Viene de aqui :
La decisión del coronel Nugent, encargado de la oficina de reclutamiento en Manhattan, de organizar el
sorteo en un sábado se demostró equivocada rápidamente.
El domingo comenzaron a oírse
rumores de una conspiración por la que los “elegidos” en el sorteo se habían organizado
para tomar una de las armerías de la ciudad por asalto. El rumor era falso,
pero los ciudadanos de Manhattan pasaron el domingo discutiéndolo mientras
bebían whisky en la gran cantidad de establecimientos dedicados al alcohol que prosperaban en la ciudad de New York.
Otro rumor avisaba que se
avecinaba una insurrección “católica romana”, rumor avivado por el hecho que el
domingo por la tarde un grupo de alborotadores había asaltado y saqueado la Misión Metodista Episcopal de Five Points.Habian saqueado todo lo que de valor habían encontrado,habían
pintado las paredes con mensajes como “muerte e los protestantes” y finalmente habían
incendiado la misión, que había ardido hasta los cimientos.La actitud poco comprensiva
del arzobispo católico Hughes y su negativa a condenar el asalto a la misión
protestante hizo muy poco por calmar los ya alterados ánimos de la población.
Cena Benefica de Accion de Gracias ( solo para mujeres ) en la Mision Metodista Episcopal de Five Points.
El sorteo había elegido a 1200 nombres,
prácticamente todos de origen irlandes,practicamente todos trabajadores de baja cualificación, absolutamente
incapaces de costearse un sustituto que tomara su lugar en el ejercito.Pero aun había
que elegir más de 300 nuevos reclutas, y el sorteo se reanudaría el siguiente
lunes.
Alrededor de las 4 de la mañana
del lunes, un numeroso grupo de hombres se dirigió hacia la esquina suroeste de Central Park.Canteros,calderereros,bodegeros,marineros,etc,casi todos de origen irlandés,
acompañados también por un numeroso grupo de alemanes,todos decididos a desobedecer
las órdenes de reclutamiento.Tras unos discursos ,la multitud se dirigió hacia
a la 5ª avenida, donde se unió a una aun más
grande multitud ,mayoritariamente de mujeres que trabajaban en los talleres y
telares del este de Manhattan.
A las 10 de la mañana, la multitud se había
concentrado ante la comisaría de policía militar del 9º distrito, en la calle
47.En ese momento aparecieron los bomberos voluntarios de la brigada móvil nº 33, todos ellos pertenecientes a la
banda de la Broma Negra.
Anteriormente, los bomberos
voluntarios de New York habían estado exentos de tener que cumplir el servicio militar.
Pero la nueva ley de reclutamiento del presidente Lincoln había terminado con
ese privilegio, y los bomberos (alguno de ellos había resultado “agraciado” en
el sorteo) estaban furiosos.Comenzaron a lanzar piedras y adoquines que
arrancaban del pavimento contra la comisaria de policía militar.
Entre gritos de “abajo con los ricos”,
buena parte de los presentes se unió a los bomberos y asaltaron la comisaria,
buscando todos los documentos relativos al sorteo. Pero uno de los funcionarios
de la comisaria había tenido a la precaución de esconderlos cuando había
comenzado el lanzamiento de piedras.
Cada vez más furiosos al no
encontrar los documentos, los bomberos decidieron prender fuego al edificio. En
poco tiempo, las llamas se habian propagado a los edificios adyacentes. Las
llamadas de auxilio desesperadas de los
residentes de los edificios en llamas fueron desoídas por los bomberos, que
decidieron dedicarse al saqueo.
Los policías que habían salido de
la comisaria antes de que fuera consumida por el fuego dispararon sobre los
manifestantes para tratar de dispersar a la multitud, matando o hiriendo a
media docena de ellos. Los manifestantes respondieron atrapando a un par de policias,
que fueron apaleados hasta la muerte. Otro fue lanzado al rio, y utilizado como
blanco móvil por el populacho, que no dejo de tirarle piedras a la cabeza hasta
que su cadáver desapareció bajo las aguas.
A las 9 de la mañana, y ante el
cariz peligroso que estaban tomando los acontecimientos, el jefe de la policía
de New York, John A. Kennedy, puso en estado de alerta a todas las comisarias
de Brooklyn y Manhattan, y ordenó que todos los oficiales que disfrutaban de permiso o estaban en la reserva
acudieran inmediatamente a sus puestos.
Para tener una mejor perspectiva
de lo que estaba ocurriendo, el jefe Kennedy se dirigió a la zona en donde
estaban ocurriendo los disturbios.Reconocido por varios de los alborotadores,
Kennedy fue salvajemente golpeado, y solo salvo la vida porque un amigo fue
capaz de convencer a la multitud que Kennedy estaba ya casi muerto.
John A. Kennedy,jefe de la policia de New York en 1863.
Otro alto jefe policial, el
superintendente James Crowley,encargado del mantenimiento del sistema
telegráfico de la policia, sufrió un destino similar. Cuando las fuerzas del
orden trataban de apartar un tranvía que había sido colocado en el centro de la
3ª avenida, el superintendente Crowley se dispuso a intentar arreglar varios
cortes en la red telegráfica. Pero los alborotadores no dieron tiempo, y
cayeron sobre el desventurado policía, al que mataron a golpes de adoquín.
Con el jefe Kennedy gravemente herido,
el control de la policía de Manhattan recayó en Thomas Acton, presidente de la
comisión electoral de la policía. Tras un breve recuento, Acton se percató
rápidamente de la situación. Con 1600 policias desplegados para proteger Westchester,
Brooklyn y Staten Island, apenas le quedaban 600 hombres para disolver a los
alborotadores.
Acton era un republicano convencido,
acérrimo seguidor del presidente Lincoln, y estaba absolutamente dispuesto a hacer cumplir la ley. No era un hombre amigo de discursos para calmar al populacho,
prefería usar la metralla.
A principios de esa misma mañana
del lunes, el jefe Kennedy había asignado 12 policías a cada una de las 6
oficinas de reclutamiento en donde iba a continuar el sorteo. El nuevo jefe policial, Acton, canceló la orden de Kennedy e hizo volver a los policías a sus
respectivas comisarias, para estar dispuestos a actuar cuando fuera necesario.
Con las líneas telegráficas destrozadas, no había ningún tipo de comunicación
entre las comisarias de Manhattan.
A las 11:30, el jefe Acton, el alcalde George Opdycke y el coronel Robert Nugent
ordenaron que fueran evacuadas las 6 oficinas en las que iba a continuar el sorteo,
y que toda la documentación debía ser transferida a Governor Island,una isla fortificada que protegia el puerto de New York.
Governor Island.
El alcalde Opdycke se puso en
contacto con el mayor general Charles Sandford, comandante de la milicia
estatal, y le ordeno llamar a la milicia para suprimir a los alborotadores.
Pero el general Sandford afirmó
que solo debia seguir las ordenes del gobernador Seymour, y se limito a poner
centinelas en las armerías para evitar que fueran asaltadas por el populacho.
Ante la actitud poco colaboradora del general Seymour, el alcalde Opdyke
se entrevistó con el general al mando de
las tropas federales que se ocupaban de la defensa de los fuertes que protegían
el puerto de New York, brigadier general Harvey Brown.
Tras una corta conversacion,,el
alcalde Opdyke se convenció que el general Brown era el hombre perfecto para la
tarea que se avecinaba, y le puso al cargo de todas las tropas federales que se
encontraban en New York y sus cercanias.Brown estableció entonces su cuartel general
en las oficinas centrales de la policía, y se reunió de urgencia con el jefe de la policia,Acton.Ambos estuvieron de acuerdo en solicitar ayuda al secretario de
la guerra Edwin Stanton,para que enviara tropas federales a la ciudad,ya que
apenas se disponía en ella de 500 soldados.
A la espera de refuerzos, Acton decidió
enviar un grupo de 125 policías al mando del inspector Daniel Carpenter a tratar
de detener a los alborotadores que estaban intentando asaltar el domicilio del
alcalde Opdycke, en la Quinta Avenida.
Carpenter encontró a la multitud
marchando por Brodway, armados de barras de hierro, bates, horcas y algún arma
de fuego. Decidió dividir sus fuerzas, y envió un grupo de policías por la calle
4ª para tomar a los alborotadores por la retaguardia. El resto, armados con sus
porras, cargaron sobre la cabecera de la manifestación.
La carga policial fue altamente efectiva.
Cuando terminó, varios manifestantes yacían gravemente
heridos sobre el pavimento, mientras el resto huía a la carrera.
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