Galera y galeaza. |
Viene de aquí:
Tras los primeros tres días de singladura, el día 19 la flota se veía obligada a refugiarse de una fuerte tormenta en la entrada del golfo de Tarento.
Los comandantes de la flota cristiana recibieron unos informes inquietantes, ya que indicaban que la flota otomana se estaba dispersando.
Pero esa misma noche un meteorito cruzo el cielo del golfo de Tarento, iluminando la superficie del mar antes de estallar en tres partes. Los almirantes cristianos lo tomaron como un presagio favorable.
El día 24, tras superar Salento, el “tacón
de la bota italiana”, la flota
se dirigió hacia el este a través de la desembocadura del mar Adriático,
hacia la isla griega de Corfu.Los nuevos informes llegados traían la noticia que
la flota otomana no se había dispersado, sino que había asaltado Corfú, retornando
de nuevo al golfo de Lepanto
De nuevo el clima tormentoso del Adriático obligo a la flota cristiana a refugiarse al socaire de las islas del noroeste de Grecia. Cuando los cielos se despejaron, la flota continuó su marcha hacia Corfu. Al desembarcar en busca de comida y agua potable los soldados descubrieron que los turcos habian saqueado las aldeas de la isla y habían profanado sus iglesias.
Antes de zarpar de Corfú, la flota embarco a mas de 400 soldados de la guarnicion de la isla, y se reunió el consejo de almirantes por ultima vez.
Levando anclas, la armada cristina navego hacia el sur contra el viento, hacia el golfo de Patras. En la parte posterior del golfo había un estrecho que conectaba con el golfo de Lepanto, protegido por poderosos fortines .
Allí ,mientras la flota otomana se aprovisionaba y descansaba, Ali Pasha y sus comandantes debatían las acciones a tomar.
Los vientos contrarios y la densa
niebla obligaron de nuevo a la flota de don Juan de Austria a refugiarse, esta
vez en un puerto natural a las afueras
del golfo de Patras, en Petali.
La noche del 5 de octubre, un informante turco, posiblemente un agente doble, informo a los comandantes cristianos que la flota otomana se había visto reducida a 100 galeras y que sus marineros habían sido atacados por una epidemia de tifus. El informante también advirtió que la flota otomana saldría de Lepanto en menos de 24 horas.
A las 2 de la mañana del 7 de octubre, la flota de la Liga Sacra levo anclas de nuevo y se abrió camino hacia el sur entre los islotes y los bancos de arena del oeste de Grecia. El mar estaba picado, y un fuerte viento del sudoeste soplaba en los rostros de los marineros de don Juan.
Cuando amaneció, la flota cristiana doblo la entrada del golfo de Patras, y don Juan pidio que se celebrara una misa para toda la flota. Antes que los sacerdotes terminaran de conceder la absolución a los marineros y soldados cristianos, los vigías en la cofia de la galera real avistaron dos velas distantes, luego cuatro, luego ocho. En cuestion de pocos minutos, toda la flota otomana, empujada hacia el oeste por un viento favorable, era visible en el horizonte, acercándose a la flota cristiana.
"Juan de Austria", obra de Alonso Sanchez Coello. |
Bajando por el costado de su buque insignia hasta abordar una galera ligera, don Juan de Austria navego a través de la línea que formaban los 64 navíos de su escuadrón central, para animar a sus marineros y soldados.
“Amigos, habéis venido a luchar la batalla por la cruz, para vencer o morir “ grito, mientras sostenía en alto un crucifijo. ” Pero ya sea que muráis o venzáis, cumplir con vuestro deber en este día y obtendréis la inmortalidad gloriosa."
Después, don Juan volvió a la Real. Propulsado por 70 remos y tripulado por 400 marinos y remeros e igual número de soldados, el buque insignia de la flota cristiana estaba en el centro de la línea de batalla cristiana. Arrodillandose en la proa, el comandante de la flota cristiana rezo por la victoria, junto a los oficiales y todos los hombres de la flota.
A bordo de las galeras papales, los frailes capuchinos se movían entre los remeros y los soldados, prometiendo a cada hombre la indulgencia plena del Papa a cambio de luchar por la fe cristiana . A cada cristiano se le había entregado un rosario antes de zarpar de Messina, y muchos hombres se encomendaron a él.
Tras cumplir con los deberes eclesiásticos, los líderes de la flota cristiana se reunieron en la Real, para comenzar a planear la inminente batalla.
La línea de batalla de la flota otomana era más de un kilometro más larga que la de los cristianos, y se extendía cubriendo al entrada del golfo de Lepanto. Así, la flota de don Juan se iba a encontrar con una desventaja adicional, luchando para tratar de salir de la niebla y combatir el fuerte viento en contra.
Desde la flota cristiana se escuchaban en la lejania los gritos, los disparos y los golpes de gong con los que los marinos y soldados turcos trataban de intimidar a los cristianos.
En medio del clamor, los navíos de la liga Santa seguían navegando en silencio, mientras poco a poco ambas armadas se iban acercando.
El padre Anselmo, un antiguo soldado de caballería, se alarmo al darse cuenta que, en términos numéricos, el y sus compañeros cristianos enfrentaban un peligro real de ser derrotados. Agarrando su crucifijo, oró a la Virgen Maria suplicando su intervención.
Según el cronista Boverius, en ese momento apareció la Virgen del Rosario sobre la flota de don Juan de Austria. La Virgen, (siempre según el cronista Boverius) miró hacia abajo con ojos amables, y bendijo a los navíos cristianos.
En ese momento, la dirección del viento cambio, y se puso a favor de la flota cristiana.
La Virgen del Rosario impulsando las velas cristianas. |
Cuando no habia viento, ambos bandos dependían del trabajo de los remeros de las galeras para mantener a los barcos en movimiento. Encadenados a los bancos de remo, bajo la cubierta en unas espantosas condiciones de salubridad, los remeros podían esperar o una muerte lenta debido a las enfermedades o una rápida muerte si la galera se hundía.
Disposicion de los galeotes en la proa de una galera del siglo XVI. |
Cuando la flota otomana perdió impulso debido a una brisa cada vez menor, los capitanes de sus galeras pusieron en accion a sus remeros.
Mientras tanto, el viento favorable había hecho que la flota cristiana no necesitara a sus remeros, así que don Juan ordeno que a los galeotes y convictos de la flota cristiana se les quitaran los grilletes y se les entregaran espadas o picas, para usar a los remeros como infantería, para ser los primeros en abordar los navíos enemigos.
A lo largo de la línea de batalla cristiana, los tripulantes izaron velas latinas , que se inflaron de inmediato.A la izquierda de la flota cristiana se desplegaban las 53 galeras venecianas del almirante Agostino Barbarigo.
"Retrato de Agostino Barbarigo", obra de Paolo Caliari, El Verones. | |
"Sebastiano Vernier", obra de Tintoretto. |
En el centro, la Real, el buque insignia de don Juan de Austria, apoyado por el hábil comandante papal Marco Antonio Colonna y el almirante veneciano Sebastien Vernier A la retaguardia del centro cristiano se encontraban las 38 galeras del escuadrón de reserva lideradas por Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.
https://historiaparanodormiranhell.blogspot.com/2019/05/alvaro-de-bazan-invicto-almirante-1.html
En la derecha se encontraban las 53 galeras de Giovanni Andrea Doria, sobrino nieto del legendario almirante genovés Andrea Doria.
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