en estado de alerta a los grupos de combate 135 y 136, para enviarlos al Caribe.
Se ordenó a jefes y oficiales que reunieran a sus hombres lo mas discretamente posible,
sin informar de cual podría ser su destino.
El grupo de combate (Task Force)
135 consistía en dos grupos navales desplegados en torno a los portaaviones USS
Enterprise y USS Independence, junto con 15 destructores de escolta. Este grupo
de combate 135 debía situarse en posiciones
de la costa sur de Cuba.
USS Enterprise en 1962.
El grupo de combate 136 se encargaría del bloqueo naval, y
consistía en el portaviones USS Essex, los cruceros Newport y Camberra, 19 destructores
de escolta y un grupo de abastecimiento.
La línea de cuarentena estaría marcada
por 12 destructores en un arco a 750 kilómetros de Punta Maisi, el punto más
oriental de la isla de Cuba.
El teniente gernal Hamilton Howse,
comandante en jefe del mando estratégico del ejercito de tierra estadounidense
(STRAC), ordenó los comandantes de la 101 y 82 división aerotransportadas, la
1 y 2 division de infantería y la primera división acorazada
reunirse en el cuartel general del STRAC, en Fort Bragg.
La reunión se produjo el 19 de octubre,
y, tras mostrar las imágenes del reconocimiento aereo sobre Cuba, el teniente general
Hamilton ordenó a los jefes y oficiales poner a sus tropas en estado de alerta.
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